Desde hace más de 50 años, una emisora de onda corta ubicada en Rusia e identificada como UVB-76 emite un zumbido monótono y constante, apenas interrumpido ocasionalmente por voces que leen listas de nombres y números en ruso. La señal, también conocida como ‘The Buzzer’ (‘el zumbador’ en inglés) ha despertado la curiosidad de radioaficionados y teóricos de la conspiración en todo el mundo.

Uno de ellos es Iván, experto en radiocomunicaciones. Según él, el patrón de transmisión parece seguir un sistema de codificación basado en las iniciales de nombres propios rusos. Sin embargo, el resultado, asegura, casi siempre son palabras sin sentido aparente, lo que sugiere que se trata de mensajes encriptados dirigidos a unidades militares en zonas remotas del gigante euroasiático.

«No supone ningún peligro», asegura Iván, quien descarta tajantemente una de las teorías más extendidas: la del sistema «mano muerta» o Perimetr- PTS, según la cual UVB-76 formaría parte de un protocolo automático de represalia nuclear que se activaría si el presidente ruso y otros dos altos cargos militares fueran eliminados.

Un eco remoto de la Guerra Fría

La emisora habría tenido su origen en un complejo militar soviético cercano a Moscú. El transmisor estaba inicialmente ubicado en Povarovo, a unos 40 km de la capital rusa. Sin embargo, hace algunos años se detectó que la triangulación de las señales cambiaron, trasladándose al este de Rusia. Esto creó la teoría de que no hay un solo punto de emisión, sino dos; el primero cercano a San Petersburgo y el segundo a poca distancia de Peskov, próximo a la frontera con Estonia.

El lugar original de emisión está hoy abandonado, y muchos creen que la señal fue trasladada exactamente tras la caída de la URSS. Pese a los esfuerzos de aficionados y expertos que han intentado rastrear el origen exacto, la ubicación de UVB-76 sigue siendo un misterio.

El antiguo recinto militar, hoy en ruinas, se ha convertido en lugar de peregrinación para los más entusiastas seguidores de la emisora, en busca de pistas que desvelen el propósito real de esta transmisión eterna. Hasta ahora, el zumbido continúa, impasible al paso del tiempo, alimentando teorías, rumores y el enigma de una voz que apenas habla, pero que nunca calla.