Los contenidos educativos digitales ya superan a los libros de texto físicos en las aulas. Es una de las conclusiones del último informe de la Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza (ANELE), que muestra que ya se editan más materiales para pantallas que en papel.
El sector lleva más de una década apostando por ello, y en siete años casi han triplicado la oferta de libros y contenidos educativos para plataformas digitales, pasando de 13.000 en 2018 a 33.000 en 2025. El catálogo en papel, en cambio, es de 26.897 contenidos.
No obstante, las editoriales aseguran que están apostando por un modelo «híbrido» sin ninguna intención de dejar en ningún momento el clásico libro de papel, más bien, complementándolo con contenidos digitales. Cada vez más estudios apuntan a que las pantallas en exceso tienen un efecto negativo en el aprendizaje y que son mejores los libros de texto, sobre todo en etapas tempranas.
Libros de texto en una papelería de València, en una imagen de archivo. / Fernando Bustamante
De hecho parece que la industria se sitúa ante un cambio de tendencia o al menos un tope en la oferta de materiales digitales, pues el curso que viene será el primero desde que hay registros en que se creen menos contenidos educativos para pantallas que el año anterior. Para 2025-26 serán 30.800, frente a los 33.000 de este año.
Desescalada digital
Esto tiene mucho que ver con la desescalada que están haciendo muchas comunidades autónomas con regulaciones contra el uso de pantallas en el aula. Una de ellas es la C.Valenciana, donde los teléfonos móviles ya están prohibidos en cualquier lugar del centro escolar y, de facto, se ha disminuido mucho el uso de pantallas para actividades educativas, que deben contar con previa autorización de la dirección.
Los editores, sin embargo, consideran que es importante formar a la juventud en las nuevas herramientas tecnológicas y para ello piden criterios claros y homogéneos para que puedan incorporarlo en sus materiales educativos.
Un joven con un teléfono móvil en el patio de IES de València, en una foto de archivo. / Germán Caballero
Abuso de las pantallas
La mayoría de niños y niñas pasan pegados a la pantalla, como mínimo, más de tres horas al día (much y no precisamente estudiando. Así lo muestra un informe realizado por la Conselleria de Educación y que afirma que conforme el alumnado cumple años usa más el móvil para entretenerse. A los 8 es cuando un porcentaje significativo de estudiantes comienza a tener móviles, según un informe de la empresa de ciberseguridad Kaspersky: un smartphone de regalo de primera comunión.
Así, el 8% de alumnos de Primaria pasan más de tres horas cada día usando dispositivos, un porcentaje que sube al 18% en alumnos de sexto Primaria, un 23% para alumnos de cuarto de la ESO y un 35% en 2º de FB Básica. Eso sí, los alumnos de 2º de Bachillerato reducen el porcentaje al 18% en un año clave donde preparan el acceso a la universidad.
Estudio de la UV
Las pantallas llevan años entrando en el aula ¿Pero qué ocurre cuando llenamos una clase de tablets y ordenadores portátiles? ¿El alumnado rinde mejor o peor? A esas preguntas respondió Lalo Salmerón, catedrático de psicología aplicada de la Universitat de València. La realidad es que, a más tiempo de pantalla, menor comprensión lectora tiene el alumnado.
Así lo asegura un estudio publicado por la Universitat de València, en el que Salmerón y su equipo recurrieron a datos de más de 150.000 alumnos y alumnas de todo el mundo. Tras procesar los datos comprobaron que el alumnado que lee en pantallas tiene mucha peor comprensión lectora que el que trabaja con libros de texto.
Son alumnos con los que se hizo una prueba muy sencilla: darles un texto en papel, y el mismo en una pantalla, y pedirles que lo leyeran para luego hacerles preguntas sobre lo que acababan de leer. Los estudiantes de la pantalla retenían muchísimo menos la información que los que leían en papel.
Predisposición del niño
La causa no tiene nada que ver con la pantalla física. «Las pantallas de antes sí que podían ser más molestas de usar, pero las actuales son de muy buena calidad para la vista, en ese sentido son iguales que leer en papel«, cuenta Salmerón.
La clave está en la predisposición del niño o niña cuando coge una pantalla o un libro, en los hábitos. «Lo comprobamos en el estudio y los docentes lo ven en clase. El estudiantado tiene una forma de consumir información en pantallas muy distinta a la que tienen cuando cogen un libro. Con un teléfono, ordenador, o tablet, la lectura o consumo de información es muy superficial y muy rápido, no da tiempo a profundizar ni a procesar bien la información. De hecho se premia este comportamiento, que cambies de vídeo rápido. Un libro te obliga a concentrarte durante mucho tiempo», cuenta Salmerón.
Por poner dos ejemplos: en las entrevistas a alumnos se les preguntaba cómo leían o hacían los ejercicios con el ordenador. Muchos de ellos contestaron que estudiaban con música o leían con un vídeo de YouTube de fondo, en especial los universitarios. El resultado de esto es que muchos menores tienen muy desentrenada la capacidad de sumergirse en la lectura y concentrarse por largos periodos de tiempo.
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