
José Antonio Jiménez
25/08/2025
Sevilla, 9 de la mañana del 25 de agosto de 2025. Mientras el técnico utrerano Eloy Ramírez y su segundo, Tomás López, accedían al pabellón de San Pablo por una puerta sin ningún distintivo del Insolac Caja 87 para preparar la puesta en marcha de un equipo ya en pretemporada, los trabajadores del Baloncesto Sevilla acuden a su puesto de trabajo en unas oficinas con sabor a vacío, que mezcla símbolos del Betis Baloncesto y su nueva nomenclatura. Ni rastro de Hereda. Sin una tarea clara que desempeñar, pero obligados a asistir para no dar pie a una posible sanción por dejadez de funciones.
La puerta por la que accedían al pabellón los hombres de Gonzalo García de Vitoria hace unas semanas todavía luce verde Betis, con un llamativo letrero en uno de sus laterales con casi una década de existencia. Se entiende que en breve esa puerta cambiará de color. En las oficinas no faltan huellas de tiempos mejores. Recuerdos de cuando el Caja San Fernando vivía días de vinos y rosas…
Fuentes consultadas por Muchodeporte han dejado claro a este sitio web que tienen la obligación de acudir a diario a las oficinas del cuadro hispalense. Pese a que ni el primer equipo ni su filial tengan previsto competir el curso que viene en Primera y Tercera FEB. Acuden para que nadie les pueda sancionar. La plantilla no la componen más de ocho personas. La mayoría, desempeñando más de una tarea.
Mientras trabajan hasta el mediodía, esperan noticias de alguien que les aclare su futuro. ¿Qué va a suceder con su puesto de trabajo? Lógicamente, sin un horizonte deportivo que planificar, lo normal es que cada uno trate de solventar su situación personal de la mejor manera posible. Desvinculándose de un Baloncesto Sevilla que no da señales de vida desde que los juzgados no le aceptaron las medidas cautelares para competir.
Desgraciadamente, leer el periódico, como vulgarmente se dice, es lo único que tienen que hacer jornada tras jornada personas queridas que buscan una respuesta. Los jugadores y entrenadores ya se ganan la mayoría la vida por otras latitudes. Al final queda el de siempre, el trabajador esperando a que alguien diga una palabra.