Los españoles consumieron un promedio de 1,17 kilos de patatas fritas en 2024, una cifra muy cercana a la registrada hace cinco años, cuando el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) contabilizó un consumo per cápita de 1,1 kilos. El problema es que esta no es la mejor forma de comer patatas. 

Un reciente estudio de Harvard ha advertido de que el consumo habitual de patatas fritas podría estar relacionado con un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Aunque investigaciones anteriores ya habían planteado esta posibilidad, los resultados no habían sido concluyentes hasta ahora.

En este nuevo estudio, publicado en la revista BMJ, un equipo de investigadores analizó los hábitos alimenticios y los niveles de azúcar en sangre de más de 205.000 personas, hombres y mujeres, durante un período superior a 30 años. 

Los participantes informaron con qué frecuencia consumían determinados alimentos, incluyendo diferentes preparaciones de patata (fritas, al horno, hervidas y puré) y cereales integrales. Asimismo, los investigadores recopilaron información sobre su estado de salud, estilo de vida y factores demográficos

¿Cómo es aconsejable consumir las patatas?

A lo largo del estudio, 22.299 personas fueron diagnosticadas con diabetes tipo 2. Además, los resultados mostraron que quienes consumían patatas fritas tres veces por semana tenían un 20% más de riesgo de desarrollar esta enfermedad. En cambio, no se halló un vínculo significativo entre el riesgo de diabetes y otras formas de preparación, como patatas hervidas, al horno o en puré.

«El mensaje de salud pública es simple y contundente: pequeños cambios en nuestra dieta diaria pueden tener un impacto importante en el riesgo de diabetes tipo 2. Limitar el consumo de patatas, especialmente las fritas, y elegir fuentes saludables de carbohidratos integrales podría ayudar a reducir el riesgo de diabetes tipo 2 en la población», afirma en un comunicado Walter Willett, uno de los autores del estudio.

El estudio refuerza la importancia de prestar atención no solo a los alimentos que consumimos, sino también a cómo los cocinamos: «Para los responsables políticos, nuestros hallazgos resaltan la necesidad de ir más allá de las categorías generales de alimentos y prestar más atención a cómo se preparan los alimentos y a qué reemplazan. No todos los carbohidratos, ni siquiera todas las papas, son iguales, y esa distinción es crucial para elaborar pautas dietéticas efectivas«.