Redacción
Sufrir trastornos digestivos como colitis, gastritis, esofagitis o trastornos funcionales intestinales se relaciona con un mayor riesgo de desarrollar alzhéimer y párkinson. Así lo sugiere un estudio internacional publicado en Science Advances que ha contado con participación española y ha analizado los datos de medio millón de registros clínicos disponibles en bases de datos de tres biobancos. «Este esfuerzo ilumina la interacción entre los factores implicados en el eje intestino-cerebro y abre vías para el tratamiento dirigido y el diagnóstico precoz», señalan los investigadores.

La enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson afectan a más de 400 millones de personas en todo el mundo. Aunque se han identificado factores de riesgo genéticos sustanciales para ambas, se cree que las formas esporádicas y de inicio tardío están causadas por una interacción compleja entre factores genéticos y ambientales. Cada vez más, la investigación en neurodegeneración enfatiza el papel de la salud del eje intestino-cerebro en el riesgo de alzhéimer y párkinson.

«Los resultados demuestran que los trastornos intestinales de diferente índole ya se encuentran presentes años antes del diagnóstico de estas enfermedades neurodegenerativas. Concretamente, dichas patologías intestinales pueden aparecer incluso hasta 15 años antes del diagnóstico de alzhéimer y párkinson», explica José Luis Lanciego, investigador senior del Programa de Terapia Génica en Enfermedades Neurodegenerativas en el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra, en declaraciones recogidas por Science Media Centre España (SMC España).

Los investigadores han analizado los datos de medio millón de registros clínicos disponibles en bases de datos de tres biobancos para evaluar la influencia de los principales trastornos del sistema biológico implicados en el eje intestino-cerebro que preceden al diagnóstico de alzhéimer y párkinson

El investigador subraya que «estos datos corroboran evidencias existentes acerca del denominado eje intestino-cerebro«. Por ello, subraya que es importante prestar atención a estas patologías del intestino para hacer un seguimiento detallado a los pacientes e intentar realizar un diagnóstico temprano de las enfermedades neurodegenerativas cerebrales.

«El aparato digestivo con frecuencia es considerado como el segundo cerebro, pues cuenta con numerosas neuronas en su capa submucosa. Está conectado con el cerebro bidireccionalmente a través del nervio vago. Hay numerosas evidencias que demuestran un papel principal de la microbiota intestinal y sus alteraciones (conocidas como disbiosis intestinal) a la hora de desencadenar enfermedades neurodegenerativas cerebrales”, concluye José Luis Lanciego.