Parece que Water From Your Eyes, el proyecto del dúo formado por Rachel Brown y Nate Amos con base en Nueva York, ha caído por inercia en ese cajón desastre que es el “experimental”, el pseudo-género para encasillar lo aparentemente inclasificable.

Aunque la experimentación de “It’s A Beautiful Place” es más una ligera innovación que una completa transgresión de géneros, Water From Your Eyes consiguen dar un paso de gigante con respecto a sus trabajos más tempranos, establecen la voz que parecían encontrar en su álbum anterior “Everyone’s Crushed” (23) y nos ofrecen un divertido cóctel de géneros en menos de treinta minutos.

La propia Brown compartía, en el anuncio del álbum, su pasión por la televisión y la posibilidad que ofrecía “esa pequeña caja” de encapsular infinitos universos. Sin duda el dúo hace lo propio en este segundo largo editado por Matador, el sexto en ocho años (séptimo si contamos su disco de versiones).

Ya nos lo demostraban con esos primeros adelantos: “Life Signs”, en la que casan guitarras crudas y viscerales más propias del punk o el noise, con voces melodiosas más cercanas al pop alternativo de los noventa; “Playing Classics”, mientras tanto, es una suerte de pista de baile, protagonizada por un beat y riff de piano igual de hipnotizantes y quizás una de las canciones más inesperadamente divertidas que nos ha regalado este año. Así, en sólo dos singles, consiguen recoger referencias tan variopintas como Sleater-Kinney, Peaches, Shellac, los Stereolab más guitarreros o sus coetáneos Squid.

Cortes como “Born 2” evocan esa producción desbordante y saturada que a principios de la década pasada encontrábamos en algunos trabajos de los también neoyorquinos Sleigh Bells.

A pesar de la dominancia de las guitarras sucias, la banda no escapa de la melancolía en este trabajo, aunque no quede tan en la superficie como en los proyectos paralelos de Brown (Thanks For Coming) y Amos (This Is Lorelei); “Blood on the Dollar” es el corte que muestra mayor cercanía a ese universo de “slacker americana” en el que el alter-ego de Amos parece vivir.

Sí que dejan atrás esa faceta más lo-fi o bedroom-pop que aparecía en discos como “Somebody’s Else’s Song” (19), muestra de la madurez del proyecto y esa inquietud del dúo que reluce en “Spaceship”, pista en la que consiguen construir un cautivador muro sonoro a base de loops y juegos vocales.

Dice el propio dúo que este es un disco sobre el tiempo, los dinosaurios y el espacio: si bien este trabajo da volantazos entre una angustia existencial y la apreciación de lo banal, la temática espacial parece quedarse en un guiño (véase la intro “One Small Step” y el cierre “For Mankind”); en cualquier caso no cabe duda de que han decidido volar alto y consiguen salir más que airosos del viaje.

It’s A Beautiful Place de Water From Your Eyes