La gran crisis económica de este siglo no empezó exactamente el 15 de septiembre de 2008. Hay quienes sitúan su origen un año antes o incluso dos, aunque la economía aún fuera al alza, pero fue aquel día cuando la mastodóntica compañía global de inversiones Lehman Brothers, que para entonces de fraternal ya no tenía más que el nombre, presentó la mayor declaración de bancarrota de la historia de EEUU. Pasó a convertirse en el icono de la Gran Recesión, la crisis financiera mundial desatada por el escándalo de las desgraciadamente famosas hipotecas subprime, basura o de alto riesgo de impago, que terminaron de poner el foco sobre las que se daban en Europa. También sobre las de España, claro, donde el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y el cierre del grifo del crédito anticiparon los cierres de empresas, despidos, desahucios, las intervenciones bancarias y los rescates…

Fue el final de una escalada de precios en el mercado inmobiliario que, inevitablemente, se termina asociando a la de ahora por temor a que se repita la historia; aunque los expertos coinciden en asegurar que, al menos de momento, hay más diferencias que semejanzas.

Por de pronto, aunque los precios sean ya similares, las estadísticas del Banco de España dicen que el esfuerzo económico del comprador es menor hoy que en 2007, por subidas salariales en estos años superiores a las del precio de la vivienda. Y el sistema financiero es más sólido y riguroso: «Los bancos ya no dan al comprador el 100% del precio de la vivienda más los muebles y hasta el coche, igual como máximo el 90% y mirándolo mucho», recuerda el vicepresidente de la red de inmobiliarias de Valladolid Redivall, Cristino Torío. «También son más exigentes con las condiciones de financiación que ponen a los promotores», añade el presidente de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Valladolid, Gonzalo Jolín, que tampoco ve el nivel de especulación de entonces ni posibilidad de que se reproduzca a corto plazo. «Muchos compraban para revender, pero ahora, con subidas anuales del 8 al 10%, no es posible sacar una rentabilidad de un año para otro porque ese porcentaje ya se va en impuestos».

«Lo de 2007 fue una combinación financiera explosiva», afirma el presidente de la Asociación Vallisoletana de Empresarios de la Construcción (Aveco), Alberto López Soto, «y se aprobaron planeamientos urbanísticos con volúmenes de vivienda que no se iban a construir ni en 100 años». Así la oferta, aparte de desorbitada por precio, también desbordó la demanda, «justo al revés que ahora», opina, en la línea de la práctica totalidad de su sector, que ve además una demanda actual mayoritariamente de particulares. Tanto por jóvenes que van con retraso y ahora sí disponen de ayudas públicas que años atrás no había como por mayores que buscan cambiar por diversas circunstancias. «Ahora debería facilitarse más suelo», recalca López Soto, una demanda que también comparte el resto de su sector y que piensa que, de paso, moderaría las subidas.