Esta casa moderna y luminosa es el refugio de un arquitecto y coleccionista a caballo entre la nostalgia y un presente que mira al futuro
Calogero Brancatelli es un arquitecto suspendido entre dos mundos, y entre dos tiempos. Ama el pasado pero se mantiene estable en el presente. Mira más allá pero colecciona trozos de vida, de memoria, de historia. No solo es su mantra, es un diálogo continuo entre épocas, buscando la receta perfecta para combinarlas. Y su hogar, una casa moderna y luminosa que a veces podría recordar a un museo museo, es exactamente así. Estamos en Sicilia, en Mesina, una ciudad llena de historia, donde encontramos un mundo en el interior de un edificio de época. O más bien dos.
El arquitecto Calogero Brancatelli, en el balcón de su casa, con su mujer Maria Pia y sus dos hijos.
© Eller Studio – Serena Eller
Cada rincón es una delicia. En este espacio brilla la arquitectura contemporánea, con sus líneas quebradas y superficies geométricas. Disfrutando de las vistas, la lámpara de pie Stilnovo y el sillón Lady, de Marco Zanuso.
© Eller Studio – Serena EllerDos almas para un hogar
«Perseguimos la casa de nuestros sueños durante años y un día nos topamos con una ruina, una de las pocas que existían en Messina antes del terremoto. Estaba habitada por un arquitecto que nació el mismo día que yo. Fue toda una señal», nos cuenta Calogero con un hilo de emoción. «Este proyecto me permitió expresarme como nunca antes, combinando las dos almas que viven dentro de mí». En efecto, el arquitecto, además de ejercer su profesión con una mirada atenta y contemporánea, es también un coleccionista de recuerdos, de piezas de mediados de siglo y obras de arte que necesitan un nuevo hogar. Y su casa solo podría ser, como dice él, «un museo». Calogero y su esposa, Maria Pia tienen suerte; heredaron piezas únicas y hermosas de sus respectivas familias que ahora ocupan un espacio importante en la casa. «Apreciamos las tradiciones y reliquias familiares. Yo soy un ávido coleccionista de libros, como lo era mi abuelo, y heredé todos sus volúmenes, mientras que mi mujer trajo consigo un cuadro antiguo del pintor siciliano Agostino Scilla y una Madonna del siglo XVIII que ha pertenecido a su familia durante generaciones».
En el salón, contiguo al comedor, el perchero At16 de Osvaldo Borsani, un par de sillones vintage de cuero verde, un aparador de nogal y obras de arte en las paredes. En el suelo, las típicas baldosas de cemento sicilianas.
© Eller Studio – Serena Eller