La mayoría de los pacientes que superan un infarto necesitan una medicación de por vida… una pastilla para controlar la tensión arterial, otra para regular el colesterol, otra más para evitar que la sange se espese, y en muchos casos betabloqueantes, un fármaco que alivia el esfuerzo que debe hacer el corazón para bombear sangre. Desde los años 80, los betabloqueantes se usan para tratar la hipertensión, la angina de pecho, las arritmias… pero también se recetan en los casos de infarto no complicado.
Pero una investigación internacional liderada por científicos españoles ha demostrado que esta medicación no aporta beneficio alguno en estos casos en los que se conserva intacta la función contráctil del corazón. Estos representan en torno al 70% de todos los que sobreviven a un ataque cardíaco, frente al 20% que presenta una función moderadamente reducida y un 10%, una disfunción claramente marcada. Es decir, la mayoría de personas que toman betabloqueantes tras un ataque al corazón sin un deterioro moderado o grave de su función cardíaca no los necesitan, y ello puede mermar su calidad de vida por los efectos secundarios de estos medicamentos: fatiga, ritmo cardiaco lento y disminución del deseo sexual.
UN CENTENAR DE HOSPITALES
El estudio, bautizado como Reboot y realizado por más de un centenar de hospitales de España e Italia, se dio a conocer ayer en el congreso de la Sociedad Europea de Cardiología, celebrado en Madrid. Los resultados se han publicado en ‘The Lancet’ y en ‘The New England Journal of Medicine’ las biblias de la medicina.
El macroestudio, liderado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y que se ha desarrollado sin la participación de la industria farmacéutica, podría revolucionar el tratamiento a los posinfartados toda vez que pone fin a una práctica aplicada desde hace 40 años.
El ensayo clínico, en el que han participado 8.505 voluntarios de 109 hospitales españoles e italianos, revela que los betabloqueantes no aportan ningún beneficio a la mayoría de esos pacientes, e incluso pueden ser perjudiciales para las mujeres.
Borja Ibáñez (Madrid, 50 años), director científico del CNIC, cardiólogo del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz e investigador principal del trabajo, calcula que en España puede haber 1,2 millones de personas tomando cada día betabloqueantes sin necesitarlos, y por tanto con riesgo de sufrir los efectos secundarios.
Según Ibáñez, hoy en día el 70% de las personas que superan un infarto mantienen una función cardiaca normal y para ellos los betabloqueantes “son prescindibles e incluso contraproducentes”.
MÁS RIESGO EN MUJERES
Los resultados del ensayo son más preocupantes en las mujeres, ya que un subestudio de Reboot mostró que las pacientes que conservaron una buena función cardiaca tras el infarto, el tratamiento con betabloqueantes aumentaba su mortalidad casi un 3% frente a las que no fueron tratadas con estos fármacos.
En esta segunda rama del estudio participaron más de 1.600 voluntarias, el mayor número jamás incluido en una investigación. Mientras que los hombres no experimentaron ningún beneficio ni riesgo al ser tratados con betabloqueantes, las mujeres tratadas con betabloqueantes tuvieron un aumento significativo del riesgo de muerte, reinfarto u hospitalización por insuficiencia cardíaca en comparación con las mujeres que no recibieron el fármaco.
“Nuestros hallazgos sugieren que un enfoque único para todos los pacientes puede no ser adecuado y las consideraciones específicas de cada sexo son cruciales a la hora de prescribir intervenciones cardiovasculares”, señala a este respecto Xavier Rosselló, científico del CNIC, cardiólogo del Hospital Universitario Son Espases de Mallorca y otro de los responsables del ensayo.