Madrid

Putin insiste. Zelenski se niega. Pero, además de la negativa de los países europeos y de Kiev a ceder parte del territorio ocupado en Ucrania, hay un problema más: cambiar la Constitución ucraniana que, aunque sencillo sobre el papel, puede provocar muchos problemas internos en el país.

La última vez que Ucrania intentó cambiar su ordenación territorial para contentar a Rusia, los disturbios en Kiev frente a la Rada Suprema, el parlamento del país, dejaron 90 heridos y un policía muerto.

Fue hace 10 años, en agosto de 2015, y ni siquiera implicaba ceder territorio: solo daba más autonomía a los Óblast —el nombre de las regiones en Rusia o Ucrania—. Fue una propuesta de Petró Poroshenko, presidente en ese momento, que intentaba contentar a Putin y cumplir con el Protocolo de Minsk, firmado en 2014.

Entre otras cuestiones, la reforma buscaba defender a las poblaciones rusoparlantes de la parte este de Ucrania. Según Moscú, estaban oprimidas y no podían ni estudiar ni hablar su lengua. Sin embargo, como ha demostrado el tiempo y la invasión rusa, esos cambios eran insuficientes para Putin, que solo contempla conseguir el control de la península de Crimea y el Dombás.

Fácil en el papel, difícil en la práctica

Con un sistema relativamente sencillo de cámara única, que solo necesita de dos tercios de la Rada para cambiar la Constitución, esa reacción de la calle en 2015, y la posibilidad de que se repita si se cede territorio, es el principal escollo; eso y la falta de elecciones desde 2019.

Zelenski se opone a la cesión territorial, pero, es que si cambia de opinión, tendrá muy difícil defender un cambio de postura sin pasar por las urnas. Sin embargo, no hay planes para que se realicen, y tampoco lo pone fácil Rusia. Desde Moscú, el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, o el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, piden día tras día a Zelenski que convoque las elecciones. Sin embargo, no están dispuestos a dar un alto el fuego para que se realicen con seguridad.

Rusia no tiene esos problemas

Unos problemas, los de cambiar la Constitución, que no tiene Putin. Porque en la Rada rusa, se vota para ganar territorio, no perderlo. En 2014 añadieron Crimea a lista de territorios de la Federación y en 2022 hicieron lo mismo con Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jerson. Según le dijo Putin a Trump hace una semana, solo estaría dispuesto a renunciar a las dos últimas.