Detrás del mostrador de Fotos Novoa (Rúa do Preguntoiro, 27), negocio especializado que está por cumplir los 59 años de presencia en Santiago, está su propietario, Bernardino Novoa Blanco. Desde ese puesto, vende y asesora a los clientes que entran, cada vez más, en busca de cimentar un nuevo pasatiempo. Uno con una historia que se remonta a los tiempos de Niépce, Daguerre, Talbot, Le Gray y otros pioneros que soñaron y consiguieron capturar la realidad en imágenes fijas.

«Hay un revival de la fotografía analógica desde hace dos años; sobre todo en el tramo de edad de los 18 a los 30 años», cuenta el fotógrafo y comerciante, que agrega: «Se vende muchísimo, tanto cámaras reutilizables como las de un solo uso, y tanto película en blanco y negro como de color».

Según cuenta, la tendencia surgió en la pandemia, cuando adolescentes y jóvenes, tras estar metidos mucho tiempo en sus casas y con mucho tiempo libre, encontraban alguna cámara analógica, preguntaban a sus padres por ellas y se interesaban sobre el funcionamiento de dispositivos cuyo auge había sido mucho tiempo antes de la era de la fotografía digital de sus infancias y la de los móviles con cámara que usan día a día.

«Hay un revival de la fotografía analógica desde hace dos años; sobre todo en el tramo de edad de los 18 a los 30 años»

Bernardino Novoa

— Fotos Novoa

Comenta que «ya había habido un renacimiento antes, pero con gente más especializada», por lo que este redescubrimiento de lo analógico viene de manos de personas sin muchos conocimientos en la materia que buscan dar sus primeros pasos.

«Hay de todo, el 80% es inexperto. Hoy tuve a dos personas que vinieron con su cámara y venían con las pilas descalcificadas dentro. Llegan y dicen ‘ponme esta cámara a funcionar’, a lo que les digo, ‘están ahí las pilas’ y me responden ‘ah, llevaba pilas’», apunta y añade: «Ayer incluso vino una persona pidiendo adaptar un objetivo analógico a una digital, por algo que vio en Instagram. Le dije ‘mira, estás perdiendo calidad así, pero bueno, tú mismo’. Hay cosas en redes sociales que hacen daño».

Al ser consultado sobre qué se vende más, Nardo Novoa responde sin dudar: «Las de un solo uso, es algo continuo, muchísimo. Te hablo de cantidades desorbitadas». Para reafirmar este punto, señala que en lo que lleva del día, sobre las 12:00 de la mañana, van siete cámaras descartables vendidas, aunque matiza: «También es época de turismo».

Más allá de ese apunte, indica que el público turista no se interesa tanto por el material analógico, sino que es mayor la clientela local. «Y hay veces que las vendo de 40 en 40, para ceremonias, eventos, bodas, para poner en las mesas», añade, al tiempo que acota que al mes vende alrededor de 100 rollos, que tienen un rango de precio desde los 10 euros la película de blanco y negro, hasta los 25 para «gente que paga por uno Kodak profesional». Las cámaras desechables, dice, cuestan 15 euros las de 27 fotografías sin flash y 17 euros las que lo tienen integrado. «Sin embargo, la que más se vende es la Kodak de un solo uso, que es de 39 fotos con carrete ultra sensible, que es para hacer foto nocturna, por 25 euros», explica Novoa.

El fotógrafo habla también del resurgimiento de las cámaras instantáneas, esas que antaño se popularizaron bajo la marca Polaroid. «El sistema instant en España ahora mismo lo tiene Fuji. A su vez, yo tengo Polaroid a través del mercado americano», afirma y agrega: «muy caro». Novoa dice que hay mucho interés en este tipo de artefactos y su película correspondiente. «El regalo estrella desde hace cuatro años es una cámara instantánea. Público de comunión, niños de 8 a 11 años, como un primer paso en la fotografía», señala el comerciante, que añade: «Después hay otro segmento, que es el sistema instantáneo híbrido, que puede grabar en tarjeta de memoria y te deja seleccionar la foto y retocarla un poquito. Ya es más alto el precio, hablamos de 250 euros la cámara, pero viene dirigida para el público de 25 a 35 años».

«La cámara que más se vende es la Kodak de un solo uso, que es de 39 fotos con carrete ultra sensible, que es para hacer foto nocturna, por 25 euros».

Bernardino Novoa

— Fotos Novoa

Al hablar de las marcas que vende, asegura que sigue sobreviviendo el duelo Kodak -Fuji, compañías estadounidense y japonesa, respectivamente, que se disputaron la hegemonía a lo largo de la época de oro de la fotografía comercial. «AGFA y otros desaparecieron. En blanco y negro hay otro fabricante que es Ilford, pero Kodak y Fuji se llevan la palma en el mercado», sostiene, y apunta que casi toda su mercancía proviene de Estados Unidos.

Si bien dice que el acceso a los productos no reviste mayores dificultades, ya que tiene cuatro o cinco distribuidores con los que trabaja, señala un obstáculo: «Lo que hay son problemas de abastecimiento. Yo para película pido de Kodak 200 carretes y me mandan 50 o 40. Les llega una cantidad y empiezan a repartir con eso; entonces, no puedo disponer de la película que yo quiera».

Piensa que este revival no será algo del momento, pero que «si vuelve a hundirse» la demanda de lo analógico, será algo que suceda «por el precio, porque están pegando subidas continuas, sobre todo ahora que la película viene toda a través de Estados Unidos, y si los aranceles hacen daño, aumentará».

Además de esos productos y de las labores como fotógrafo de eventos (el principal sostén económico de Fotos Novoa), el comerciante ofrece el revelado de instantáneas, que lo terceriza en uno de los pocos laboratorios que quedan en Galicia.

«Un revelado de fotos más o menos está tardando sobre tres o cuatro días, y cuando los clientes las ven, les parece magia», dice, justo antes de que una joven compostelana entre a su negocio a recoger las fotografìas que dejó para procesar.