Dos largas de rodillas le dio Palacio al primero de la tarde, un novillo muy justito de fuerzas. Prácticamente no fue picado y todo se le hizo a favor, pero Gitanillo -lesionado esta mañana en el encierro, según comentaban unos aficionados-, no podía con … su alma. Lo intentó un dispuesto Aarón, que brindó al público, y no pudo estar más templado. Estuvo muy sobrado con el de Casasola, notándosele que ya se le queda pequeño el novillo. Se atascó con la espada, porque el utrero no le ayudó nada.
Una bonita verónica dibujó Zulueta para recibir a Guitarrero, antes de que este segundo de la tarde apretara hacia las tablas, y lo lidiara el sevillano hasta los medios. Tampoco parecía estar sobrado de vida este animal, que no pudo torear con más suavidad Javier, con un inicio rodilla en tierra de precioso trazo. El novillero intentó así llevárselo a la boca de riego para quitarle querencias, pero fue imposible, por lo que la faena transcurrió donde quería el de Casasola, en las tablas. Ahí, mientras el novillo huía más que embestía, Zulueta dejó naturales tan elegantes como todo su trasteo, siempre abrochados por largos pases de pecho, o trincherillas de cartel, palo por el que finalizó una faena por la que le premiaron con una oreja, pese a la fea colocación de la espada.
Chicanillo clavó dos veces los pitones en el ruedo en el primer tercio, que era lo que faltaba a un animal cogido con alfileres, como el resto de corrida. Siguiendo el concepto chenelista, comenzó Nacho Torrejón toreando directamente con unos buenos naturales. El novillo se defendía mucho, por eso tuvo mérito que no le tocara la muleta, porque además comenzó a soplar una incómoda brisa. Cuando el animal se acabó, que fue bastante pronto, Nacho se metió entre los pitones, siempre intentando torear. Entró a matar a toro paradísimo, pinchando en varias ocasiones.
Condesito salió con la misma alegría de sus hermanos: ninguna. Intentó torearlo de capa Palacio, pero no dejaba ni lucirse de salida. Vestido de Manzanares y oro, comenzó por un inicio de aires alicantinos con bonitos ayudados por alto, muy toreros. El novillo derrapaba por allí, pero toreó de lujo Aarón a un utrero desentendido y manso. Pudo hacer gala el zaragozano de la gran técnica que posee, tanto tapando la salida siempre a un novillo loquito por rajarse, hasta lograr engolosinarlo, como por corregirle la embestida protestona, causada por la poca fuerza. Y perfectos eran los tiempitos que le daba entre tanda y tanda. La única pega, que se pasó de faena intentando exprimir al máximo al novillo, con circulares, roblesinas y mondeñinas. Pero es que este chaval quiere triunfar, tenga lo que tenga delante. Mas eso tiene unas consecuencias: que se pasó de faena, pinchando el triunfo.
Comentaban los tendidos que Sombrerero se había caído en el encierro. Qué mal les ha sentado correr a estos novillos… Sin embargo, salió con más vida este quinto, que permitió a Zulueta lucirse de capa, tanto a la verónica como en el garboso galleo por chicuelinas, en el que el novillo le hizo un extraño y se lo llevó por delante, protegiéndole el capote de un percance mayor. Se dolía el chaval de la pierna derecha, por la que le prendió, pero sin mayores consecuencias. Estuvo el utrero muy distraído en banderillas, desparramando la vista, por lo que comenzó Javier doblándose con él, para indicarle los caminos, con su dulzura habitual. Ahí decidió el novillo no hacer un feo a sus hermanos, y doblarse de manos, repetidamente. Lo cuajó el sevillano con caricias, en preciosas tandas por ambas manos, especialmente en unos profundos derechazos, tan estéticos como toreros. Lo reventó con la espada, y a sus manos fue otra oreja, que en este caso, por comparación con la primera, supo a muy poco.
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Plaza de toros de San Sebastián de los Reyes (Madrid).
Miércoles, 27 de agosto de 2025. Media entrada. Novillos de Casasola, bien presentados pero sin fuerza. -
Aarón Palacio,
de caña y oro. Dos pinchazos y estocada caída (silencio). Tres pinchazos y estocada (saludos). -
Javier Zulueta,
de purísima y oro. Estocada delantera y caída (oreja). Estocada (oreja). -
Nacho Torrejón,
de verde botella y oro. Cuatro pinchazos y estocada trasera (silencio). Cinco pinchazos y estocada (ovación).
Orfebrito embistió recto en el capote de Torrejón, y se lo llevó por delante, propinándole un volteretón, sin mayores consecuencias. Parecía haber resucitado el quinto: distraído se mostró los primeros tercios el castaño, al que Nacho citó con la franela en el tercio para comenzar de rodillas, metiendo bien la cara, y llevándolo toreado el novillero. Pero las pocas fuerzas lastraban al animal, que humillaba al inicio de algunos muletazos, aunque saliera con la carita arriba. Con muy buenas formas y la cabeza despejada estuvo Torrejón, aguantando parones del de Casasola, e improvisando en la cara del novillo. Le dio una tanda de naturales a pies juntos francamente buena, y finalizó por luquecinas. Lástima que se volviera a atascar con la espada, porque perdió otro trofeo.