—Toda. Ha estado presente en todas las etapas de mi vida. Y es una base importantísima en mi profesión. Lo necesito. He practicado todo tipo de deporte: baloncesto, fútbol, atletismo, tenis. El pádel es el … que menos me ha gustado. Ahora, estoy entregado al golf.

—¿Qué tiene ese deporte que todo el que lo prueba sucumbe?

—A mi vida ha venido a salvarme de la tentación de volver a torear. Pero también correr a diario. A mí me ha sido muy necesario para vivir y vivir bien.

—Y luego está el aficionado. Usted es de los que se lo ‘traga’ todo.

—Sí. Me divierte y me entretiene. Todo, el automovilismo y las motos, también. Veo tres o cuatro partidos de fútbol seguidos. Y me gusta mucho ir a los campos. Voy al Bernabéu, pero también al Villamarín o al Pizjuán. Y a los eventos de golf y de tenis. De lo que sea.

—¿Cuál ha sido ese momento en el que ha sentido una felicidad absoluta?

—El día en que me apunté a correr una maratón en mi pueblo. Tendría 11 años. Se me dio muy bien y, a partir de ahí, se fundó el club de atletismo Cehegín, que luego ha sido un referente en la región. De alguna forma, fui uno de los pioneros. El colgarme aquella medalla fue el primer triunfo en mi vida y se lo debo a Rosendo Beringüí, que ha sido alguien muy importante en la promoción del deporte en la zona.

—Koke, Muniain, Luis de la Fuente, Ramos… ¿qué ofrece la cultura del toro que atrae tanto al deportista?

—Es gente de éxito, con una sensibilidad especial, triunfadores que saben lo que hay detrás de un esfuerzo como es el de jugarte la vida. Y lo valoran. La relación suele empezar por amistad. Por ejemplo, la que tienen Sergio Ramos y Talavante. Y en cuanto están con nosotros en el campo, que viven un día de preparación o un día de corrida, hay algo que les despierta en ellos, una sensación que acaba convirtiéndolos en grandes aficionados. Mira a Nacho Fernández, que actualmente siente pasión por la ganadería.

—Le he leído que si tuviera 300 hijos, los educaría en la cultura del toro. ¿La del fútbol, hoy, deja bastante que desear?

—Está tomando unos derroteros preocupantes, sí. Es cuestión de valores. En el toreo valoramos la educación, el respeto, el sacrificio. Esos valores son los que yo intento proteger y exponer para que el toro sea un ejemplo de orgullo hacia una profesión.

—¿Somos racistas?

—Ni mucho menos. Al revés. Somos un ejemplo de cómo nos desvivimos por los demás, somos muy solidarios. Me siento orgulloso de cómo somos. Pero es verdad que hay personajes que hacen mucho ruido, como los que insultan a Vinicius.

—A usted le ofrecieron ser consejero del Murcia.

—Fui hasta recogepelotas del club. Y ese sentimiento lo tengo. Les debo mucho a los murcianos, que nunca me soltaron de la mano ni aun cuando lo pasé mal. Soy muy murcianista y muy del Real Murcia. Alguna vez he sido imagen de las campañas de abono, pero de ahí a sentarte en un palco y que alguien te mire y te pida responsabilidades, no tengo valor suficiente.

—¡Maestro, que usted se ha puesto delante de un toro!

—Yo soy responsable de lo que hago con mi capote y mi muleta. De lo que haga un chico con un balón…

—¿No tiene la sensación de que el control financiero está ahogando a nuestro fútbol?

—El fútbol se ha convertido en un negocio y por eso están sucediendo cosas de este tipo. Raúl costaba 6 millones de euros. Ahora, se habla de 200 millones por un jugador. El salto ha sido enorme. Es como la cantidad de partidos que se disputan. El negocio está montado así y alguien tendrá que poner freno a esto. Es triste que el Getafe tenga que plantearse vender a un referente para ellos como Uche para poder competir. Los clubes tienen que formar plantillas que les permitan ser competitivos.

—Seguimos para nota, ¿y eso de que se lleven un partido de Liga a Miami?

—Si provocara que los jugadores tuvieran más ingresos y se les cuidara más, me parecería bien. Pero no puedo entender que un partido de nuestra Liga tenga que jugarse fuera y privar a sus seguidores de ver un espectáculo. Creo que son guiños para probar, pero estás fastidiando al aficionado, esa persona que hace un esfuerzo por sacarse un abono y puede que se pierda un partido importante.

—¿Cómo de madridista se siente?

—Mucho. El padrino de mi hija es Chendo. Aunque, de pequeño, tuve pasado culé por Maradona. Pero mi equipo es el Real Madrid. El cariño que he tenido en esa casa, incluso hoy, cuando voy a ver a Miguel a las concentraciones es enorme. El toro me ha abierto muchas puertas. Y no sólo en el fútbol. Por ejemplo, la admiración que siento por Carlitos Alcaraz, con Feliciano, con Ferrero.

—¿Le ilusiona el nuevo Madrid?

—Lo de Xabi me hace mucha ilusión. Echaremos de menos a Carletto, como en su día añoré a Capello. Pero hacía falta un nuevo aire. Y Xabi conoce muy bien la institución. Creo que se está componiendo un equipo muy competitivo. Pero en el Madrid no nos conformamos con poco y, cuando no llega, parece que es un fracaso. Yo siempre disfruto. Con un regate de Mbappé me conformo.

—Le propongo un ejercicio asociativo, ¿a qué torero le evoca Mbappé, cuando lo ve jugar?

—Al Juli, porque ambos marcan una diferencia. Lo tengo claro. Por su compromiso en el campo, su ADN ganador.

—¿Y Lamine Yamal?

—A Manzanares, por esa clase que le viene dada como por una varita mágica. O a Morante. Son geniales y especiales. Nacen cada X tiempo y son especiales.

—Y Pepín Liria ¿con quién se identifica?

—Con Chendo y con Camacho. Por nuestro carácter de luchadores, vamos de cara, metemos el pie sabiendo que nos lo pueden partir.

—¿Qué le robaría al fútbol para llevárselo al toro?

—Publicidad y el dinero para la fiesta.

—¿Quién va a ganar la Liga?

—El Real Madrid. Aunque como me gusta tanto el fútbol y me pasó con Messi, me gusta ver al Barça jugar. Y me gusta Lamine. Y no me duelen prendas reconocer lo bueno de otros clubes.