Por fin sabemos de dónde viene el caos urbanístico de Tokio

Cuando se aterriza en una ciudad de Asia, en ruta desde Europa, uno tiene, indudablemente, sensación de desorden. Seúl, Hong Kong, Pekín, Hanoi, Kuala Lumpur o, por supuesto, Tokio. Cables de luz atraviesan a baja altura calles principales. Pequeñas construcciones con techumbres de uralita conviven con rascacielos acristalados y unifamiliares con patio. El tráfico, por descontado, es una montaña rusa.

Para el arquitecto español Jorge Almazán (48 años), sin embargo, la cosa no va de caos, sino de complejidad: son entramados urbanos donde prima la escala pequeña y la vida común. “Creo que había que encontrar otro concepto que no fuese el de desorden, sino que implicase un tipo diferente de orden. Investigando en esa dirección, encontré las teorías de la Ciencia de la Complejidad”, cuenta para AD desde su despacho en la universidad de Keio, con vistas a la ciudad de Tokio, su hogar desde que fuera un estudiante de doctorado en los dosmiles. “Mi conclusión es que el orden se puede conseguir sin necesidad de que haya esa especie de cerebro central que lo controle todo; ahí es donde nace el concepto de ciudad emergente, que yo creo que es lo interesante de Tokio”, añade. “Se trata de una aproximación nueva a Tokio fuera de esos tópicos y clichés de los años 80 y 90, incidiendo en la idea del orden en lugar del caos”.

Para Jorge Almazán, cuando no se da una función específica a un espacio urbano y se permite una cierta iniciativa ciudadana se pueden crear espacios fascinantes como las famosas calles ankyo, pasajes angostos que conectan calles más anchas, llenos de pequeños restaurantes, bares y tiendas, que eran antiguos ríos que se cubrieron antes de las Olimpiadas del 64.@ Hideki Okura

El arquitecto que quiera ver cómo hacer un micronegocio de dimensiones mínimas puede ver en este libro que no es necesario tener grandes dimensiones para diseñar algo interesante y funcional.@ Cortesía de Satori

Tokio es una ciudad compleja… ¡y espontánea!

Tras más de dos décadas allí, este profesor de proyectos arquitectónicos en la Universidad de Keio ha escrito el libro Tokio emergente. Diseñar la ciudad espontánea (Satori), donde explica que precisamente la espontaneidad es lo que ha hecho de esta jungla urbana uno de los lugares más atractivos del mundo.

“Tokio fue construida desde abajo por ciudadanos de a pie, en respuesta a la realidad cotidiana de sus calles y barrios, más allá de la planificación urbana gubernamental y de la búsqueda de ganancias corporativas del sector privado”, explica quien acabó en Japón gracias al apoyo de, nada menos, Kazuyo Sejima, premio Pritzker 2010 con su estudio SANAA. “Nos conocimos en Madrid, durante un workshop. Ella me recomendó para una beca en Japón. Haciendo la tesis doctoral, me di cuenta de que la información que había sobre Tokio era bastante limitada y desfasada —en muchos libros de los 80 y de los 90 se repetían las mismas ideas y los autores se iban citando los unos a los otros pero nadie intentaba comprobar de dónde venían originalmente las ideas sobre el caos de la ciudad”, dice Almazán, cuyo libro está teniendo mucho impacto en el país nipón, precisamente, por ofrecer una visión crítica con ciertas prácticas urbanísticas, digamos, demasiado liberales.

Desde su vida nocturna de luces de neón, hasta sus tranquilas callejuelas residenciales: el urbanismo de Tokio no es caótico, sino emergente y espontáneo.@ Hideki Okura