Una casa en la playa para todo el año donde clásicos del diseño conviven con colores mediterráneos
Esta villa de Sorrento tiene el privilegio de compartir su jardín con el Parco dei Principi, el famoso hotel que diseñó el legendario arquitecto Gio Ponti. «El parque era un jardín de los jesuitas, luego pasó a manos de los Borbones y finalmente se construyeron viviendas para compartir su verdor. Hasta que en los años 60 se subdividió en diferentes propiedades. Esta casa tiene ocho pinos centenarios y una vista espectacular del golfo de Nápoles y el Vesubio», explica la diseñadora Annarita Aversa, fundadora del estudio Architetti Artigiani Anonimi, con sede en Amalfi y Milán. Sus propietarios son viejos conocidos, pero el proyecto era diferente, compraron esta casa en la playa para vivir en ella todo el año.
En otra sala, el sofá blanco Marechiaro de Arflex. Sobre la mesa de centro, florero de FontanaaArte de los años 50. La pared tiene yeso de cal en color amarillo toba de Studio Loho; colgada en ella, una obra de arte de Segni Minimi, Giuseppe Di Costanzo. La mesa de centro de ratán esde Anine Abraham y Dirk Jan Rol, de 1960, la auxiliar es un diseño del estudio de la creativa, los jarrones de cerámica con acabado terracota son de Alessandro Mautone, mientras que el de cerámica esmaltada en blanco y verde es de Lucio Liguori.
© Filippo BamberghiLa lección de Gio Ponti
Para transformar la vivienda, Aversa decidió seguir la lección del propio Gio Ponti, a saber: «Llevar el exterior al interior, el espacio y la luz, pero también los materiales y los colores, armonizándolo todo». Tanto los materiales como los artesanos y artistas elegidos son locales, Aversa los conoce bien, siendo ella misma de la zona. El trabajo implicaba pensar una casa funcional para la vida cotidiana de un empresario en el sector alimentario, y su familia. «Aunque la villa data de 1958, el interior se remodeló en los años ochenta. Tiene unos 450 m2 y más de mil de jardín. En el exterior, hemos mantenido el armazón, pero hemos intervenido en las instalaciones y las barandillas, recuperando piezas originales y otros detalles de los años 60″, prosigue Aversa. En el interior, ha sido más decidida, desplazando el cuerpo de escalera al centro de la planta baja para que las estancias giren a su alrededor de una forma más fluida y funcional. El salón, la cocina, el comedor y la sala de TV interactuan entre sí según las necesidades mediante paneles móviles: «Diseñé las habitaciones de forma que desde cualquiera de ellas se tuviera una doble vista del mar y del jardín», explica. La planta superior cuenta con cuatro dormitorios, además del principal, y cinco pequeños cuartos de baño. «Mi habitación favorita es la de los dueños de la casa, porque tiene una gran cama blanca, un balcón con bonitas vistas al Vesubio y un distribuidor con aberturas que dan a los dos cuartos de baño y al vestidor. Lo he amueblado con un escritorio y una silla de Gio Ponti».