“Pero la vida no, no debería ser así, creo yo. Me niego. Ya lo digo desde el principio. Si estás ya en el camino, no te preocupes de a dónde te lleva: solo síguelo; eso ya es mucho, eso ya es todo” (‘Yo soy S’, M. Gracia). Esta es la puerta de entrada al camino que propone Míchel Gracia en su novela ‘Yo soy S’.
Su primera novela, presentada ya en la última Feria del Libro de Zaragoza, es una “obra hecha con amor hacia la niñez perdida”. No siempre fue así, las primeras líneas de la vida de ‘S’ se escribieron hace algo más de una década y para Míchel Gracia era un testimonio “un poco desde la rabia, como una especie de ajuste de cuentas con mi pasado”. Años después, retomó esas páginas iniciáticas y quiso mejorar la calidad literaria: la voz del narrador pasó a la primera persona, el tiempo narrativo al presente y se propuso contarlo “con la mentalidad de un niño un poco especial, porque a veces habla como un adulto”.
Sin embargo, no es un relato autobiográfico. “En realidad yo no soy ese”, aclara Míchel, que sí admite que la experiencia propia han sido los ladrillos para la construcción del texto, una suerte de fondo documental para luego unir las partes con dosis de ficción e imaginación. “He intentado que sea algo un poco universal, que la gente se identifique con experiencias de la infancia y más en un contexto muy concreto”. Míchel Gracia cree que su novela es multigeneracional, que no solo profundiza en la generación que vivió en el final del franquismo y la transición democrática en España, sino que llega a cualquier persona y de cualquier lugar.
Portada de ‘Yo soy S’, publicado por ZsaZsaZsu Ediciones / El Periódico
La estructura de la novela se fracciona en relatos o reflexiones cortas, “son como pinceladas, como si fuera una pintura impresionista de la realidad que cuando se juntan todas forman una especie de todo coherente”, así describe Gracia su libro en el que “no hay acción, pero pasan cosas gordas”.
Doble transición
‘Yo soy S’, es la historia de una doble transición: la personal del protagonista hacia la edad adulta y la sociopolítica de la España de finales de la década de los setenta. El autor reconoce una analogía no intencionada entre la evolución del niño y historia de España en este periodo, “la obra te lleva hacia mundos que no pensaba al escribirla”, aunque en su apuesta por el realismo y la verosimilitud sí que intencionadamente “lo que he intentado es dar detalles muy concretos, por eso ubico la ciudad de Zaragoza”, remarca Míchel Gracia. Los escenarios son reales y definidos pero el lugar en el que habita la novela es el de la mente y la realidad vista a través de ‘S’, a su vez, él es el representante de un protagonista colectivo. A pesar del trasfondo de amargura vital e inconformismo porque “la vida no debería ser así”, Míchel quiere creer que “al final hay como un mensaje de esperanza en el que las cosas pueden ser de otra manera”.
Míchel Gracia ya había publicado otras obras –‘Palabrismos’ y su continuación ‘Más palabaris mos’-, este es su tercer trabajo pero no el último. Sobre si el camino emprendido con ‘S’ ha terminado, el escritor reconoce que no y que está trabajando en la segunda novela, “con amigos con los que hablo les digo que ya tengo la trilogía en la cabeza”. En este caso, otro joven, que podría ser ‘S’ o no serlo, vive la experiencia del “servicio militar, que me parece una cosa muy interesante, porque casi se ha olvidado ya que eso existió”, cuenta Gracia. De la opresión de la escuela a encierro cuartelario de la extinta mili.
Por último, Míchel Gracia completa su faceta artística con la música –tiene un proyecto personal llamado Albastra– y la conversación que sostiene este reportaje se desliza, sin querer y por curiosidad, hacia la actualidad del cantante y guitarrista de Los Modos -grupo pop-rock zaragozano fundado a mitad de la prolija década de los ochenta-. “Seguimos tocando”, aclara el compositor de ‘Sin mirar atrás’, su último single de 2018, y emplaza a oírles próximamente en un formato clásico pero actual: “Ahora que vuelve el vinilo, pues tenemos un poco la ambición esa de tener nuestro propio vinilo”.