Árbitro por casualidad, así se describe a sí mismo Marcos Outeda, que guardó por última vez en mayo las tarjetas en balonmano pista, después de 25 años. Una larga carrera a la que puso punto y final con una doble despedida que ni él mismo se esperaba, pues había pedido personalmente a la Federación Española poder retirarse en un partido del Teucro, en el lugar que lo vio «nacer y crecer» y ante su gente.

Algo que terminó sucediendo para que Outeda pudiese decir adiós delante de sus padres, familia y amigos y que fue «muy chula y especial». Pero el destino le tenía guardada una sorpresa, cuando la federación le nombró como uno de los árbitros de la fase de ascenso a Primera Nacional, que se celebró en el Pabellón de Coia en Vigo.

Allí tocó por última vez el silbato en un BM LeganésVillafranca, donde su compañero Mauro Montero habló previamente con los equipos para rendirle un emotivo homenaje que no se «esperaba para nada». «Tengo muchos conocidos en ambos equipos y mi compañero habló con ellos para hacerme un pasillo. Después, los dos, me regalaron camisetas firmadas, fue algo muy emotivo», dice.

Un encuentro que cuenta que vivió con «mucha emoción» desde el sorteo inicial y que, conforme pasaban los minutos y se acercaba el final, no quería que acabase. «Se lo decía por pinganillo a mi compañero Mauro, que no quería que se acabase, y cuando terminó nos abrazamos y rompí a llorar», explica mientras asegura que ahora disfrutará del balonmano de pista como «un aficionado más» y que no se ve ejerciendo de algún cargo como el de entrenador o el de directivo.

Los comienzos

Su carrera de arbitraje empezó con 15 años cuando, mientras jugaba en la base del Teucro, asistió a un torneo de balonmano playa y tuvo que arbitrar un partido. «Nos dijeron que uno de cada equipo teníamos que arbitrar, entonces me tocó y, animado por otros árbitros, me puse a ello», explica.

Un año después, con 16 años, mientras hacía de entrenador en la base del Teucro sacó el curso, animado también por sus compañeros. «Los viernes hacíamos una liguilla y me dijeron que me pusiese a arbitrar que lo hacía bien y que porque no hacía el curso», dice.

Marcos Outeda: »

Le decía por pinganillo a mi compañero Mauro que no quería que acabase el partido (de su despedida)»

Ahora, se retira del balonmano pista después de 25 años, donde ejerció 18 como árbitro a nivel nacional y 17 de forma internacional, con el silbato en la boca. Entre los motivos que lo llevaron a esto destaca el desgaste físico y la falta de tiempo y compatibilidad con su actual trabajo de ‘coach’ y monitor.

«Al final son 17 años non-stop yendo de la pista a la playa y viceversa. Llega un momento que no puedes más y tienes que parar porque te falta tiempo de calidad y ahora mismo mi trabajo requiere bastante tiempo», explica.

Otro de los motivos que lo han llevado a tomar esta decisión es el desarraigo y los cambios negativos que está sufriendo el balonmano base. «A mi me gusta mucho pitar base y cada vez se está poniendo más feo, es algo que opinamos la mayoría y que no nos gusta», aclara. «Lo que pasó en Sanxenxo fue muy duro, es algo que te choca y que te hace pensar que no merece la pena. Nadie quiere ver eso ni formar parte de ello», añade.

Marcos Outeda: »

No me arrepiento de nada, tuve que escoger entre entrenar, jugar o arbitrar y creo que no me ha ido tan mal»

Echando la vista atrás a todos estos años de arbitraje, Outeda, afirma que no se arrepiente de haber elegido ser árbitro en vez de continuar como entrenador o jugador. «Me gusta mucho entrenar base pero no me arrepiento de nada, tuve que escoger y creo que no me ha ido tan mal», comenta entre risas.

También dice que le ha servido para llevarse muchas experiencias a nivel personal, educativo y de valores, pero que lo que se lleva «sobre todo» son los amigos que ha hecho por el camino entre entrenadores, jugadores y otros deportistas a los que ha entrenado en sus días como técnico.

También admite que se queda con muchos buenos recuerdos de los partidos que ha pitado, que «todos los árbitros tenemos dos o tres guardados en la recámara» y que «siempre que dices que eres árbitro piensas en todo lo negativo pero al final te quedas con lo positivo».

Marcos Outeda: »

A mi me gusta mucho pitar base y cada vez se está poniendo más feo, es algo que no nos gusta a ninguno»

«Tengo un partido que fue un TeucroNovás en Plata con el pabellón lleno hasta la bandera y no me había dado cuenta de la gente que había hasta que pité el final y vi que estaba todo a reventar. Parte de la directiva bajó a vestuarios a felicitarme», recuerda.

Otro de los partidos que siempre tendrá guardado en su memoria es un Barcelona BVilla de Aranda, que actualmente se encuentra jugando en Liga Asobal, en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Un partido que a día de hoy aún no se cree haber pitado. «Te ves entrando ahí y piensas no me lo creo, además aquel Barça estaba plagado de jugadores que ahora son estrellas internacionales, como Rodrigo Corrales, que fue campeón del mundo», explica el exárbitro, rememorando alguna de sus mejores experiencias a lo largo de su carrera.

Lejos del retiro

Marcos Outeda explica que a pesar de haber colgado el silbato en balonmano pista, se encuentra lejos de hacer lo mismo en playa. «Moriré en la playa. Siempre digo que me va a retirar la playa, es algo que veo lejos y en lo que prefiero no pensar», admite. «Ahora cambié un poco el rol y doy cursos a nivel internacional, pero no quiero parar», añade.

Marcos Outeda: «Moriré en la playa, veo lejos el retiro y prefiero no pensar en ello»

Un lugar donde también reconoce que se encuentra más a gusto y donde cree que es mejor, ya que ha alcanzado más éxitos y logros a nivel nacional e internacional. Entre estos hitos recuerda sobre todo la semifinal de los World Games celebrados en Taiwán en 2009, donde reconoce que «era un crío» cuando le tocó arbitrar la que dice fue «una final anticipada».

También recuerda otros grandes partidos que le tocaron pitar como uno por el tercer y cuarto puesto que tuvo lugar en el Europeo de Dinamarca y donde asistieron 3.000 personas. Otra cita que se le viene a la mente es el Campeonato del Mundo en las Islas Mauricio.