Si hace cinco días era Carlos Alcaraz el que lanzaba una advertencia, lo hace ahora Jannik Sinner, quien ante la presión del murciano reacciona de manera furibunda. La meteórica mano del italiano descarga una y otra vez en la noche de Nueva York y a Alexander Bublik, resignado, no le queda otra que encogerse de hombros y soportar la tempestad. Sonríe el kazajo, por no llorar. Tan solo ha podido arañar tres juegos (triple 6-1, en 1h 21m) y la respuesta huele a escarmiento. Donde las dan, las toman. Cayó ante el rival de hoy en Halle (Alemania), mitad de junio, entonces aún tocado por la derrota en la final de Roland Garros, y aprovecha este cruce neoyorquino para saldar cuentas: tú, a tu sitio.
Con esta implacabilidad ejerce el actual número uno, que ante el órdago planteado por Alcaraz en el torneo —en juego el trono— exhibe en la nocturnidad todo su potencial hegemónico. Yo, aquí, ahora. La inflexible ley Sinner. Lo sufre Bublik, que hasta la fecha encadenaba 59 juegos sin perder el servicio y no adivina solución alguna para detener la hemorragia; finalmente, lo entrega ocho veces. El de enfrente lo asimila; preferible eso a desesperarse. “Eres demasiado bueno, es una locura…”, se sincera en la red, a la vez que el italiano mantiene el gesto, dispone y ordena. Es la hora de irse al hotel, dice. Lo hace tras igualar su resultado más abultado en los grandes escenarios.
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Hasta ahora, su mayor tunda correspondía a los tres juegos concedidos a Jiri Lehecka, esta temporada en París. “Cada vez que golpeo la bola, Ron Weasley [un personaje pelirrojo de la saga de Harry Potter] ya está allí. Que alguien le revise la varita…”, bromea el kazajo en un instante. En su banquillo sonríen: vamos, chaval, aguanta el chaparrón. Y dura prácticamente un suspiro el duelo, después de una perfecta, vertiginosa e intimidatoria ejecución del vencedor, que en la próxima estación se medirá con su compatriota Lorenzo Musetti —verdugo de Jaume Munar en la franja matinal— e intenta quitarle hierro al asunto: “Él [Bublik] tuvo un partido muy duro el sábado, acabó muy tarde…”.
No hay excusa. Sencillamente, Sinner gana por aplastamiento y replica la señal enviada por Alcaraz en la segunda ronda, cuando el murciano disfrutó de un aperitivo contra Mattia Bellucci y, en la misma línea, igualó su marcador más contundente. Al envite de uno responde el otro y así se encamina este US Open hacia la recta final, con los dos colosos en plenitud de facultades, posicionados y sin mayores sobresaltos. Salvo un destemple inicial al inicio del encuentro con Denis Shapovalov, en la ronda anterior, el de San Cándido no afloja y en este último episodio dispara un punto más el nivel, sabedor de que a estas alturas cualquier mensaje cuenta y de que ambos se miran de reojo.
Aguda la comparación del propio Bublik, refiriéndose a la precisión abrumadora del italiano. Puro algoritmo éste, infinidad de trayectorias, estrategias, y maniobras en esa mente matemática y de competidor de fondo, que todo lo abarca y casi todo lo descifra: “AI [Inteligencia Artificial, en inglés]”. Si un día antes Alcaraz abrazaba felizmente la regularidad, al desembarcar otra vez en los cuartos —como ya lo hiciera en los meses previos en Melbourne, Roland Garros y Wimbledon—, él redobla la apuesta: son ocho presencias consecutivas en la antepenúltima ronda, sin fallo desde 2024. Son, además, 25 victorias sucesivas sobre pista dura en los majors.