Escuchar el nombre de Esteban González Pons traslada directamente al Senado, al Congreso o al Parlamento Europeo. Sin embargo, el político valenciano también es escritor. De hecho, dice que se siente más libre desde esa posición. Y que la corrupción en el amor es tolerable, a diferencia de en la política, donde «no hay razón para descender tan abajo».
En su faceta narrativa, acaba de publicar su tercera novela, Libro de Pecados, un cóctel molotov aderezado con deseo estival que ha causado furor fuera y dentro de las redes sociales, en las que, además, se ha colado un ingrediente gráfico que germina en sus mensajes privados.
Un día, tras el lanzamiento de este nuevo título, el ‘contador’ —término que él mismo emplea sobre su persona— comenzó a recibir la clásica fotografía de la lectura veraniega sobre las piernas, con la piscina o la playa de turno de fondo.
Entonces, decidió postear un par de esas imágenes en sus cuentas de X e Instagram, y se desató la tormenta: la publicación se ha convertido en el accesorio más buscado del momento.
La propuesta literaria del dirigente popular, que en este caso muta en autor, o quizás esto sea algo que se dé de forma inversa, narra una afrenta pasional que se enzarza con la política. Y viceversa. Una suerte de crónica de una muerte amorosa anunciada con un crimen de por medio.
Libro de Pecados se encuentra sobre las piernas de muchas y muchos, ¿qué cree que es lo que ha llevado a su última novela hasta ahí?, ¿por qué piensa que seduce?
Cuenta una historia de amor relacionada con la política y en la que también hay un misterio, un crimen que resolver. En España no hay muchos escritores que hagan política-ficción. Quizá yo sea de los únicos.
La política nacional está tan interesante que a los amigos, a las amigas y a los lectores en general, en verano les quedan ganas de seguir con tramas de este tipo. Aunque no hay novelista que supere un informe de la UCO.
¿Cuál es el mayor deseo en política?
La política en sí misma. El gran drama es que los dirigentes normalmente luchan antes por sobrevivir que por el interés general. Son muy pocos los grandes políticos que han arriesgado sus carreras por salvar a sus países. La mayoría prefieren lo primero.
De eso en España hoy sabemos mucho, porque tenemos un presidente del Gobierno que a costa de su salvación y la de su familia está arruinando el prestigio nacional, el internacional y la salud económica del país.
¿Y en la vida?
El mayor deseo de todos nosotros es el amor. A aquel que no sea Isabel la Católica, Cristóbal Colón, Felipe II, Neil Amstrong o Isaac Newton lo único que le va a quedar el día en que se muera serán las personas a las que ha querido y las que le han querido.
Creo que a la gente común lo más importante que nos sucede en la vida es el amor, aunque no lo creamos, a pesar de que nos parezca que es el trabajo. Podemos ser mejores o peores en la oficina, en la fábrica o en el campo, pero la única aventura que tendremos para contar a nuestros nietos, si es que se puede, será la de una pasión romántica. El amor mueve el mundo.
Historias como la de Lolo, Rafa y Blanca, de esas que mezclan lo profesional y lo personal a niveles un tanto… curiosos, ¿usted las ha vivido como protagonista o espectador?
Principalmente como espectador, porque en política llevo muchos años y he visto casi de todo. A mí no me han sucedido tantas cosas, aunque alguna que otra sí. Pero, sobre todo, las he vivido a través de los demás. Un escritor es un ‘contador’ de historias ajenas. Al menos hasta el punto en el que un día tus amigos dejan de abrirse contigo (risas).
En mi novela anterior, El escaño de Satanás, narro cómo un diputado y una diputada se enrollan en el hemiciclo por la noche con la luz apagada. Él ya no me habla porque cree que todo el mundo lo va a identificar en mi novela. Yo creo que no, que está bien disfrazado.
Escribo siempre sobre historias ajenas, aunque es inevitable que una parte tuya se vuelque a la novela. En esta, diría que soy Pecados.
¿En qué pecado cae cada verano?
Antes mis veranos eran más lujuriosos, ahora están más sujetos a la gula. Los amigos a mi edad hemos dejado de hablar de chicas y ahora lo hacemos de restaurantes.
No está mal tampoco, ¿piensa que tienen mucho en común el poder y el deseo?
El poder es un motor del deseo. Por alguna razón que no comprendo, la erótica en torno a ello existe y la he visto actuar en numerosas ocasiones. He visto cómo hombres y mujeres que sin poder no habrían tenido éxito alguno eran máquinas de sexo debido a ello, auténticos imanes.
Creo que el liderazgo y la autoridad son unos atractivos muy potentes. Quizás lo sean desde los tiempos en que éramos monos y había alguien que gobernaba o mandaba en la manada, ya fuera esta un patriarcado o un matriarcado.
Pero sí, es un incentivo sexual. Hay muchas personas enamoradas de líderes políticos, de cantantes, influencers y futbolistas por la posición de estos.
Esteban González Pons con su último lanzamiento como escritor.
Lola García Garrido
¿Qué piensa que es más corrupto, el amor o la política?
Bueno, es distinto (risas). La corrupción de la política es inmoral y la del amor puede ser moral. Por amor se puede llegar hasta el infierno y por política no hay ninguna razón para descender tan abajo.
¿Qué considera que puede ser una corrupción en el amor?
Una corrupción en el amor es hacer cualquier cosa con tal de conservar, mantener o hacer feliz a la persona a la que se ama. Cometer la imprudencia que sea solo porque la felicidad del ser amado está en tus manos puede ser algo defendible. Este justifica hasta el crimen, aunque haya que pagarlo penalmente.
¿Y en cuál de los dos tiene más esperanza, en el amor o en la política?
El amor salva al mundo y la política no. Pero es necesaria para que funcione la recogida de basuras, la educación pública, una sanidad decente y un régimen de pensiones que se pueda sostener para que haya carreteras, ferrocarriles y los aviones aterricen. Eso con amor no se consigue.
Pero al mundo no lo va a salvar la gestión política. Lo van a hacer aquellos que entiendan lo que es amar y ser amado. El amor no deja espacio al rencor.
¿Qué libros le inspiran para escribir? He visto que es fan de Annie Ernaux.
Es una de mis lecturas habituales porque representa bien a la mujer de mi generación y deja en el aire a los hombres de la misma. Aquellos que crecieron con un padre que era el rey de la casa y con un muñeco que era un soldado, un vaquero o un indio en las manos y han sido compañeros de las primeras chicas que han sido iguales a ellos en todo, sobre todo en oportunidades.
Debido a esto, entre los chicos de mi quinta hay grandes narcisistas, inmaduros, sentimentales, grandes maltratadores, sujetos torturados por el complejo de Peter Pan, incomprendidos, alcohólicos… Muchas mujeres de mi edad están solas. Ellos no saben llevar esa situación.
Y Ernaux refleja bien a esa figura femenina en soledad, pero no retrata nunca a ese hombre. Yo lo he intentado con un personaje en mi novela que se llama Madelman.
¿Cómo se siente cuando recibe esas imágenes que va publicando en redes sociales?
Es muy divertido. Surgió porque una amiga italiana me envió una fotografía para demostrarme que mi libro había llegado hasta allí. Ella estaba en la piscina y yo la subí a X. También, una escritora gallega que me presentó el libro en Santiago de Compostela me pasó una instantánea mientras leía la novela durante la hora de la siesta, y la dejé en Instagram.
En ambas se veían las piernas y los pies. De inmediato, recibí un par más de otras lectoras, entre ellas, una de una consejera de un gobierno autonómico en la misma posición. Se me ocurrió decir «oye, los que estéis leyendo Libro de Pecados, ¿por qué no me enviais una foto a la hora de la siesta así?» Y el aluvión fue, y es, impresionante.
Subo una cada día porque no quiero aburrir a la audiencia y las escojo bien. He publicado una de una alcaldesa, de varios diputados, a un par de eurodiputadas. Tengo incluso a una política extranjera… Y no identifico nunca a quienes son. También subo a gente que no es famosa. Puedo decirte que tengo más de 300 fotos acumuladas con el compromiso de ir haciéndolo.
Es una moda veraniega que demuestra que el libro no solo sirve para leer, sino también de taparrabos. Y he recibido muchas fotos de parejas con él, ahora estoy deseando que me entre un trío.
¿Qué aporta una lectura como Libro de Pecados a este verano?
Todas las lecturas estivales son buenas, es cuando más tiempo tenemos para leer. Hacerlo nos engrandece y nos despeja la cabeza. Netflix está muy bien, pero no produce buenas series al ritmo en que nosotros las vemos.
El libro sigue teniendo su espacio y Libro de Pecados es una buena opción porque tiene coña y en verano uno tiene que pedir, además de ficción política, un poquito de eso.
¿Se siente más libre como escritor o como político?
Como escritor soy libre, como político no.
¿Pecaría por algo o por alguien?
Si alguna vez he pecado, ha sido por amor. Y eso es lo que nunca he confesado ni confesaré. En Valencia hay un refrán que dice así: ‘Dels pecats del piu, el Nostre Senyor se’n riu’, es decir, de los pecados del pito, nuestro Señor se ríe.
Tendría que haber nacido a finales de la Edad Media, cuando ya estaba claro que el año 1000 no iba a destruir el mundo y el hombre redescubrió la naturaleza, su cuerpo y, sobre todo, el de los otros.
Un consejo para el amor. Uno para la política y otro para el verano.
Un consejo para el amor: perdonar siempre. Para la política: no confiar nunca. Y uno para el verano: echarle hielo al vino blanco.