‘La grazia’ representa el regreso de Paolo Sorrentino al mundo de la política italiana, con el retrato sobrio de los últimos días de mandato de un presidente ficticio, Mariano De Santis (Toni Servillo, eterno colaborador). Durante este ocaso desocupado y reflexivo, De Santis decide emprender tres últimos mandatos: dos de ellos son peticiones de indulto por asesinato que a corta escala levantan ampollas personales y morales muy por encima de lo estipulado en el Código Penal, y otra es la Ley que el político lleva años preparando para legalizar la eutanasia. En Italia, el suicidio asistido sólo se contempla en la legislación de algunas provincias y el debate, en un país profundamente católico, es hoy más candente que nunca.
“Confío en poder seguir señalando aquello que me parece importante”, ha explicado, “aunque el cine ya no goza de tanto poder, cuando una historia podía tener un impacto devastador en términos de popularidad y aunque yo ya no pueda afrontarlo con la misma energía de antes”. Quizás el napolitano responsable de ‘La gran belleza’ no tenga fuerzas para seguir sacando a relucir los aspectos más mundanos y oscuros de la sociedad italiana, o puede que simplemente ahora le apetezca mirar al futuro con optimismo.
‘La Grazia’ (Paolo Sorrentino, 2025)
Paolo Sorrentino: «La ética a veces parece opcional, esquiva, opaca o invocada solo por razones instrumentales»
Porque, como el actor interpretado por Paul Dano enseñaba en ‘La juventud’, hay dos formas de contar un mismo hecho; desde el horror o desde el deseo (“y es el deseo el que nos mantiene vivos”). Por ello, en lugar de recorrido fascinado por los excesos y desvaríos de los círculos presidenciales, como lo era ‘Silvio (y los otros)’, en ‘La grazia’ el cineasta ha optado por contar lo que, ante todo y para él, “es una historia de amor”. Una fábula que ha estado influenciada por “el enfoque íntimo y emocional de François Truffaut”, explica, aunque sin abandonar parte del gusto por la ocurrencia felliniana (“No espero que la gente deje de compararme con Fellini”, bromea).
“Mariano De Santis ama a su difunta esposa, ama a sus hijas e hijos, y la brecha generacional que los separa. Ama el derecho penal, que ha estudiado toda su vida. Tras su semblante serio y austero, es un hombre de amor”, escribe el cineasta en su carta de intenciones. De hecho, el corazón de la película se traduce en el drama de un padre cuyos miedos y deformaciones su hija Dorotea, una fantástica asesora política interpretada por Anna Ferzetti (‘Diamanti’), ve con demasiada claridad.
Getty Images
“La película nos ofreció la oportunidad de alejarnos del cliché sentimental, y de llevar esta relación padre-hija a un terreno de debate intelectual. Ambos personajes están enamorados de la Ley, y eso convierte cada encuentro en un choque de ideas, además de un intercambio de afectos”, explica Servillo en referencia a tantas del repertorio de mano-a-manos que Mariano y Dorotea sostienen durante la cinta. ‘La grazia’ será recordada, ante todo, como una película socrática.
“Los dilemas son un instrumento narrativo potentísimo”, ha explicado en relación a su interés por la duda. “Afortunadamente, sin la obsesión de buscar certezas absolutas, la duda me ha permitido encarnar una idea más alta de la política. No siempre lo había entendido así; desde mis primeras experiencias de escritura aprendí que las relaciones entre las personas son, inevitablemente, relaciones de fuerza. Poco a poco, haciendo esta película, fui comprendiendo que esas dinámicas de poder están presentes desde el principio”, y que, por tanto, hay poder en todas partes. Así, se propuso escribir una película plenamente política a todos los niveles, “en un momento histórico en el que la ética a veces parece opcional, esquiva, opaca o, con demasiada frecuencia, invocada solo por razones instrumentales”.
Getty Images
Lo cual es ya una proclama comprometida en tiempos de populismo fascista en la República italiana, aunque esta vez Sorrentino no ha querido mojarse como sí hizo en su biopic sobre Silvio Berlusconi: “No nos inspiramos en un solo presidente, si no en muchos perfiles distintos: políticos italianos, alemanes, hombres de leyes, padres y líderes de diferentes procedencias”. Dice que todo parecido con la realidad es fruto de “una decisión personal”.
Paolo Sorrentino: «Cada vez que siento que estoy demasiado triste, pienso: ‘Ahora es el momento de hacer una película'»
A sus 55 años, Sorrentino no se declara ni inocente, ni culpable; sólo responsable. Mira hacia su futuro y espeta con un humor verdaderamente serio, “probablemente voy a hacerlo peor, como muchos directores”. Suena igual que el cineasta interpretado por Harvey Keitel en ‘La juventud’, derrumbado ante el abandono de su musa y enfrentado a una verdad impepinable pero no menos dolorosa: que sus últimas películas fueron sólo decepcionantes. Para Sorrentino, jubilarse no sería un problema. Dice que “no me gusta rodar.Ruedo películas muy rápido para irme a casa a ver partidos de futbol”. Si sigue en el cine, se queja medio en broma, es porque no sabe gestionar su vida de otra forma: “Cada vez que siento que estoy demasiado triste, pienso: ‘Ahora es el momento de hacer una película’”.
Por suerte, el público sigue del lado del director de Nápoles. ‘Parthenope’ es a día de hoy su película más taquillera en Italia, superando con creces el éxito de ‘Silvio (y los otros)’ e incluso de la ‘La gran belleza’, en la que Servillo quedaba inmortalizado como el escritor Jep Gambardella. Aquel gran viaje al fondo de la noche, con sus misterios y sus placeres mundanos, merecería el Oscar a la Mejor Película en Lengua Extranjera. También Sorrentino ha recibido el abrazo de la crítica, que aprobó con nota su película de Netflix, ‘Fue la mano de Dios’. Aquel diario íntimo, nominado al Oscar, queda lejos de la mediocridad que asociamos a los encargos autorales de la plataforma y le valió el Gran Premio del Jurado en Venecia hará cuatro años.
Getty Images
Hoy son veinticuatro después de que su ópera prima, ‘Un hombre de más’, se estrenara en la Mostra, y con el festival abriéndole las puertas en dos ocasiones más por el pre-estreno de ‘The Young Pope’… En fin, que acabara inaugurando la Biennale parecía algo inevitable. Especialmente, en una edición que arranca marcada por las demandas de más de un centenar de cineastas (entre quienes se cuentan Marco Bellocchio, Alba Rohrwacher, Ken Loach o Audrey Diwan) a la Biennale para que se posicione con claridad con respecto al genocidio de Gaza. La película de Sorrentino, un canto explícito al diálogo humano y a no tomar decisiones precipitadas, puede emplearse como pretexto para la falsa equidistancia. Mubi, distribuidora internacional de ‘La grazia’, ha recibido 100 millones de dólares de Sequoia Capital, un fondo de inversión ligado al sector militar israelí.
Toni Servillo: «Mi trabajo consiste en evitar caer en la comodidad de fundirme demasiado con el personaje»
El otro gran protagonista de la jornada, Toni Servillo, se sienta al lado de su amigo y colaborador escuchándolo, jugueteando con un enorme puro en la boca. Servillo ha protagonizado siete de las diez películas que conforman la filmografía de Paolo Sorrentino, desde aquella ‘Un hombre de más’, en la que daba vida a un cantante canoso y adicto a la cocaína. Era 2001. Tres años después interpretaría a un decadente peón de la mafia redimido por el deseo en ‘Las consecuencias del amor’, un rodaje “apasionado” que el actor recordaba al fin de la producción de ‘La grazia’. Como en ‘Las consecuencias del amor’, un icono estatuario se descubre un hombre sensible y redescubre el placer y el dolor de vivir plenamente.
Getty Images
La gran diferencia recae en que Servillo hoy escribe desde la palestra presidencial, en un cargo que afecta directamente a quienes somos y cómo nos comportamos: “En los momentos en los que yo podía dejarme llevar por lo sentimental y acercarme demasiado a Mariano De Santis, en sus soledades o en sus instantes de melancolía, Paolo me recordaba: ‘No olvides que eres el presidente de la República’”. Y continúa: “Eso significaba que al entrar en una sala, al salir, al saludar o al dirigir una mirada, debía mantener siempre un perfil institucional, el peso de la responsabilidad pública. Todo mi trabajo consistió en evitar caer en la comodidad de fundirme demasiado con el personaje; la clave era inventar, no acomodarse en una zona de confort”.
Mariano es un político, sin dudas. Aunque al presidente que Servillo ha construido en ‘La grazia’ lo compararemos antes con el tierno padre de ‘Fue la mano de Dios’, un tipo imperfecto aunque humano, que con el moscardón hedonista al frente de ‘Silvio (Y los otros)’, un político llamado Silvio Berlusconi. ‘La grazia’ no da espacio alguno a las niñeces de políticos como él: “La responsabilidad también es algo de lo que sentimos la ausencia, una evasión casi voluntaria que hoy da paso a exhibiciones vacías y poses musculosas, dañinas, si no directamente peligrosas”.
Especialista en películas de estreno y series de actualidad, festivales internacionales y todas las novedades de cine de autor. Se graduó en Comunicación Audiovisual en la Pompeu Fabra, en el área de Análisis y crítica.
Lleva seis años escribiendo reseñas y cubriendo noticias en Fotogramas, es la firma semanal de cine en Tot és Comèdia de SER Catalunya y Va de Cine de Radio 4, y colabora regularmente en Gara, El Cultural y SensaCine desde el festival de Cannes, Venecia y Berlín. Se ha colgado la medallita por ser la segunda persona de España en recibir el distintivo Berlinale Talents como periodista.
Le apasionan las series (habla de ellas en Plaça Tísner de Betevé) y el anime, del que escribe en Serielizados y al que da vueltas en el podcast Sopa de Miso, de la misma revista. Podréis leer sus artículos sobre videojuegos indie en la revista LOOP, de GameReport, y ha publicado un capítulo en el libro “Pier Paolo Pasolini. El grito que no cesa” (Semana Internacional de Cine de Valladolid y Caimán, cuadernos de cine, 2022).
Es parte del comité de programación del Festival l’Alternativa de cine independiente de Barcelona, para quienes también lleva la prensa. Desde el año pasado, programa películas sobre vino en el Festival Most. Le veréis como participante y coordinando actividades educativas alrededor del cine, en colaboración con ciclos, festivales y escuelas como La Casa del Cine o ESCAC. Hoy se gana el sueldo, también, como docente de Narrativa Audiovisual en el Grado de Videojuegos de la Universitat Politècnica