La hepatitis autoinmune es una enfermedad que se caracteriza por la inflamación del hígado y, aunque sus causas se desconocen, el tratamiento va enfocado a mitigar o revertir esa inflamación. Por lo general, el tratamiento para esta enfermedad está estandarizado y, en general, se basa en las recomendaciones de las guías internacionales de práctica clínica.
Las guías europeas para el manejo de la hepatitis autoinmune recomiendan el uso de tratamiento inmunosupresor basado en la combinación de esteroides y azatioprina (o micofenolato), considerado de primera línea para inducir la remisión. Sin embargo, pese a que no existe una herramienta o unas guías para la personalización del tratamiento, este se puede individualizar en función de las características del paciente y según ciertos criterios clínicos.
Este fue el punto principal que se trató en la ponencia “Tratamiento personalizado de la hepatitis autoinmune”, de la Mesa de enfermedad hepática autoinmune que tuvo lugar durante la celebración del 84º Congreso de la SEPD, celebrado el pasado junio en Bilbao, de la mano de la Dra. María Carlota Londoño, ponente en el 84º Congreso de la SEPD y hepatóloga en el Hospital Clínic de Barcelona.
En este sentido, aunque las guías no abordan explícitamente la personalización del tratamiento y lo presentan como un único tratamiento estandarizado para todos los pacientes, existen diversos factores que los especialistas pueden considerar para adaptar el tratamiento a las características individuales del paciente.
Estos factores incluyen la edad del paciente y la presencia de comorbilidades asociadas, “ya que no es lo mismo tratar a una persona joven que una persona mayor o un anciano que tiene, a lo mejor otras comorbilidades”, como, por ejemplo, hipertensión, diabetes, osteoporosis “que hacen que tengamos que utilizar unas dosis más bajas de corticoides”, declara la experta.
Otro criterio para tener en cuenta es la forma de presentación de la hepatitis autoinmune, que puede ser crónica, aguda o aguda-grave, “en este último caso los pacientes necesitan dosis más altas de corticoides desde el principio, por ejemplo”. Además, hay que tener en cuenta si el paciente está en edad gestacional o tiene deseo gestacional ya que “aquí la elección de los fármacos a emplear debe ajustarse a estas características”.
Existen casos en los que el paciente no responde al tratamiento de primera línea y “aquí podemos individualizar el tratamiento de segunda línea en función de las características del paciente” teniendo siempre en cuenta “si tiene alguna otra comorbilidad autoinmune, o alguna comorbilidad no autoinmune como insuficiencia renal o diabetes, entre otras”.
Decisiones muy personalizadas
Todo esto llevará a tomar una decisión aún más personalizada para tratar a ese paciente en particular. Aquí es importante resaltar que “esta personalización del tratamiento siempre estará sujeta a criterio del especialista” y que el objetivo principal del manejo de este tipo de enfermedad es lograr una respuesta bioquímica completa con la normalización de las transaminasas y los niveles de Inmunoglobulina G, “esto lo conseguimos cuando obtenemos una analítica completamente normal”.
Esto último no solo mejora la calidad de vida de los pacientes, sino que también se asocia con una mayor supervivencia a largo plazo. Asimismo, la hepatitis autoinmune es una enfermedad que siempre requiere terapia, es decir, “es imprescindible que todos los pacientes diagnosticados sigan un tratamiento”, incluso aquellos que presentan cirrosis descompensada.
En estos casos existen dudas sobre la efectividad del tratamiento. De hecho, recientemente, se ha publicado un estudio multicéntrico realizado dentro del registro COLHAI, en colaboración con el Grupo Internacional de Hepatitis Autoinmune y la Red Europea de Enfermedades Raras (ERN-LIVER), en el que se han identificado factores clave que permiten determinar qué pacientes con cirrosis descompensada se beneficiarán de recibir tratamiento inmunosupresor. Entre los factores más relevantes se encuentran la presencia o no de encefalopatía y el MELD-sodio, que ayudan a predecir el beneficio del tratamiento en este tipo de pacientes.
Hepatitis autoinmune: concepto, causa, tipos y síntomas
La hepatitis autoinmune es una enfermedad crónica caracterizada por inflamación y daño en el hígado, que se produce por la reacción anormal del sistema inmune contra los antígenos del propio hígado. Normalmente, la hepatitis crónica autoinmune sin tratamiento evoluciona y puede derivar en la formación de cicatrices en el hígado, lo que se conoce como cirrosis.
Y, en el peor de los casos, a la larga, también puede derivar en insuficiencia hepática. Si bien es cierto que se desconoce la causa de la hepatitis autoinmune, como ocurre con otras enfermedades autoinmunes, probablemente se deba a una predisposición genética unido a un factor desencadenante ambiental (virus, fármacos, etc.).
Los síntomas que produce este tipo de hepatitis son muy variables, de hecho, la mayor parte de los enfermos no presentan síntomas en las primeras etapas de la enfermedad y esta se descubre por alteraciones analíticas encontradas en una revisión rutinaria.
En caso de presentar síntomas, estos pueden ser fatiga, dolor en el abdomen, fiebre, malestar, náuseas y/o aparición progresiva de ictericia. Además, es muy común un aumento en el tamaño del hígado y cuando la enfermedad está avanzada pueden aparecer signos de cirrosis. En mujeres jóvenes, por ejemplo, es muy frecuente la aparición de amenorrea (ausencia de la menstruación).
Diferencia con otros tipos de hepatitis
La diferencia principal de la hepatitis autoinmune con otro tipo de hepatitis radica, principalmente, en la causa que provoca cada una y en el grado de afectación del hígado que producen. En este sentido, aparte de la hepatitis autoinmune, existen las hepatitis virales, que son el tipo más común de hepatitis y están causadas por uno de varios tipos de virus, los virus de la hepatitis A, B, C, D y E. Además, por un lado, existe la hepatitis alcohólica que está causada por el consumo excesivo de alcohol; y, por otro lado, la hepatitis tóxica puede ser causada por ciertos medicamentos, suplementos, o productos de herboristería.