LA SERRATELLA. ‘Paz y amor’ era el lema de aquellas comunidades hippies que surgieron a partir de los años 60 en Estados Unidos y cuya influencia llegó a España entre finales de la década de la década de los 60 e inicios de los 70. Un movimiento que tuvo en la isla de Ibiza su punto más importante, se extendió con rapidez a otros territorios y que suponía un cambio al estilo de vida tradicional, en cuanto a la libertad, comportamiento, nutrición y práctica de actividades como el yoga, entre otras, y que ahora se encuentran perfectamente establecidas en el día a día de la sociedad.
Manuel Frías Coronado, nacido en Almendralejo y afincado en Madrid desde los 9 años, fue uno de esos jóvenes que se sintió atraído por la filosofía de ese movimiento y convivió en diversas comunidades hasta llegar a la Serratella en el año 1978 desde Mallorca. Allí, llegó con Pepe y Manolo, con la intención de establecer una de esas comunidades y desde entonces ha evolucionado en su faceta de artista y como persona. «Tenía muy claro que quería vivir en la naturaleza, en el campo y después de estar en zonas como León, Galicia o Barcelona, ya me establecí en la masía de Selma en la Serratella, en principio pensaba que venía por unos años y aquí sigo».
Sus primeros compañeros de viaje ya no están con él, pero Manuel continúa con la esencia de aquella época en la que se formó un movimiento alternativo rural, en el que el arte, la artesanía y el compromiso con la naturaleza eran ejes. Los trabajos artísticos de Manuel se basan sobre todo en las composiciones florales, en la técnica de la gráfica plana, utilizando en ocasiones materiales reciclados y piedras, aunque también pinta en acrílico y al óleo, además de realizar pequeñas esculturas.
Su espíritu creador no se detiene con los años y su recorrido artístico ha ido de la mano del grupo Quatricomia Grup d’Art, un colectivo de arte multidisciplinar del que fue cofundador junto con otros artistas, y que este año cumple 30 años. Manuel dice estar «contento con lo que hago», al tiempo que explica desde la humildad que «no tengo ningún don ni talento especial, yo desde pequeño ya disfrutaba en la clase de dibujo, pero creo que el talento se trabaja y al final es el resultado de aplicar las técnicas que has aprendido», asegura.
El artista de la Serratella aprendió y mejoró su técnica gracias a la Escuela de Arte Floral Valenciana, que implantaron también las hermanas Dolors i Salud Lis, también cofundadoras del colectivo Quatricomia Grup d’Art, y que ayudó a implantar un lenguaje para el arte de las floristerías. Manuel explica que las dos hermanas ya han fallecido, pero el grupo integrado por artistas como Aurora de Jesús, Francisco Pastor, Txus Bixquert,l José Segura, Jorge Navarro y a sus descendientes Laura, Ángeles y Diana Lis, sigue vigente y mantienen la organización de una exposición colectiva con periodicidad anual y con una temática cerrada que se celebra en Xirivella.
Manuel recuerda la primera obra que cedió para la exposición del colectivo Quatricomia. Su nombre era ‘La gruta’. Después de aquella han llegado muchas más que han formado parte de las exposiciones Solidaridad, Amanecer, Caleidoscopio o Tubulart, entre otras. Algunas de ellas han sido adquiridas por personas de municipios vecinos como Albocàsser y también de Barcelona, Madrid y del extranjero como Bélgica. La naturaleza es protagonista de la mayoría de sus obras que tienen un estilo muy personal y reconocible, siempre dentro del concepto de arte contemporáneo, en las que «el color es una parte fundamental, porque a mi me sale todo en color, aunque a veces me gustaría sacar mi lado negro», comenta.
El artista ha compaginado durante los últimos años su trayectoria en el mundo del arte con la regencia de un espacio para estancias rurales de larga duración, «para personas que quieran pasar temporadas largas, de un mínimo de 4 meses», y ahora prepara también una zona denominada Bioespacio para caravanas, todo junto a su vivienda habitual en el mas de Selma.
Manuel recuerda con nostalgia aquellos primeros años en la Serratella, donde tuvieron que reformar una masía antigua para vivir y trabajaba a temporadas en el campo. Posteriormente, fue uno de los impulsores de la Fira Alternativa, que era uno de los emblemas de las Fiestas de la Magdalena de finales de los años 80 y principios de los 90, donde vendía jabón elaborado de forma artesanal y también esencias y cosméticos elaborados a partir de las plantas existentes en los campos y montañas de la Serratella. Todo de kilómetro cero, al igual que una gran parte de su arte, creado a partir de elementos que le aporta el entorno.