«El esplendor de España, en negro y rojo». ‘The New York Times’ elogió con grandes titulares en 1931 las quince pinturas murales que Josep María Sert (1874-1945) pintó para el gran comedor del entonces recién inaugurado hotel Waldorf Astoria de Nueva … York. Era la primera gran obra del artista catalán que veía la luz en la ciudad de los rascacielos y una de las mejores realizaciones de quien, para muchos, es el mejor pintor decorador del periodo de entreguerras.

El encargo que recibió el artista catalán en 1929, el año del crack bursátil, incluía la decoración completa de la sala (mobiliario, iluminación…) y por él cobró 150.000 dólares de entonces (unos 2,8 millones de euros de hoy). Toda una fortuna en la época. «Fue el mejor pagado hasta ese momento», relata Belén Fernández, responsable del Departamento de Patrimonio Artístico del Banco Santander, propietario del conjunto mural en la actualidad.

En quince paneles de 4,20 metros de alto y anchuras que varían de entre los 6,40 de la pintura principal a los 1,50 metros de las menores, Sert recreó en grisalla escenas festivas de ‘Las bodas de Camacho’ del Quijote. Las pobló de tipos populares y folklóricos, en la línea costumbrista que tanto gustaba, con torres humanas, acrobacias, animales (toros, caballerías…) e instrumentos musicales, sellos de su estilo.

De Goya hay más que alusiones en este primer encargo del artista en Estados Unidos (después pintaría ‘El progreso americano’ para el Rockefeller Center). «A ver si lo distingues entre ese grupo de gente», reta desafiante el restaurador Juan Antonio Sánchez ante el panel principal de ‘Las bodas de Camacho’ en la Sala de Arte del Banco Santander de Boadilla del Monte. Allí se expone el conjunto recién restaurado, tal como debieron contemplarlo, entre sorbo y sorbo de champagne, personalidades como Marilyn Monroe o Frank Sinatra, que disfrutaron de comidas o fiestas en la ‘Sala Sert’ del mítico hotel.

Las tonalidades doradas, que habían llevado a pensar a muchos que eran originales, han desaparecido tras la limpieza y las pinturas han recobrado su luz plateada. «Los lienzos se pintaron sobre paneles de plata. El aspecto dorado era la mezcla entre los barnices que estaban oxidados y envejecidos, los restos de cera del forrado del soporte que se hizo en la restauración de los años 70 y que no se retiraron por completo sobre los colores y de reintegraciones antiguas de purpurina», explica Sánchez.

Imagen principal - Trabajos de conservación y restauración en 'Las bodas de Camacho' de Sert

Imagen secundaria 1 - Trabajos de conservación y restauración en 'Las bodas de Camacho' de Sert

Imagen secundaria 2 - Trabajos de conservación y restauración en 'Las bodas de Camacho' de Sert

Dos años de restauración
Trabajos de conservación y restauración en ‘Las bodas de Camacho’ de Sert
Banco Santander

Su colega Ana Iruretagoyena, responsable del Proyecto Sert, se acerca a uno de los paneles para mostrar cómo la luz atraviesa la pincelada suelta del artista y se refleja sobre la plata del fondo. A corta distancia se aprecian los dedos del pintor sobre el lienzo y también un detalle que ha llamado la atención de los restauradores.

Arañazos de tigre

En unas pinturas que estuvieron 40 años expuestas en un comedor donde se celebraban fiestas esperaban descubrir roces, pero no «¡arañazos de tigre!». «Nos estamos imaginando algún espectáculo con algún animal porque estas marcas –dice Sánchez ante unos rasguños– parecen que son de animales».

Belén Fernández explica que en una reforma del hotel en 1972, se desmontaron las pinturas. «Se dañaron bastante», dice, porque los lienzos «se arrancaron tirando de abajo hacia arriba» y se enrollaron. El conjunto fue adquirido al año siguiente por los hermanos Climent, que lo trajeron a España, donde se exhibió en una muestra en Pedralbes. Posteriormente pasaron a manos de Bankunion, aunque estuvieron depositadas en el Museo Arqueológico de Barcelona hasta 1987, fecha en la que se expusieron en el Palacio de Velázquez.

Al Banco Santander llegaron a través del Banco Urquijo y desde 2005 se han exhibido en Boadilla hasta que hace dos años comenzó su restauración. Alfonso Raez, director del Área de Inmuebles, recuerda el contraste al contemplar en estos últimos meses los paneles que volvían restaurados con los que aún aguardaban su turno. «Han ganado un montón en volumen, en profundidad, que no se apreciaba. Era todo plano. Ahora sí que ves a Sert».

Según Iruretagoyena, había detalles que no se interpretaban bien porque en la restauración de los años 70 «se debieron quedar cortos de tiempo y resolvieron mal la reintegración». Para la restauradora, «es importante que ahora se haya acometido la obra como un conjunto, con un tratamiento homogéneo y un resultado acorde con el original». Se puede apreciar de forma gratuita en la Sala de Boadilla antes de que ‘Las bodas de Camacho’ se lleven al nuevo espacio Faro Santander que se construye en la capital cántabra.