Óscar Freire (Torrelavega, 49 años) sigue teniendo el mismo aire despistado de siempre. Un genio despreocupado que pasa demasiado inadvertido en las salidas de etapa de la Vuelta a España, sin la cuota de gloria que corresponde a un triple campeón del mundo de … ciclismo. Una eminencia que sería un ídolo de masas en al cruzar los Pirineos, en cualquier país de Europa. Freire ejerce de embajador publicitario, saluda sonriente y departe con invitados. Un exciclista con mensaje que fue muy crítico con sus compañeros de épica, protagonistas de casos de dopaje. En la Vuelta charla con ABC.
—¿Qué hace un campeón del mundo como usted en la Vuelta?
—Pues analizar la Vuelta desde otro punto de vista. Toda la vida dando pedales y nunca tuve esa oportunidad de estar rodeando lo que es un entorno de la Vuelta a España. Soy embajador de Plenitude, que es patrocinador principal de la carrera. Este es mi cuarto año y es una bonita experiencia.
—Un trabajo dulce.
—No tienes una presión muy grande, sabes que no tienes que estar en forma ni dar un peso concreto, y te metes un poco en el ambiente del ciclismo.
—¿Le conocen los ciclistas profesionales?
—Bueno, no mucho. La cuestión es al revés. A muchos de los ciclistas actuales no los conozco, el ciclismo va cambiando, hay muchos corredores extranjeros… Ahora poco a poco con mi hijo que hace ciclismo, estoy aprendiendo el nombre de los ciclistas.
—Al margen de las caras, ¿en qué ha cambiado el ciclismo?
—Sobre todo hay mucha más visibilidad ahora, se dan situaciones que antes no se veían y también existían, pero ahora con las redes, con las televisiones, con el mundo global, se visualiza en todo el planeta en un instante.
— ¿En qué ha mejorado el ciclismo?
—Como otros muchos deportes, el ciclismo va a mejor porque ahora están llegando preparadores, entrenadores, nutricionistas, biomecánicos, especialistas en datos, inteligencia artificial… Personas que antes no existían en los equipos, y que ahora hacen una labor crucial para mejorar el rendimiento y la seguridad de los ciclistas.
—¿En qué ha empeorado?
—Antes teníamos más tiempos de calma, de relax. Terminaba la carrera y tenías mucha relación con tus compañeros, que ahora con el tema de las redes sociales ya no existe. Se ha perdido la relación humana. Otra cosa que ha cambiado a peor, imagino, es que si no están corriendo, están en las concentraciones.
—¿Los datos, los watios, la tecnología ayudan al ciclista o lo anulan?
—Yo creo que el riesgo de caída hoy es mucho mayor, hay más caídas. No sé, yo creo que la gente muchas veces no sabe cuál es su lugar. Eso hace que el riesgo sea mucho mayor. Por otra parte ganan mucho más dinero, lo tienen todo más fácil, tienen más medios y más facilidades. El ciclismo en general ha mejorado mucho.
—Como corredor fue muy crítico con el dopaje y los ciclistas que se dopaban. ¿Qué dice ahora?
—Más que con el dopaje, era por la manera que nos querían controlar, no era lógico. Ahora yo creo que todo es más lógico. Yo recuerdo en su momento que empezaron con el ciclismo y los 50 primeros de la UCI teníamos que decir nuestra localización con tres meses de antelación. Ya éramos sospechosos. Yo no lo veía normal.
—Pero usted criticaba a los ciclistas de su época que se dopaban.
—Sí, claro, eso pasaba. Ahora creo que ha mejorado el tema en todos los sentidos. El ciclismo vuelve a ser lo que era cuando empecé. Tiene una buena imagen, eso es muy importante. Ahora los ciclistas ya no son sospechosos. Y eso ya es bueno. Eras ciclista y ya se te asociaba al dopaje.
—¿Le gusta la generación actual, Pogacar, Van der Poel, Van Aert?
—Sí, sí, porque en el ciclismo cada vez es más difícil destacar. Y ellos lo están haciendo. La diferencia de esos cuatro o cinco corredores es muy grande con respecto a todos los demás. Son corredores ganadores y que ganan de una manera espectacular. Hay mucha diferencia entre ellos y los demás. Hacen un ciclismo bonito y bueno. Cada vez hay más aficionados. Por otra parte, que siempre gane Pogacar no es bueno. La gente se empezará a aburrir. Es un ciclista que gusta, simpático y muy agresivo en la bici.
—Y lo más importante, no está manchado por la leyenda negra.
—Sí, claro. Es lo más importante. Está limpio. Ahora solo se habla de noticias deportivas, no de dopaje.
—¿Ve más peligros por el hecho de que su hijo sea ciclista?
—De momento no he visto mucho, no ha habido ese problema de que se meta en un esprint y se vea el riesgo. Probablemente si el año que viene empieza a meterse en algún esprint y lo empiezo a ver por televisión, pues la tensión será mucho más grande. Cuando eres ciclista y has corrido muchos años, sabes el riesgo que hay, sabes que le puede tocar una caída, pero bueno, yo en principio le veo un corredor hábil dentro del del pelotón y a ver.
—Hace unos meses fue protagonista en la prensa por un episodio personal, estuvo desaparecido. ¿Qué sucedió?
—Bueno, no pensé que iba a pasar todo lo que pasó porque se lió todo más de lo normal y en todo momento estaba bien. Pero fue el boca a boca que iba cambiando la situación y en aquel momento dije que lo mejor era decir que estaba bien y así fue. Y sigo estando bien… El problema fue de la prensa y de la gente que habló cosas que no existían. Del internet, de todo. Fue como esas situaciones en las que hay una pelea, vuelan los golpes y de repente te llevas tú uno. Entonces dice «¿Joder, yo por qué estaba ahí?» Es un poco lo mismo. Hubo más teles a la puerta de mi casa que cuando ganaba mundiales.