De la noche a la mañana, la vida de Molly Kochancambió radicalmente por culpa de un diagnóstico terminal. En 2015, con apenas 41 años, recibió la noticia de que sufría un cáncer de mama en etapa IV, con metástasis en huesos, cerebro e hígado, que acabó arrasando con todo lo que conocía hasta entonces, incluido su trabajo como educadora infantil y su matrimonio de más de 15 años.

Después de despedirse de esta vida estable, en lugar de resignarse ante la enfermedad y esperar la muerte, decidió cambiar por completo su vida para explorar nuevos caminos que hasta entonces no había probado. Comenzó entonces un viaje de autodescubrimiento sexual que le llevó a acostarse con más de 200 hombres y que, años más tarde, acabaría convirtiéndose en el podcast ‘Dying for Sex’, narrado por su mejor amiga, Nikki Boyer.

Su desgarradora historia no sólo alcanzó a los oyentes de este proyecto, sino que acabó convirtiéndose también en unas memorias e incluso en una serie de televisión. La comedia dramática ‘Dying for Sex’, protagonizada por Michelle Williams y Jenny Slate, cuenta la historia real de esta mujer que decidió emprender una serie de aventuras sexuales poco antes de morir y está disponible desde el pasado 4 de abril de 2025 en el canal FX y en Disney+.

La historia real de Molly Kochan, la protagonista de ‘Dying for Sex’

Tal y como relató ella, su matrimonio de casi 15 años ya había comenzado a desmoronarse pocos meses antes de que le detectaran la metástasis en su cuerpo. Aunque ambos se profesaban mucho cariño, últimamente habían tenido muchos «problemas en la cama», algo que hizo que ambos se distanciaran.

«Teníamos dificultades sexuales antes de que llegara el cáncer. Justo antes de que me diagnosticaran, buscaba revitalizar nuestra vida sexual… y entonces apareció el cáncer», contó ella misma en esta conversación con su amiga.

A raíz de su enfermedad, a Kochan le recetaron un nuevo medicamento que hizo que su líbido aumentara considerablemente. Fue entonces cuando decidió que su cuerpo «necesitaba ser tocado» y decidió divorciarse de su marido después de casi dos décadas de relación. Según relata en el podcast de su amiga, se dio cuenta de que «necesitaba otra cosa», aunque no culpa a su entonces pareja de la ruptura de su matrimonio.

Comenzó entonces una «exploración sexual» para sentirse viva en el momento más complicado de su vida. Para ella, el sexo era la antítesis de la muerte y la hacía sentirse mejor que nunca a pesar de su enfermedad y, sobre todo, del dolor, del miedo y del trauma que esta le había ocasionado: «Fue una forma de decir que no estaba lista para morir».

En los años siguientes, Molly llegó a mantener relaciones sexuales con cerca de 200 hombres, experimentando más que nunca en toda su vida. «Quería sentirme deseada, libre y presente. No me importaba si me juzgaban o me llamaban loca. Tenía miedo de salir de este mundo sin haber sentido todo lo que aún podía sentir […] El sexo se convirtió en mi modo de existencia. Si el placer era lo único que podía controlar, me aferraría a él con uñas y dientes», relató a su amiga.

El sexo la hizo sentirse más viva que nunca a pesar del cáncer terminal que sufría

De muchas de estas experiencias habló con total franqueza en ‘Dying for Sex’, donde incluso expuso algunos de sus encuentros. Para contactar con sus pretendientes, usaba aplicaciones de citas y anuncios sugestivos y los solía llevarlos a hoteles baratos o apartamentos de alquiler. Allí, antes de los encuentros, les confesaba la enfermedad que sufría: «Soy egoísta. Por primera vez en mi vida me lo permito. Nadie que tenga fecha de expiración debería preocuparse por cumplir las expectativas de los demás».

Entre sus aventuras más sorprendentes, Molly coincidió con un modelo alemán que tenía un fetiche con sus pies o con otro joven que le pidió que lo pateara en los testículos. «Fue como un parque temático con una sola atracción, y no había que esperar fila», contaba en esta conversación, donde explicó que toda esta experiencia le había hecho sentirse más «empoderada».

Todos esos encuentros sexuales, además de liberarle del dolor y del miedo a la muerte, también le sirvieron para hacer frente a los traumas infantiles que tuvo a raíz de un abuso sexual que sufrió cuando apenas era una niña. Hasta entonces, disociaba cada vez que mantenía relaciones, sin sentir nada ni pensar en su propio placer.

Este redescubrimiento le sirvió para conocerse más a fondo y entender tanto su identidad sexual como emocional: «¿Es válido querer ser una persona sexual incluso después de haber sido abusada? Sí, lo es», se preguntó ella misma en el pódcast.

Molly falleció en 2019 tras varios meses ingresada en el hospital

Poco después de grabar el podcast junto a su amiga Nikki, en diciembre de 2018, Molly Kochan ingresó en el hospital, del que no volvería a salir nunca más. Apenas unos meses después, en marzo de 2019, falleció a los 45 años a raíz del cáncer terminal que le había sido diagnosticado hace casi un lustro.

En el último episodio de esta conversación entre amigas, ella misma hablaba de las enseñanzas que le dejó su enfermedad durante los años que convivió con ella. «El regalo que me da la muerte es enamorarme de mí misma», aseguró ella misma poco antes de perder la vida.

A pesar de su fallecimiento, su figura continúa muy presente gracias a su amiga Nikki. Fue ella quien publicó a principios de 2020 el podcast donde ambas reflexionaban sobre este viaje sexual y la enfermedad, que acabó siendo premiado como Podcast del Año en los Ambies de 2021. En 2025, Disney+ estrenó también una miniserie basada en las vivencias de Molly: «La muerte ya me quitó muchas cosas. Lo único que no puede arrebatarme es mi historia».

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