La falta de vivienda asequible es un asunto capital que lleva meses, si no años, protagonizando el debate político y social en España y Europa. En una reciente entrevista en un diario de tirada nacional, el arquitecto británico David Chipperfield, Premio Pritzker en 2023, hablaba sobre la evolución del compromiso arquitectónico desde mediados de siglo XX. Sus reflexiones, siempre interesantes, incitan a plantearse cuestiones como si los arquitectos son hoy profesionales comprometidos con los retos sociales, qué causas les motivan o su grado de responsabilidad ante la tarea de construir un mundo mejor. Charlamos con el estudio de arquitectura gallego Domohomo –cofundado por Elena López y Xulio Turnes– sobre estas (y otras) cuestiones.

El arquitecto británico David Chipperfield

El arquitecto británico David Chipperfield

Adrián Capelo

  • David Chipperfield aseguraba en una entrevista reciente que mientras los arquitectos de las décadas de 1950 y 1960 estaban comprometidos con el proyecto social, a partir de la década de los 90 comenzaron centrarse en proyectos de carácter comercial, transformando la camaradería de antaño en rivalidad. ¿Cómo ha cambiado el papel del arquitecto en las últimas décadas; especialmente en relación con los retos sociales, ambientales y urbanos actuales?

“En dicha entrevista, se hace especial referencia al star-system, que estuvo tanto de moda en su momento. Fue un lapso de tiempo durante el cual se prostituyó un poco la profesión; es decir, de repente la arquitectura se manoseó en pro de un fin comercial, de puro marketing, donde lo más importante era tener alguna pieza icónica para situarse en mundo. No obstante, es un error pensar que toda la arquitectura que se hizo en ese momento era iconoclasta. En nuestra propia ciudad: Santiago de Compostela, en ese mismo período se estaban implementando políticas de rehabilitación muy avanzadas que apoyaban técnica y económicamente a los residentes para que pudieran rehabilitar sus viviendas, preservando técnicas tradicionales y consolidando el arraigo habitacional. Incluso, esta misma estrategia se trasladó a pequeños comercios para que modernizaran sus establecimientos sin perder la idiosincrasia de sus negocios”.

Casas para médicos en el Hospital de Butaro (2012), Ruanda

Estas viviendas para 32 médicos y personal sanitario en el Hospital de Butaro, Ruanda, están hechas con materiales locales. Proyecto: Mass Design Group

MASS Design Group
Richard Rogers (1933-2021)

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  • Pero…, ¿es el arquitecto de hoy más egoísta y competitivo que el de hace 50 o 60 años?

“No, pero sí creemos que, en general, la sociedad se ha vuelto más individualista y los arquitectos no somos una excepción. Sin embargo, en muchos concursos diferentes despachos colaboran activamente, tanto a pequeña escala como internacionalmente. Es más, en ciertas ocasiones hay colaboraciones transversales con ingenieros, paisajistas, arqueólogos, etc. Por lo tanto, existe un espíritu colaborativo también motivado porque es difícil asumir desde un único estudio la amplitud de las demandas presentes. En cuanto a la competitividad, no creemos en absoluto que sea algo peyorativo, sino todo lo contrario. ¿Alguien podría pensar que Rafael Nadal ha sido un mal tenista por haber sido altamente competitivo? La competitividad, vía concurso, y en igualdad de condiciones, es positiva para que la sociedad pueda disfrutar de las mejores propuestas”.

Las viviendas sostenibles, con certificado Passivhaus, se demandan cada vez más. Proyecto: Irene García y Daniel Lozano

Las viviendas sostenibles, con certificado Passivhaus, se demandan cada vez más. Proyecto: Irene García y Daniel Lozano

IMAGEN SUBLIMINAL (MIGUEL DE GUZMÁN Y ROCÍO ROMERO)

  • Con muchos retos sociales solucionados, los arquitectos de hoy sí están más sensibilizados con todo lo que tiene que ver con la sostenibilidad. ¿Estáis de acuerdo?

“Los retos sociales nunca se terminan. La arquitectura siempre es una respuesta a un tiempo, a un lugar y a una demanda. El movimiento moderno ha sido una respuesta a un problema de salubridad. Como consecuencia de la revolución industrial y el incremento del proletariado surgió la necesidad de unas viviendas más sanas. Hoy en día, hay una emergencia habitacional que no se limita a la construcción en sí, sino más bien a un tema económico. Son muchas las familias que tiene muy difícil acceder a una vivienda y la sostenibilidad no es necesariamente la primera de las preocupaciones. De todas formas, sí es cierto que, tras la pandemia, y después de habernos dado cuenta de que somos sumamente dependientes de terceros países, hay un creciente interés por lo local. Seguramente, una arquitectura de km 0 se valore mucho más. Lo cual incide directamente en el concepto de sostenibilidad”.

dca david chipperfield christian werner 1

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En esta vivienda, unos robles centenarios definieron el acceso a la casa. Proyecto: Domohomo

En esta vivienda, unos robles centenarios definieron el acceso a la casa. Proyecto: Domohomo

Mon Osaka

  • ¿Qué grado de responsabilidad debe asumir el arquitecto ante problemáticas concretas como la emergencia climática o la gentrificación?

“Se estima que un tercio de las emisiones de dióxido de carbono se emiten desde la edificación y, por lo tanto, es obvio que nuestro gremio tiene mucha capacidad de influir en este campo. Sin embargo, sería presuntuoso pensar que desde cualquier despacho de arquitectura se pudiera influir rápida y directamente en esta problemática. En general, las decisiones se toman en otras esferas. No obstante, no quisiéramos dejar de apuntar tres vías en las que la figura del arquitecto pudiera jugar un papel importante. La primera es el citado David Chipperfield, que a través de su fundación RIA y gracias a su prestigio internacional es capaz de influir en decisiones políticas en pos de una mayor sensibilidad con los temas medioambientales. Otra, es la figura de Xerardo Estévez, alcalde de Santiago de Compostela entre 1987 y 1998. Desde su formación como arquitecto ha sido capaz de diseñar las líneas maestras de dicha ciudad, atendiendo a necesidades sociales, muy acuciantes en aquel entonces, sin perder de vista el respeto a su casco histórico y propiciando nuevos barrios sin pérdida de valor urbano. Se trata de una influencia directa, desde una posición de gobernanza. Por último, desde los propios colegios profesionales de arquitectos, desde lo colectivo, se podría tener una voz más autorizada y apostar por una estrategia mediática más potente para poner más el acento sobre estas dos problemáticas”.

Escuela METI en Bangladesh, construida en 2007 con materiales locales. Proyecto: Anna Heringer

Escuela METI en Bangladesh, construida en 2007 con materiales locales. Proyecto: Anna Heringer

Kurt Hoerbst

  • ¿Hay alguna otra causa que, en general, motive hoy a los profesionales de la arquitectura cómo lo hacía el proyecto social en los 50 y 60 al que alude Chipperfield?

“Encontramos una motivación idéntica a esa generación. Construir viviendas, universidades y edificios para una nueva sociedad es, también para nosotros, un reto. Estamos deseosos de poder contribuir a ello. Es más, se puede extender a centros de salud, viviendas de protección oficial, escuelas, pabellones deportivos, etc.; todo ello sigue siendo muy motivador. En el alma del arquitecto siempre está el afán por poder dar respuestas a la sociedad de su tiempo. No creemos que eso haya cambiado mucho”.

Rehabilitación de una vivienda en Santiago de Compostela. Proyecto: Domohomo

Rehabilitación de una vivienda en Santiago de Compostela. Proyecto: Domohomo

cortesía DOMOHOMO

  • ¿Creéis que la formación académica que reciben hoy los arquitectos prepara a profesionales comprometidos y críticos con su entorno?

“La educación tiene que formar personas con espíritu crítico. Hoy en día, es absolutamente crucial porque las redes sociales inundan nuestro entorno de contenido no necesariamente verdadero. Llevado al terreno de la formación arquitectónica, pensamos que siempre existe un cierto decalaje entre las aulas y la realidad. En nuestra etapa de formación se empezaba a vislumbrar el uso del dibujo asistido por ordenador y los profesores, por aquel entonces, no estaban al día y no tenían la capacidad de enseñarnos esa nueva herramienta. Sin embargo, todos veíamos su potencial y no nos resistimos a ser autodidactas. Curiosamente, nosotros tuvimos la fortuna de disfrutar de un año de Erasmus, en Bélgica, y allí, por ejemplo, no se usaba en absoluto. Por lo tanto, tuvimos una vuelta al dibujo a mano alzada. Aquello nos sirvió para comprender que el arte de la arquitectura no residía en la herramienta, sino en el pensamiento. Esa enseñanza sí se puede transmitir”.