el verdadero lujo es lograr que el espacio cuente la historia de quienes lo habitan

Lograr que un proyecto rete al paso del tiempo, se alíe con el alma de sus habitantes y conecte sin condiciones con el entorno… Esta sería la filosofía general del Estudio Melazza, con Malena Taboada y Florencia Melazza a la cabeza, a la hora de llevar a cabo cualquiera de sus trabajos. Y así nos lo demuestran en esta espectacular villa de diseño, situada muy cerca de Buenos Aires y realizada en colaboración con el estudio de arquitectura MEP. Bautizada como «Casa Botánica», en ella se desprende la esencia del buen vivir a través de la arquitectura, la naturaleza envolvente, los objetos-tesoro de sus habitantes y el mejor diseño atemporal: «Una casa que redefine el lujo contemporáneo a través de una narrativa silenciosa que honra la vida cotidiana y celebra la autenticidad del diseño», nos comentan las autoras.

Cortesía Melazza

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En una zona privilegiada de Buenos Aires, Casa Botánica entrelaza la arquitectura interior al ritmo de la naturaleza que la circunda, con espectaculares árboles centenarios que nos hacen reflexionar sobre el tiempo. Creado junto al estudio de arquitectura MEP, este proyecto emerge como una interpretación sensible del habitar contemporáneo, que no rehuye de la calidez y además el lujo se mide a través de las texturas, del contacto con el entorno natural y, por supuesto, de la conexión emocional con sus habitantes. «La casa surge desde una mirada precisa y respetuosa hacia el entorno, entendiendo que la belleza debe ser tan atemporal como funcional, tan íntima como abierta al mundo», nos explica Florencia Melazza. La idea inicial era crear una continuidad entre interior y exterior, difuminando fronteras con grandes cerramientos de cristal en lugar de muros. Esta concepción permitió que los árboles parece que habitan la casa, dialogan con las estancias y forman parte del proyecto de interiorismo.

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La familia que encargó el proyecto de «Casa Botánica» —una joven pareja con cuatro hijos— buscaba un hogar donde la estética contemporánea y el orden fueran asociados la funcionalidad cotidiana: «Esta aspiración vital se materializó en una gama de tonos neutros y terrosos, no sólo elegidos por su serenidad visual, sino también por su capacidad de adaptación a los distintos momentos familiares. Cada pieza de mobiliario, cada textura, así como su iluminación especializada, apunta a reforzar un ambiente que, sin ser ostentoso, transmite un sentido de pertenencia y de la tendencia del lujo silencioso, logrando un diseño que permanece vigente, contando una historia desde el interior», nos explica Florencia Melazza.

Uno de los grandes aciertos del proyecto fueron los materiales que visten la casa, como el mármol travertino patagónico del suelo, las maderas macizas de algunas paredes o el lino y el cuero de los tapizados; y por supuesto el mobiliario. En el salón, los sofás curvos Krona hechos a medida no solo suavizan las grandes dimensiones del espacio, sino que invitan al encuentro y a la conversación: «Porque cada pieza de la casa, desde la consola Laquilla en el acceso hasta los taburetes Bari de la cocina, se integran en un discurso coherente que valora la manufactura local y el respeto por las propiedades genuinas de los materiales», nos comentan las autoras. El arte y los objetos decorativos, en su mayoría pertenecientes a los dueños, encuentran su espacio también con la misma naturalidad que el mobiliario personalizado: «Cada obra, cada escultura, cada objeto funcional o contemplativo contribuye a una narrativa silenciosa donde nada resulta superfluo. Porque el verdadero lujo es lograr que el espacio cuente la historia de quienes lo habitan, no de quienes lo diseñaron».