“El saber nunca está de más” y “nunca es tarde para formarse”. Son frases que se repiten constantemente, pero que luego en la práctica no son tan idílicas. El censo anual de población, publicado por el Instituto Nacional de Estadística, en su apartado referente a “Educación y Relación con la actividad”, señala una clara tendencia de los ourensanos a dejar de formarse una vez cumplen los 25 años.
Por norma general, suele ser a esa edad cuando la mayoría de estudiantes ya han finalizado sus grados universitarios o ciclos de Formación Profesional. En algunos casos, incluso han completado una especialización con un máster o logrado un título de la Escuela Oficial de Idiomas. Así, supone habitualmente el momento de entrar al mercado laboral, dejando a un lado los libros.
Según el informe publicado por el INE, tan solo el 6% de los habitantes de la provincia, con una edad superior al cuarto de siglo, sigue cursando algún tipo de estudios. La mayoría cursa grados universitarios, siendo para algunos su segundo título, con el objetivo de complementar su formación o bien para adquirir conocimientos de un ámbito por el que siempre han tenido interés, pese a no dedicarse a ello. Destaca también una alta preferencia por los estudios de idiomas, que pueden ser de provecho para la vida laboral. En tercer lugar, se sitúan los que estudian algún grado superior de Formación Profesional.
Con todo, cabe destacar que el 25,53% de los ourensanos tienen algún título superior, una cifra en la que hay que tener en cuenta que la población de la provincia es más bien envejecida.
Estudiar lo justo
Como es lógico, la gran mayoría de los estudiantes de la provincia se concentran en las etapas de enseñanza obligatoria. Una vez se consigue el graduado de la ESO, las vías de formación empiezan a ramificarse, e incluso hay quien decide directamente dejar los estudios. Así, cabe destacar que en el 2023 –según los últimos datos recogidos por el INE–, el 10% de los ourensanos de 17 años no cursaba ningún tipo de formación.
Pese a ello, el 87% de los residentes en la provincia de entre 15 y 19 años continuaban aprendiendo. En el siguiente escalón, que comprende desde los 20 a los 24 años, la caída es significativa. Menos de la mitad de los jóvenes de esas edades –concretamente el 46,36%– estaban matriculados en algún nivel de estudios.
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