Se supone que la vuelta al cole es su campaña. Cuando el inicio de curso hace que las familias se pasen por las librerías para … hacer pedidos, para comprar cuadernos y más material escolar. Pero con el paso de los años, las alternativas comienzan a desplazar a estos negocios, que tienen que convivir cada vez con más competencia y que viene de muchos frentes. Desde los planes de libros de segunda mano, las ventas por internet e, incluso, los colegios, que también venden los libros de texto. «Nos dan por todos los lados». Así lo resume Eva Real, de librería Goyo, que tiene más de cuarenta años de historia en el barrio de La Victoria. «El libro te hacía la campaña escolar y podías mantenerte. Ahora te tienes que reinventar. Tenemos suerte de tener una clientela fija, pero cada año es más difícil».

La situación no es nueva y, en el caso de la compra por internet, se ha acrecentado desde la pandemia. El problema es general y afecta también a la venta de material escolar. «Te ves obligado a comprar menos, porque si no empieza el curso y te lo comes con patatas. Con los pedidos pasa lo mismo, a alguien le hace falta un lápiz, pero en el pedido vienen doce, el resto te sobra», explica Begoña Martínez, de librería Rima, en el barrio de La Rondilla. Desde el negocio de La Victoria apuntan también a programas de libros de segunda mano, que en Castilla y León están representados por Releo. «Antes, las familias podían comprar los libros de primera mano y acceder a una beca que los subvencionaba, pero tenías acceso a material nuevo. Ahora un mismo libro puede tener cinco años de vida», apunta Eva Real.

Las librerías aseguran que los centros pueden devolver los libros que no venden mientras que los negocios solo tienen un margen del 12%

Esto también afecta al precio que establecen las editoriales. «No están obligadas a sacar un libro nuevo, incrementan el precio y te vas a cincuenta euros por cada uno». En este panorama, las librerías tienen que luchar contra las ventas online, donde la principal diferencia no es el producto, que es el mismo, es la rapidez del envío. «Si un cliente pide algo el viernes y no lo tenemos, prefiere pedirlo por internet, porque el sábado lo tiene en casa y nosotros, por los envíos, hasta el lunes no lo tendríamos. Por suerte, parece que la gente joven está adquiriendo conciencia y no deja de venir al pequeño comercio», explican desde la librería Goyo.

Igualdad de condiciones

Y aquí aparece otro factor que también perjudica la existencia de estos negocios. Las ventas que se hacen en los colegios. «Venden libros por debajo del precio legal. Llevamos años denunciándolo, ante las asociaciones de comerciantes, y no hacen nada. Estamos hartos, no solo ocurre en Valladolid, es en toda España y si seguimos así, las librerías no trabajaremos», apunta Raquel San José, de la Librería de mi Barrio. La librera apunta a que los centros educativos incumplen la ley del libro, rebajando los precios, «perjudicando» las librerías de barrio y «vulnerando» la normativa de precio fijo que protege la «igualdad de condiciones de los puntos de venta».

En este sentido, se puede comparar la factura de un colegio concertado de Valladolid con el precio que la editorial. Se trata de uno de la asignatura de plástica, de tercero de Primaria, que tiene un precio de 33,29 euros sin IVA y de 46,16 euros para la venta al público. El mismo libro costaría 30,90 euros en un centro de la capital, teniendo en cuenta que el precio es menor que el del coste al tener que incluir otros descuentos que las editoriales pueden realizar por volumen de pedido. «No es justo», resume la librera, que ya ha denunciado la situación en otras ocasiones. «Cada año es lo mismo, pero la situación no cambia. Esto no se puede consentir», suspira.

«Establecen su negocio de campaña, sin poner ni un solo euro. Porque no pagan un alquiler, una cuota de autónomos, ni empleados. Las editoriales les dan mayor ventajas que a nosotros. Por ejemplo, las librerías solo podemos devolver un 12% de lo que compramos, a los centros se les permite el cien por cien. Además, la editorial dan 25% de descuento y los colegios, como no tienen gasto por vender, sacan márgenes más bajos y el precio es más barato que en una librería. Las editoriales nos quieren quitar», añade Eva Real. En todo este panorama, las librerías añaden este año otro gasto más, la tasa de basuras, que antes no recibían y que ahora deben abonar.