«Si te pido que te compres un libro, ¿podrías hacerlo hoy mismo?». Éste es el mensaje que Juan le envió a Laia Santís (@vidaentrelibros) cuando se reencontraron en las redes sociales, unos años después de haber coincidido en un concierto en el corazón de Vilafranca. Santís contestó con un sí rotundo y corrió hacia la librería en busca de su primera propuesta: Hermano de hielo, de Alicia Kopf (La Otra Editorial). Durante cuatro meses, todo el mundo en su casa leía a la vez las mismas páginas del mismo libro y después las comentaban.

La historia de cómo se conocieron la cuenta Laia Santís en Cartas de amor (Columna), donde se dirige a Juan para revisitar aquellos primeros días de la relación. «Y cada noche, de la cama estante, esperaba el CLING de tu mensaje para abrir el libro y leer contigo. El sonido del mensaje, las cosquillas en el pecho, el salto dentro del estómago. Durante unos minutos te sabía y te imaginaba en silencio, leyendo las mismas páginas que yo, a decenas de kilómetros de distancia, pero casi como si fuera el de la distancia, pero casi como si fuera el de la distancia. que se obsesionó por las expediciones polares y por su hermano, era el de menos, un pretexto, una excusa, un telón de fondo. bookstagrammer.

Cuando se fueron a vivir juntos, explica Santís, Joan le hizo sitio a ella ya los más de 2.000 libros que le acompañaban. «Tenemos una repisa llena de ejemplares repetidos. Dos libros idénticos que se apoyan en nuestra biblioteca particular. Alicia Kopf, Jean-Claude Carrière, Angela Davis, Lucia Berlin… Miro los libros de la balda y pienso que allí empezó una historia de amor que se ha ido multiplicando», explica Sant.

Desde entonces han pasado ocho años y también se han convertido en padres. La relación se ha ido transformando, con los cuidados siempre en el centro: «Una relación debe cultivarse desde el respeto y desde el cariño, pero también desde saber que todo el mundo evoluciona, y que el amor es saber aceptar esta evolución. No hay nada más bonito que algo que empieza entre libros y acaba bien. Si hacen falta más baldas, las construiremos», concluye.