Carrito de la compra, el icono del diseño de los años 70 ‘made in Spain’ que triunfa entre la Gen Z
España y su estilo de vida —especialmente, Madrid— están de moda. La revista británica Monocle, biblia del estilo urbanita, dedica su portada de septiembre al carrito de la compra, objeto que, para muchos y muchas, es todavía símbolo de señoras de los pueblos de España —de hecho, según la publicación, el 63 % de los españoles posee uno—, que acuden a diario a comprar productos frescos y de temporada (la tan recomendada dieta mediterránea).
“Ya muchos usuarios ven el carrito de la compra como un objeto de moda más, al igual que un bolso: tienen varios para combinar a juego con la ropa”
Isa Server, diseño de producto en Rolser
Y la noticia está en que los nuevos usuarios y compradores de esta joya democrática del diseño son jóvenes. ¿Una explicación racional al fenómeno inesperado? Sin duda, la popularización del slow life, que te empuja a ir a la compra tú mismo. Si Jeremy Allen White acude cada semana a por sus ramos XXL de flores, ¿por qué tú no puedes elegir tus tomates, ramilletes de kale y ruibarbos en el puesto del mercado los sábados por la mañana? De hecho, ya es habitual ver los granny trolleys o caddies [así se les menta más allá de nuestras fronteras] en los bazares de las calles principales de Bow, Peckham o Dalston, en Londres, o en Le Marais, París, y hasta en Neukölln, Berlín. Más cómodo, más ecológico y más fiable que las bolsas de plástico o papel, ¿cierto? También, por descontado, más instagrameable.
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“Para muchos usuarios, los carritos de la compra ya son objetos de moda, como los bolsos: tienen varios para combinar a juego con la ropa”, opina para AD Isa Server, del departamento de diseño de producto de la firma Rolser, reponsables del diseño de este objeto en los años 70, un producto pensado para facilitar la vida diaria, sin renunciar al diseño ni a la funcionalidad.
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Una PYME española con mucho que enseñar al mundo sobre cómo democratizar el buen diseño
¿Y quién manda en el mercado de este objeto? Sin duda, Rolser, una empresa alicantina con más de 100 empleados que lleva medio siglo fabricando carritos. Fue en 1972 cuando Vicente Server Ferrer e Isabel Pérez Costa, un matrimonio que había comenzado su andadura empresarial siete años antes con la fabricación de bolsas de mano y capazos, decidieron añadir un chasis y unas ruedas a sus productos, justo cuando los supermercados hicieron su aparición en España —el objetivo, que la gente comprara más y se autoabasteciera de forma sencilla. Tantos años después la empresa sigue siendo familiar, a pesar de las anuales ofertas por parte de fondos y multinacionales para absorberla.
Rolser ha lanzado una colaboración con la firma británica William Morris, famosa por sus estampados inspirados en la naturaleza y por el espíritu de su fundador, un socialista convencido que buscaba democratizar la belleza en plena Revolución Industrial.@ Cortesía de Rolser
Retrato de Vicent Server, CEO de ROLSER, en la sede de la empresa en Alicante.@ Cortesía de Rolser
«Pasamos del carrito de la compra de hierro y ruedas pequeñas, al de aluminio con cuatro ruedas y plegable. Hoy en día, el 90 % de los materiales que usamos son reciclados”,
Vicent Server, CEO de Rolser
“Hemos dedicado muchos esfuerzos para que el carrito de la compra se integre como parte de la vida cotidiana de la gente joven, porque efectivamente es un objeto que tiene muchos usos. Hemos hecho campañas internacionales y lo hemos conseguido —en España, el usuario ha estado condicionado por la imagen de objeto asociado a gente mayor. ¡De hecho, hay veces que a clientes de fuera hemos tenido que decirles que también sirve para comprar comida! Luego, ha habido a lo largo de los años innovaciones en el diseño. Pasamos del carrito de la compra de hierro y ruedas pequeñas, al de aluminio con cuatro ruedas y plegable. Hoy en día, el 90 % de los materiales que usamos son reciclados”, desvela Vicent Server, CEO de Rolser junto a Mireia Server. “La gente ya usa el carrito para llevar instrumentos, ir a la playa, hacer pequeñas mudanzas y hasta llevar a los niños al colegio”, añade.