En esta bucólica casa de campo de 190 m2 y construida en el siglo XIX, vive una ‘top model’ de exquisito gusto decorativo

Para acceder al jardín (y a esta casa de campo), hay que cruzar una chirriante puerta de madera. Unos robustos muros de piedra acogen las estancias interiores, decoradas con gusto por la modelo alemana Caroline Lossberg, con más de 100 mil seguidores en su cuenta de Instagram y habitual en las ediciones internacionales de Vogue. Pero, ¿estamos en la campiña inglesa? ¿Quizás al sur de Francia, entre arbustos y lavandas de la Provenza? La respuesta a ambas preguntas es no. Esta encantadora casa de campo está en Brandeburgo, a poco más de 50 kilómetros al norte de Berlín.

Pero hagamos memoria. Cuando Lossberg cruzó la puerta del jardín por primera vez ya estaba segura de que esta casa de campo era exactamente lo que ella y su familia habían estado buscando. Un lugar donde escapar del ajetreo de la ciudad y permitir que sus dos hijos crecieran rodeados de naturaleza. «Por mucho que nos guste Berlín, a veces, necesitas un descanso de la ciudad», dice Lossberg, que creció en el sur de Alemania antes de empezar su carrera de modelo muy joven y vivir en París, Nueva York y Australia.

La casa de campo de Caroline Lossberg se construyó hacia 1850. La propiedad tiene una pequeña casita de entramado de madera que, hace años, se utilizaba como guardería y a la que acudían algunos de los actuales habitantes del pueblo.© Herz und Blut/Jules Villbrandt

Los dueños anteriores reformaron con gusto esta casa de campo en Brandeburgo, a poco más de 50 kilómetros al norte de Berlín. Construida en el siglo XIX, en el inolvidable comedor destaca la estantería empotrada, pintada en el tono Inchyra Blue N°289, de Farrow & Ball. Más fotos de esta casa aquí© Herz und Blut/Jules Villbrandt

La casa, de 190 metros cuadrados, ya había sido reformada y estaba en excelentes condiciones cuando Caroline Lossberg y su pareja la compraron hace dos años. El hecho de que el anterior propietario sea un apasionado de las reformas históricas, sin duda, ha acabado siendo una ventaja para los nuevos propietarios. Derribó todo el granero y solo dejó en pie las vigas. También, instaló ventanas francesas de 200 años de antigüedad, herrajes históricos, una fachada de ladrillo y antiguas baldosas lisas.

El salón-comedor de planta abierta impresionó a Lossberg y a su pareja desde la primera visita.© Herz und Blut/Jules Villbrandt

Acentos de color y muebles restaurados

Lossberg trabajó con un asesor cromático de la firma Farrow & Ball para definir el ambiente de las distintas habitaciones. Además de un suave beige como tono básico, también se utilizaron atrevidos colores de pared y barnices para poner acentos importantes y crear buen ambiente.

La dueña está especialmente orgullosa del mobiliario, que incluye reliquias de toda la familia. Incluso las piezas que compraron nuevas son muebles antiguos restaurados por una pequeña empresa familiar en Austria. La familia pasa la mayor parte del tiempo en la cocina abierta con salón y comedor contiguos. Cuando las grandes puertas y ventanas están abiertas en verano, parece como si los límites entre el hogar y la naturaleza se difuminaran

Desde el dormitorio abuhardillado se tiene una vista directa de la naturaleza y de un prado vecino.© Herz und Blut/Jules Villbrandt

La casa tiene un esplendoroso jardín donde la familia pasa mucho tiempo.© Herz und Blut/Jules Villbrandt

Una casa de campo que ha hecho despertar nuevos hobbies en una familia

“Como aquí no estás rodeado de servicios de reparto de comida, ni de restaurantes, hemos vuelto a cocinar y hornear”, desvela Lossberg. “Hemos profundizado mucho en la jardinería, nos ponemos creativos y hacemos cerámica. En verano, hay muchos lugares bonitos para bañarse en la zona y en otoño es estupendo ir a buscar setas al bosque, hacer pan junto al fuego. Cuando llega el frío, nos sentamos frente a la chimenea y damos largos paseos por el bosque”, cuenta.

A Lossberg le habría encantado crecer en esta habitación infantil. Los armarios y las escaleras están pintados en el color Beverly N° 310, de Farrow & Ball; la pared, en Kitiwake N°307.© Herz und Blut/Jules Villbrandt

Caroline Lossberg se enamoró del (potente) color Brinjal N°222 de Farrow & Ball. Mandó pintar una pared y el radiador del cuarto de baño de piedra natural en ese tono.© Herz und Blut/Jules Villbrandt

Es la tranquilidad del lugar lo que Lossberg y su familia disfrutan tanto. «A veces se oyen los caballos de la granja de enfrente, el gallo del pueblo o el paso de un tractor». Casi como estar de vacaciones todo el año… o dentro de una de esas novelas sobre vidas utópicas en contacto total con la naturaleza.