Pocos zaragozanos recuerdan que donde hoy se levanta Aragonia, uno de los complejos más modernos de la ciudad, no había mucho más que una gasolinera y un descampado. En pleno distrito Universidad, este espacio ha pasado en apenas dos décadas de ser un terreno sin vida a convertirse en un referente arquitectónico, comercial y social.

La transformación fue posible gracias a la promotora Zaragoza Urbana, que invirtió 150 millones de euros en un ambicioso proyecto diseñado por el arquitecto Rafael Moneo. El centro abrió sus puertas en septiembre de 2009, coincidiendo con el impulso que la Expo 2008 había dado a grandes proyectos urbanísticos en Zaragoza.

Un edificio con todo en su interior

El complejo cuenta con 170.000 metros cuadrados construidos sobre un solar de 13.263 m². Su diseño responde a un concepto poco común en la ciudad: integrar en un mismo espacio usos muy diversos como oficinas, hotel, comercio, ocio y deporte.

Hoy, Aragonia es mucho más que un centro comercial. Alberga 110 locales comerciales y de restauración, con marcas de moda, belleza, gastronomía y servicios; un supermercado y una completa oferta de ocio con 16 salas de cine y más de 3.000 butacas.

En el ámbito hotelero destaca el Hotel Reina Petronila, con 170 habitaciones distribuidas en 12 plantas, conectado directamente con los cines a través de su auditorio. A ello se suman 132 viviendas en cuatro torres residenciales y una torre de oficinas de 12 plantas que da servicio a empresas y profesionales.

El deporte también tiene su espacio en el gimnasio Forus Aragonia, que ocupa dos plantas, con pistas exteriores y piscina en la cubierta superior.

El diseño de Rafael Moneo

Moneo concibió Aragonia como un proyecto complejo y a la vez armónico. La clave fue reflejar la diversidad de usos del edificio, pero unificándolo mediante la cerámica vidriada.

El aparcamiento, con siete sótanos y más de 2.000 plazas, marcó la estructural de todo el complejo. El objetivo era que el edificio se convirtiera en un punto clave de vida social en una zona de Zaragoza que carecía de grandes espacios públicos.

Desde su inauguración, Aragonia no solo ha sido un centro comercial, sino también un espacio vinculado a la cultura aragonesa. A lo largo de los años ha acogido exposiciones, actividades educativas y eventos de concienciación, como la campaña “Sumérgete en el ciclo del agua”, en colaboración con la Confederación Hidrográfica del Ebro. También ha sido plataforma para jóvenes artistas, como en la primera muestra de escultura de la Escuela de Bellas Artes de Zaragoza.

El contraste con el pasado es enorme: de aquel solar vacío y la antigua gasolinera apenas queda el recuerdo. En su lugar, se levanta hoy un icono de la ciudad que concentra viviendas, ocio, restauración, comercio y oficinas en un único espacio junto de encuentro para vecinos y visitantes.