Mañana vuelve a las pantallas, remasterizada y restaurada, la madre de todos los terrores marinos cinematográficos (con permiso, na-tu-ral-men-te, de Moby … Dick): ¡’Jaws’! Cincuenta años después. Unos cuantos enloquecidos llevamos un par de películas celebrando por adelantado acontecimiento tal. Y lo celebramos en salas de la periferia porque a las capitalinas no han llegado esas maravillas. Las dos son australianas. Las dos mezclan, como si tal cosa y sin encomendarse a nadie un puñado de géneros fílmicos. Las dos rinden el debido homenaje al tiburón. Una de ellas a la especie toro y la otra a una fastuosa hembra de la variedad ‘blanca’ que medirá unos 6 metros.
Valoración
Datos
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Dirección y guion:
Kiah Roache-Turner. -
Fotografía:
Mark Wareham. -
Sonido:
Sam Gain-Emery. -
Intérpretes:
Mark Coles Smith, Joel Nankervis, Sam Delich, Masa Yamaguchi. -
Cines:
Urbil, Garbera, Niessen, Mendibil. -
Duración:
87 minutos.
La primer ya la comentamos. Era ‘Dangerous Animals’. La segunda, impresionante, fascinante, morrocotuda, es esta ‘Beast of War’ dirigida por un especialista del pánico (busquen sin demora ‘Wyrmwood: La carretera de los muertos y ‘Sting. Araña asesina’).
Podría recordarnos hasta a ‘Gallipoli’, del también australiano Peter Weir. En realidad, solo han pasado unas décadas. Un par de guerras. Allá, dos amigos se ven inmersos en el horror de la I Mundial. Aquí, un grupo de soldados novatos sobreviven en una balsa al hundimiento de su barco por la aviación japonesa. Rodeados de cadáveres. Envueltos en una niebla casi ocre debido al fuel derramado, al óxido de los bidones. Una niebla casi rojiza perfectamente (des) iluminada por el director de fotografía. Niebla oxidada y sangre. Los supervivientes están heridos. Sangran. Y si algo de provecho hemos aprendido en el cine es que a los escualos les atrae la sangre. Y el sonido. Así que calladitos y sin sangrar. Hasta la última gota de sake. Hasta la última granada de mano.
Es un filme sensacional, comparable al ‘Náufragos’ de Hitchcock. Tiburón. Blanco.