En su perfil caben tantos títulos como lentejuelas y plumas en su corsé. Artista, vedette, bailarina de burlesque, ‘showgirl’, activista trans, profesora de inglés…. Títulos, … que no etiquetas, que para eso Regina Varanski lleva desde que recuerda rompiendo el techo de esa condición que se le pone a muchas mujeres por serlo y, además, ser trans. Como en un buen espectáculo, Regina deja lo mejor para el final, cuando se quita todas las capas y reivindica que lo mejor, como siempre, es no pedir permiso ni perdón. Tampoco en sus actuaciones, que la tienen todo el verano con la agenda tan llena como una playa de la costa en pleno agosto. Así que entre bolo y bolo, para, coge aire y dispara.

– ¿Se llega una a acostumbrar a trabajar en verano mientras el resto se divierte?

– Sí, sí; de hecho me gusta, me parece una parte muy interesante de lo que hago. En invierno es diferente, pero en verano es que me vengo muy arriba. No me importa que los demás se lo pasen bien y que yo sea el motivo de diversión, porque aunque es un trabajo que cansa, no te quema. Cuando acepté este negocio de las ‘showgirls’ ya supe que en verano me iba a hartar, así que es un mal que tengo asumido.

– ¿El público también se viene más arriba en verano?

– ¡Completamente! En verano hay un perfil un poco más ‘destroyer’, sobre todo los guiris, que vienen a desbarrar. En invierno somos los de siempre.

– Supongo que las faltas de respeto entre los que desbarran serán un problema…

– Bueno, hay gilipollas y tránsfobos en todas partes; hay algunos que nos siguen tratando como payasas, que quieren excederse, que te vienen a echar el brazo por encima o que te quieren tocar el culo. Pero no lo permito. ¡Si a una actriz en el teatro no la tocas, a mí tampoco! De todas formas, creo que poco a poco me estoy ganando el respeto de la gente.

– ¿Y de un hotel en la costa a una verbena de pueblo, la cosa cambia mucho?

– Sí, y, además, desde los ayuntamientos pequeños tienden a tratarte como a una artista de verdad, sobre todo en las celebraciones de los orgullos rurales. Al final, como no suele ocurrir nada llamativo en el pueblo, cuando vas tú y ofreces algo diferente te tratan como a una estrella.

– Tendrá mil anécdotas…

– Pues mira, recuerdo una de las últimas, en Álora (Málaga), un orgullo rural superdivertido; y no sé si fue por falta de recursos o de ideas, pero el hecho es que a las artistas nos subieron a un camión de frutas. Con un botoncito se empinaba la parte de atrás y nosotras bajábamos como surfeando. Era un camión de los años 60, tapizado por dentro en rojo y negro, chulísimo. El señor conservaba el camión increíble. Por dentro me recordaba al coche de Cruella de Vil. ¡Fue total!

– ¿Es muy exigente el trabajo desde el punto de vista físico?

– Fíjate que yo creo que por ser trans me meto más caña que otra persona, porque al final tu cuerpo es tu producto. Y, además, eres una mujer, entonces tienes que tener unos estándares. Siempre me digo: «Mete barriga, saca pecho, el culo en su sitio, sonríe pero no demasiado que se marcan las arrugas…».

– ¡Todo bajo control!

– Sí, me implico al cien por cien, y ensayo también mucho para que la coreografía y el ‘look’ vayan de la mano. En el movimiento de la canción veo también el movimiento de las telas, de las plumas… veo cuándo me tengo que ir quitando capas para que todo quede perfecto.

– Pelucas, corsés, plumas, conjuntos de lencería, vestidos de lentejuelas, encajes… ¿Alguna vez ha contado cuantos ‘looks’ guarda en su armario?

– Uy, no. ¡Si me das un momento te los cuento! (se retira del teléfono y va a su vestidor). Pues 36 en un armario y 21 en otro. ¡No sabía que había acumulado tanto! De todas formas, voy retocando lo que se va rompiendo y, al final, he aprendido a hacer prácticamente de todo: a poner pelucas, a coser, a tratar plumas…

– Hablábamos de las coreografías y la música; ¿le puede poner banda sonora a su verano?

– Podría decir ‘I Will Survive’ por tanto trabajo, pero me quedo con ‘Good Luck, Babe’ de Chapel Rown, tiene un mensaje muy trans y me encanta.

– Y para desconectar, ¿mejor lejos de los sitios de trabajo?

– Bueno, yo siempre he sido muy fiestera, aunque ahora no me gusta tanto; además, la fiesta soy yo. Ya soy más de tardeo, nos hacemos mayores (risas). Y no, no quiero ir de descanso a los sitios donde actúo, no me veo desconectando en un hotel de la costa, ni en una fiesta multitudinaria, ni nada parecido.

– Dígame entonces cuál va a ser su plan cuando le toque…

– Pues siempre que puedo me escapo con mi marido, Dani, a los parques Disney. No nos cansan, al contrario, es nuestro sueño. Queremos volver para Año Nuevo, que es la única fecha en la que no hemos visitado un parque, porque hemos ido en Halloween, en verano y hasta en Navidad.