Y al final
El amor que recibes
Equivale al amor que creas.
(Lennon/McCartney)
Y finalmente, se nos fue Ozzy Osbourne. Será materia de eterna discusión si internamente él sabía que le quedaba poco y agotó sus últimas energías en el escenario, o si tenía planes más allá del homenaje final. Jamás lo sabremos.
Un poco de leyenda nunca viene mal para estas cosas. Poca gente sabe quién es Drew Struzan, pero conoce perfectamente su obra como ilustrador: además de los icónicos pósters de Star Wars, Indiana Jones y Harry Potter, entre otros, también hizo la portada de Greatest Hits y Welcome To My Nightmare para Alice Cooper. Antes de todo eso firmó una de sus obras maestras, la portada y contraportada de Sabbath Bloody Sabbath de 1973. Fueron Geezer Butler y Ozzy Osbourne quienes esbozaron el concepto, la eterna lucha entre el bien y el mal. El destino infernal contrapuesto a la buena muerte, la despedida en paz, rodeado de sus seres queridos. Ozzy se fue exactamente así.
Es imposible resumir seis décadas de carrera en un artículo, sobre todo si se trata de una vida como la de Ozzy Osbourne, vivida al límite. Siglos para nosotros, pobres mortales. La noción de “anomalía” que apuntó Gene Simmons, es quizá una de las mejores definiciones sobre Ozzy: un misterio de la naturaleza, verdadero enigma como artista, gigantesco catalizador de talento ajeno, instintivo compositor de melodías, loco arquetípico, voz inigualable. El Gran Atractor, que hizo que generaciones de músicos y fans gravitaran a su alrededor por décadas. Una producción muy prolífica, habitualmente de gran calidad. Veintidós álbumes de estudio, nueve con Black Sabbath, trece en solitario. Una recurrente propensión al abandono, a la misma vez que una determinación inquebrantable, sostenida por su mujer Sharon. Inagotable fuente de historias, tanto hilarantes como dramáticas. Una enorme, contradictoria y descarnada humanidad.
En este retrato compuesto, he querido destacar arbitrariamente seis aristas que han sido centrales en su vida: su salud mental como seña de identidad, el eterno retorno a Black Sabbath, su carrera solista, los Beatles, la amistad, y Birmingham. Ya se ha escrito suficiente sobre sus primeros años en Black Sabbath y sus comienzos como solista. Por lo tanto, usando algunas historias personales como estribos, estos momentos elegidos de su carrera intentan desmitificar algunos hechos que se repiten sin mayor análisis ni rigor, y configurar un retrato lo más ajustado posible de un hombre y un artista fascinante.
Las redes se han llenado de testimonios como “mi historia con Ozzy”. Bueno, de hecho, es lo único que uno puede aportar sin repetir lo que se ha expresado universalmente, intentando hacer justicia al personaje y su obra. Quizás sólo Bon Scott consigue al ser recordado lo mismo que provoca Ozzy Osbourne, un privilegio para muy pocos elegidos. Simplemente una sonrisa.
1975
(Apenas había material publicado de Black Sabbath en Uruguay en los 70’s. Solamente Sabbath Bloody Sabbath -groseramente censurado en la dictadura militar-, Technical Ecstasy y «Paranoid» incluída en una recopilación. Nada más. La ignorancia era generalizada, tierra de cultivo para un mito aún underground. Las leyendas urbanas sobre este loco, Satanás sobre la tierra, eran habituales. Lo primero que apareció suyo como solista, era «Bark At The Moon» en una recopilación llamada Metal Pesado. En interminables tertulias adolescentes escuché que el tipo que aparecía en la portada con una máscara de soldadura era su guitarrista muerto, que Ozzy llevaba su féretro en gira y lo sacaba sobre el escenario. Disparatadas fantasías, pero lo central aquí es la percepción de máxima locura que proyectaba Ozzy Osbourne, y lo poco que se sabía de él.)
En el monumental Sabotage de 1975 -para muchos la obra cumbre de Black Sabbath- aparecía una curiosa canción, de extraña premisa musical basada en un riff de teclados, con letra y música compuesta por Ozzy Osbourne en un sintetizador Moog, que conservaría por décadas. «Am I Going Insane (Radio)» ya hablaba abiertamente sobre su salud mental como rasgo definitorio de su personalidad – «Paranoid» de 1970, era obra de Geezer Butler y trataba sobre su propia depresión. Líricamente, Ozzy expresaba su temor a perder los cabales: Así que os digo a todos/Escuchad mientras canto otra vez/Si no sueno muy alegre/Creo que soy un esquizofrénico/Así que decidme, gente/Me estoy volviendo loco?
Es el embrión conceptual de lo que años después haría en solitario, con títulos como «Crazy Train» o «Diary Of A Madman». Bill Ward lo describía claramente. “Pienso que «Am I Going Insane (Radio)» es una especie de diseño de un montón de material de Oz que luego vendría. La clase de material que Oz hizo con Blizzard Of Ozz”. Incluso, el título “Am I Going Insane” ya se había manejado en la prensa como título para un álbum solista un año antes. La canción fue lanzada como single sin mayor repercusión, y fue arbitrariamente incluida como representante de Sabotage en la recopilación We Sold Our Soul for Rock and Roll, publicada sin permiso de la banda, tras un álbum grabado bajo guerra legal con su management.
Ozzy ya tenía su válvula de escape y su marca registrada. De hecho, dejó Black Sabbath en 1978 para regresar a los pocos meses, y existen fotos de esa época en la que llevaba una camiseta pintada a mano, con una leyenda misteriosa: Blizzard Of Ozz.
1985
(Para el primer festival Rock In Rio me encontraba geográficamente cerca, pero había tres problemas: era menor de edad, no tenía dinero, y no tenía nadie con quien ir. Afortunadamente, a alguien en Uruguay se le ocurrió proyectarlo en pantalla gigante en un pabellón, a volumen brutal. Loco por AC/DC, por Iron Maiden, por Scorpions, como buen headbanger de los 80’s, con un amigo fuimos allí. Detrás mío había un tipo bastante mayor, que mantenía la calma ante todo lo que me a mí me gustaba, menos cuando salía Ozzy Osbourne. Y cuando cantaba canciones de Black Sabbath, el hombre tranquilo enloquecía. Allí entendí que había algo que no sólo pertenecía a mi generación, si no que había un pasado misterioso que debía conocer como rito de iniciación. Solo y con Sabbath, Ozzy podía gustarle a todo el mundo: góticos, stoners, heavies, rockeros, thrashers, alternativos. Hay un Ozzy para cada fan. Años después, el dueño de una tienda de discos me regaló una serie de fotografías del festival, tomadas por un anónimo reportero gráfico. Son las que pueden verse aquí.)
Rueda prensa en Río
Directo desde la clínica Betty Ford, donde fue ingresado para desintoxicase, o al menos a “aprender a beber como un caballero” según entendió, yendo inmediatamente a preguntar dónde estaba el bar; Ozzy Osbourne llegó a Río de Janeiro para dar dos conciertos, el 16 y el 19 de enero de 1985. Fueron sus dos únicas actuaciones como solista ese año, y muy significativas. Son el último vestigio en directo de su era primigenia en solitario, la que inició con Randy Rhoads en 1979. Ni Bob Daisley, ni Tommy Aldridge, ni Don Airey volverían a actuar con él.
Rock In Rio fue el suceso que eligió Don Airey en su homenaje a Ozzy tras su muerte. “Recuerdo el primer festival Rock in Rio de 1985, donde estabas sentado en la barra quejándote de quince años viajando por el mundo y de que lo único que habías visto eran conciertos y hoteles. Así que tomamos un taxi hasta el Cristo Redentor, la enorme estatua que domina la ciudad, y subimos los más de doscientos escalones hasta la cima, con una vista absolutamente asombrosa. Eso fue hasta que miramos hacia la base de la estatua y vimos a nuestro tour manager y al personal de seguridad corriendo frenéticamente. Nos llevaron a toda prisa a una sesión de fotos en la playa de Ipanema, donde te divertiste en las olas con cincuenta pirañas disecadas. Al día siguiente, un concierto frente a 350.000 personas compartiendo cartel con Queen, Scorpions y Whitesnake… Como solías decir: nada mal para un chico de Aston.”
Seis meses después, el péndulo lo llevaría a sus antiguos compañeros por primera vez desde su despido. El 13 de julio de 1985, otra actuación histórica tendría lugar, esta vez con Black Sabbath en el festival Live Aid, a las 9:55 horas de la mañana en Filadelfia, entre Billy Ocean y Run DMC, junto a Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward. Presentados por el actor Chevy Chase, Sabbath tocó tres canciones: «Children Of The Grave», «Iron Man» y «Paranoid». Y a raíz de la histórica presentación en Live Aid se planteó una reunión permanente, que no iría más allá. Ozzy Osbourne comenzaba a tener una estatura comercial mucho mayor que la de sus ex compañeros. Una nueva dimensión de estrellato le esperaba al año siguiente en MTV.
1995
(Ese año tuve la fortuna de entrevistarle, verle en directo y conocerle, todo en poco más de un mes. Gracias al contacto con su publicista de entonces Michael Mazur, tuve acceso a todo lo que un periodista podía esperar: una agraciada entrevista, en la que me recitó «Into The Void» por teléfono. Discos y fotos autografiadas, acceso a la rueda de prensa –donde conocí a Sharon Osbourne–, backstage pass, meet and greet, y por supuesto, asistencia al festival Monsters Of Rock de Buenos Aires y su posterior show solista dos días después. Allí vi probar sonido a su banda: Joe Holmes, Deen Castronovo, y particularmente Geezer Butler, que fue como ver despertar a Dios. El encuentro con Ozzy fue muy personal. Recuerdo que le mostré muy orgulloso la portada del periódico de nuestra entrevista de unas semanas atrás. También hablamos de su hijo Jack, de piedras semipreciosas y hasta Sharon corrigió mi inglés. Ese día, tras el show en solitario, flotaba en el aire una sensación muy peculiar: Ozzy Osbourne estaba de vuelta, pero por lo que se veía de él y su entorno, había algo más. En las notas que tomé entonces, subrayé una palabra: fragilidad.)
El Retiro Apesta era el nombre de la inesperada gira de 1995. En nuestra entrevista, Ozzy diría al respecto: “Sentía que de alguna manera que eso de girar y girar, grabar y grabar, no sabía para que lo estaba haciendo. Esta vez, fue como que miré en mi vida y me di cuenta que lo que hago es lo que tengo que hacer para mi. Que es actuar”. Supuestamente, Ozzy Osbourne se había retirado del negocio tres años antes, en una nota alta, tras el éxito de No More Tears. Fue durante aquellos shows en Costa Mesa, en los que los Black Sabbath originales se reunieron por última vez para acompañar a su amigo, en su despedida de los escenarios. La historia es conocida: Ronnie James Dio comandaba vocalmente a Sabbath entonces, ambos grupos estaban de gira en Estados Unidos al mismo tiempo, en el mismo estado. Ozzy les invita a abrir un concierto en su despedida. Dio ve venir una reunión y renuncia ipso facto, estrepitosamente, con Rob Halford ocupando su lugar con sólo un día de ensayo. Al final, la reunión se produjo, quedando registrada en Live & Loud.
Estas pulsiones siempre fueron una constante en la elíptica carrera de Ozzy Osbourne, gravitando sobre su foco solista en un extremo, y sobre Black Sabbath en el otro. En ambos casos, alejamientos y acercamientos, encuentros y desencuentros. En todos los años, desde su despido de Black Sabbath en 1979 hasta 2025, Ozzy volvería a grabar y actuar con Bill Ward, con Tony Iommi y con Geezer Butler en varias ocasiones.
1995 significó un potente reinicio de su carrera solista, en el que significativamente contaba para la gira con Geezer Butler y con Joe Holmes en guitarra, un antiguo y tímido discípulo de Randy Rhoads. Los shows de septiembre de 1995 en Sudamérica junto a Megadeth, Alice Cooper y Faith No More sirvieron como aperitivo de lo que sería su álbum solista más maduro hasta la fecha, Ozzmosis, publicado el 23 de octubre de ese año. En esas fechas, Ozzy ya adelantaba -entre «No More Tears» y «I Don’t Want to Change The World»- una hipnótica canción de su inminente disco, titulada «I Just Want You», cuya letra reza: “No hay metas inalcanzables/No hay almas insalvables/ No hay reyes ni reinas legítimos/¿Sabes a qué me refiero?/No hay verdades indiscutibles /Y no hay una fuente de la juventud.”
2005
(Queda muy bien decirlo ahora, pero como todo el mundo, la primera vez que puse mentalmente juntos los nombres de Beatles y Black Sabbath fue cuando escuché «It’s Alright», incluida en Technical Ecstasy…pero el que la cantaba era Bill Ward. Fue mucho después, esencialmente por las baladas solistas de Ozzy, y su militancia beatlemaníaca, que se comenzó a asociar con justicia ambas instituciones.)
Ozzy siempre dijo que descubrir a los Beatles le cambió su vida. La Inglaterra posterior a la Segunda Guerra Mundial era un sitio gris y miserable. Los Beatles lo convirtieron en algo excitante y colorido. Tras escuchar «She Loves You» en 1963, Ozzy sabía lo que quería hacer. Y no empezaría tan mal. Al final de esa década, cuando Black Sabbath aún se llamaban Earth, tuvieron residencia en el Star Club de Hamburgo. En ese club alemán rompieron el récord de los Fab Four, tocando ocho shows por noche, haciendo standards de blues y componiendo las primeras canciones originales de Black Sabbath, como «Iron Man», «Walpurgis», «War Pigs», y «Black Sabbath».
Lo que vendría después no sería un camino de rosas. La prensa odió a Black Sabbath desde el primer momento. Un claro ejemplo: “El grupo actúa con toda la moderación y sofisticación de cuatro cazadores cromañones que se han tropezado con el equipo de una banda de rock después de un mal día buscando carne”. (Paul Battiste, Creem 1972). Nadie mancillaría el nombre de los Beatles al lado de estos cavernícolas.
No sería hasta mucho más tarde, al comienzo de su carrera solista, cuando aparecieron las primeras influencias de los Beatles en las melodías de Ozzy Osbourne, como en «Goodbye To Romance» o «So Tired». En «Bloodbath In Paradise» de 1988 mencionaba a «Helter Skelter». Le llevó un par de años finalizar su propia «Imagine», que llamaría «Dreamer» e incluiría en su álbum Down To Earth, de 2001. Ese año conoció a su héroe Paul McCartney y la experiencia para Ozzy fue como “conocer a Jesucristo”.
Todo catalizó en 2005, en el ecléctico pero irregular álbum de versiones Under Cover, donde se daría el gusto de homenajear a sus héroes y de cerrar el círculo. Finísimas elecciones: «In My Life» de Beatles, «Woman» y «Working Class Hero» de John Lennon. Teniendo en cuenta su conocido fanatismo por los Beatles, podían haber quedado algo mejor. Quizás donde mejor se pueda apreciar su amor por los Beatles, y esencialmente por Lennon, es la poco conocida versión de «How?» de John Lennon, grabada para Amnistía Internacional.
Más allá de la influencia innegable de los Beatles en sus melodías vocales, es la sincrónica magnitud y percepción universal donde ambos nombres se encuentran. Culturalmente, Black Sabbath y Ozzy son a Birmingham lo que los Beatles a Liverpool, ambos fenómenos mundiales surgidos de ciudades industriales inglesas en la posguerra, productos de la clase trabajadora. Se puede decir con claridad y firmeza: igualmente influyentes y originales, Black Sabbath son los Beatles del heavy metal.
2015
(Cuando le conocí, Lemmy me contó que Ozzy le había regalado un autógrafo de Adolf Hitler. Meses después hablé con Ozzy y lo confirmó, diciéndome: “Es lo que él adora, ya sabes. Los viejos amigos son muy valiosos para mí. Valoro muchísimo mi amistad con Lemmy Kilmister. Es un amigo muy querido”. La pérdida de Lemmy y su repercusión, aparecen como un profético prólogo de lo que sucedería años después.)
La relación de amistad entre Ozzy y Lemmy se forjó durante la primera parte de la gira americana de Blizzard Of Ozz, en 1981, cuando Motörhead abrían para un Osbourne girando en solitario por primera vez. Si algo impresionó a Ozzy era lo culto que era Lemmy. Mientras los demás se dedicaban a los excesos rockeros habituales, Ozzy el primero; Lemmy siempre estaba con una pila de libros, que devoraba. Y Randy Rhoads, que buscaba profesores de guitarra clásica donde estuvieran. A ambos les apasionaban los Beatles, la historia y un buen trago. Ozzy y Lemmy se hicieron grandes amigos.
Un década después, Ozzy Osbourne daría un gran soporte vital a Lemmy, que se había mudado a Los Angeles y sobrevivía con lo escueto que generaba Motörhead. Lemmy escribiría unas cinco letras para él. Cuatro aparecerían en No More Tears de 1991 («Hellraiser», «Mama I’m Coming Home», «I Don’t Want To Change The World» y «Desire», y posteriormente «See You On The Other Side» de Ozzmosis, de 1995. Como contó en su biografía, Lemmy nunca vería tanto dinero proviniendo de la música como el que recibió de Ozzy por los derechos de autor de esas canciones.
Lemmy murió el 28 de diciembre de 2015, enfermo de cáncer. El día de su fallecimiento, Ozzy fue uno de los últimos en hablar con él. La mañana de su muerte le llamó, pero no pudo entender lo que el bajista le decía. “Yo quería hablar con alguien que estuviese allí, pero le seguían dando el teléfono a Lemmy”, recordaría. Después de hablar con Lemmy y de comprobar el estado en que se encontraba, Ozzy quiso ir a su casa para estar al lado de su amigo. Apenas estaban a punto de salir, cuando Sharon se le acerca y le dice: “No te preocupes, se ha ido”.
El golpe fue devastador para Ozzy. El funeral de Lemmy fue uno de los primero eventos de esa clase en tener un alcance global. Su muerte fue una de las más icónicas en el mundo del rock y del metal hasta entonces, teniendo a Metallica, Gene Simmons, Slash, el luchador Triple H, Dave Grohl y el propio Ozzy entre los asistentes al memorial. Varios subieron a dar su testimonio final. Muy afectado, Ozzy permaneció en silencio. Ozzy posteriormente diría: “Cuando Lemmy murió, me jodió de mala manera. Era un buen hombre. Mirabas a Lemmy y pensabas que tenía dos neuronas, pero era muy culto.”
En «See You On The Other Side», Lemmy escribió para Ozzy: “Me voy, odio verte llorar /Afligido, odio decir adiós/Polvo y ceniza para siempre, sí /Aunque sé que debemos separarnos /Tan seguro como que hay estrellas en el cielo/ Veré cuándo llegue la gloria /Y te veré, te veré en el otro lado.”
2025
(Birmingham es la Meca del heavy metal. Es el lugar de peregrinación. Home Of Metal, como bien se dio en llamar la exposición que explicaba el porqué del origen de esta música en esa ciudad. Pude visitar Birmingham varias veces y tuve el privilegio de ver a Black Sabbath en 1997, en los shows del disco Reunion, allí donde comenzó todo. Se entienden muchas cosas viendo el fenómeno donde tuvo su origen y conociendo el carácter de los lacónicos habitantes de la entrañable y fea capital de las Midlands. Black Sabbath y Ozzy Osbourne sólo podían haber surgido en un sitio así.
Las entradas para la despedida final de Ozzy Osbourne y Black Sabbath del 5 de julio de 2025, convenientemente llamada Back To The Beginning, se agotaron en diez minutos. Casi seis millones de personas lo vimos online. Sobre quiénes actuaron –y quienes no– se ha hablado hasta la saciedad. Lo esencial fue la excepcional dimensión de su adiós, por el lugar, el nivel de los artistas acompañantes, y en el caso de Black Sabbath, por la despedida de los miembros originales. Por todo lo alto, en su ciudad natal, algo que leyendas como Led Zeppelin, Beatles, Stones, The Who o Pink Floyd jamás podrán igualar. O bien hay miembros fallecidos, separaciones insuperables, o ambas cosas. La magnitud del evento puede equipararse al tributo a Freddy Mercury en Wembley, Live Aid, cosas así.
Sólo un suceso podía ampliar la gigantesca despedida de Ozzy Osbourne: su propia muerte, días después. Con Back To The Beginning, Ozzy se convirtió para siempre en el sumo pontífice del metal. Con su fallecimiento, se convirtió en un ícono universal.)
Ozzy Osbourne se venía despidiendo desde hace un par de años. En 2017 cerró su andadura con Black Sabbath -en Birmingham- denominada The End. Sin embargo, no estuvo Bill Ward. En 2018 haría su última gira como solista, llamada No More Tours 2, que no pudo finalizar, porque su salud era cada vez más precaria. En 2020 hizo público su diagnóstico del mal de Parkinson, algo que era evidente para todo el mundo desde hace años. Ese año publicó Ordinary Man, rodeado de amigos, entre los que se encontraban Elton John y Post Malone. Dos años después, ampliaría el concepto para Patient Number 9, contando, entre otros, con Jeff Beck, Eric Clapton, Josh Homme y Taylor Hawkins. Fue su último álbum de estudio grabado en vida. El 19 de octubre de 2024 fue admitido como miembro solista en el Rock And Roll Hall Of Fame, acompañado por Jack Black, Zakk Wylde, Wolfgang Van Halen, Maynard James Keenan de Tool, Robert Trujillo de Metallica, Jelly Roll y varios amigos más. Hicieron un set de tres canciones: «Crazy Train», «Mama I’m Coming Home» y «No More Tears». Para entonces, Ozzy Osbourne ya no caminaba. Tampoco pudo cantar sus propias canciones, más allá de su emotivo discurso y su “All Aboard!”.
Nueve meses después, en sus actuaciones en el estadio Villa Park de Birmingham, se hizo evidente el gran esfuerzo físico y emocional que tuvo que hacer para poder cantar en su condición. A las cinco canciones que interpretó con su banda –«I Don’t Know», «Mr. Crowley», «Suicide Solution», «Mama I’m Coming Home» y «Crazy Train»–, se sumaron cuatro más con Black Sabbath: «War Pigs», «N.I.B», «Iron Man» y «Paranoid». Estuvo casi una hora sobre el escenario. “No tenéis ni idea de cómo me siento. Gracias desde lo más profundo de mi corazón”, dijo Ozzy con la voz rota de emoción desde su negro trono. Sea como sea, sacó adelante sus actuaciones, obteniendo la despedida soñada por cualquier artista, el homenaje en vida. Diecisiete días después, Ozzy Osbourne fallecería en su casa, rodeado de su familia. Todo lo que ha venido en consecuencia –gigantesco y universal– sólo tiene una definición, en su sentido más estricto: apoteosis.
Texto: Daniel Renna