Ismael Martín ha brillado en la tarde de este domingo con nombre propio en la plaza de toros de Toro, que hizo un casi lleno en la entrada, a pesar de la desilusionante ausencia para los aficionados de Morante de la Puebla.

El joven diestro salmantino se llevó la tarde, al cortar cuatro orejas y proclamarse triunfador.

Por la puerta grande del coso toresano le acompañaron en la salida a hombros sus compañeros de terna, Alejandro Talavante y Tomás Rufo —que había entrado en el cartel por la vía de la sustitución de Morante—. Talavante y Rufo cortaron una oreja a cada uno de los toros de su lote.

Alejandro Talavante, a la verónica. | EMMA V. DÍAZ

Alejandro Talavante, a la verónica. / EMMA V. DÍAZ

Martín, de grana y oro, dejó claro desde el primer momento que llegaba a Toro para ir a por todas, al recibir de rodillas con una larga cambiada en el tercio al primero de su lote y pegarle tres verónicas, también de hinojos, para seguir de pie y dejar la media verónica de remate también de rodillas.

Se llevó al toro al caballo en un galleo por chicuelinas y remató con una revolera de sabor con la que llegó a los tendidos. Pero con lo que se ganó definitivamente al público fue al hacer gala de su condición de torero-banderillero.

Sonaba el pasodoble «Puerta grande» en las notas de la banda de música «La Lira» de Toro mientras Martín le dejó los tres pares a su oponente y cerró el tercio corriéndolo para atrás, mientras le tocaba la testuz y la plaza de Toro casi enloquecía.

Se encontró con un buen toro en la muleta, que se había partido el pitón izquierdo en un derrote contra un burladero, y, en los mismos medios, lo recibió de rodillas y empezó a torear con la muleta en la mano derecha, la misma por la que le recetó la siguiente tanda, en vertical y con temple. Se gustó Martín al natural, embarcándolo en la muleta y dejó pasajes ligados y con temple. Mató de una estocada perpendicular, pero efectiva.

Ismael Martín, toreando al natural. | EMMA V. DÍAZ

Ismael Martín, toreando al natural. | EMMA V. DÍAZ

Volvió a ejercer de banderillero con el segundo de su lote y volvió a meterse al público en el bolsillo del chispeante. Lo había recibido sentado en el estribo en la contraquerencia y le pegó una verónica rodilla en tierra, así lo esperó para darle otras dos, de una en una, después de que el toro saliera desentendido, y dejó ver su dominio de lances con el capote. Brindó la muerte del animal a Esperanza Aguirre.

Estuvo firme y tiró de él y también en este se arrimó para sacarle todo lo que tuvo. Se volcó al matar y enterró la espada. El toro se amorcilló contra las tablas y sonó el aviso, y Martín tuvo que descabellar.

Un momento de la faena de Tomás Rufo. | EMMA V. DÍAZ

Un momento de la faena de Tomás Rufo. / EMMA V. DÍAZ

Alejandro Talavante recibió al abreplaza a la verónica para rematar con una sutil media sobre la segunda raya.

El toro embestía colocando bien la cara y con fijación, mientras Talavante le presentaba la muleta con la mano derecha. Al natural, destacó en una tanda de toreo vertical, a pies juntos, cambiando la mano mientras, casi al final de la faena, el toro seguía persiguiendo la muleta. Mató de una estocada desprendida, pero fulminante. Con el segundo de su lote, al que no le sobraron fuerzas, pero tuvo duración, dejó los mejores pasajes al natural a pies juntos.

Tomás Rufo inició la faena al primero de su lote con ayudados por bajo y, con temple,se lo fue sacando afuera. Dejó un muletazo eterno en una tanda de mano baja por la derecha y, por ese pitón, toreó arrastrando la muleta, muy torero. Al natural, mandó a un toro más bien soso, pero noble. Se gustó y se dejó llegar los pitones a los muslos.

Ante su segundo, inició la faena rodilla en tierra en el tercio y le tocó tirar de raza y disposición ante un toro que echó la persiana pronto.