¿Qué secretos esconde la sonrisa de Tom Cruise? Si el de Siracusa es una estrella lo es, en gran parte, por todo lo que no sabemos sobre él. La atracción que causa este inverosímil sesentón es difícil de resistir. Apenas concede entrevistas y, cuando lo hace, rara vez se aleja de la película que promociona. El día del sofá de Oprah dejó secuelas. Por eso, los únicos enigmas sobre Tom Cruise que pueden resolverse son aquellos nacidos en la pantalla grande. Se diría que el Cruise que existía fuera de ella ya ha dejado de hacerlo

Misión Imposible, como subraya la última entrega, es el gran proyecto vital de Tom Cruise. El título por el que quiere ser recordado alguien que ha trabajado para Kubrick, Scorsese, Coppola o Spielberg. Ethan Hunt es el héroe de carne y hueso (aunque resulte en ocasiones complicado creerlo) con el que el cinéfilo se defiende de los superhéroes de Marvel y DC. Por eso, es casi cómico que Ethan haya alcanzado el fin de su camino (en principio) sin que, como ocurre con el actor que le da vida, sepamos gran cosa de él.

Ethan es el agente de una fuerza especial llamada Misión Imposible, que existe, lucha y muere en las sombras, sin que el mundo pueda agradecerle sus esfuerzos. No hay mucho más que añadir: Ethan valora enormemente a sus amigos, las mujeres que se han cruzado en su camino no han salido muy bien paradas y cambia de peluquero con regularidad. ¿Y si esto último tuviese alguna relación con el devenir de la saga? Pues, sinceramente, no. Pero todo en torno a Tom Cruise es tan fascinante que cómo resistirnos a hablar de su pelo, película a película. 

Tijeras, cámaras, acción

Corrían los noventa, Brian de Palma aún era de Palma y Tom Cruise ya era Tom Cruise. Los dos se reunieron para filmar Misión Imposible, entrega fundacional de la que sería una franquicia catedralicia del cine de acción. Cruise, en este título, presume del corte más apurado que luce en toda la saga. Misión Imposible estaba naciendo y los folículos de Cruise acompañaban el crecimiento. 

Para la segunda, y que estuvo a punto de ser la última, Tom Cruise cambia radicalmente de estilo. Su melena casi advertía un final para una saga que había iniciado con peinado militar: aquello ya había crecido todo lo posible y tocaba cortarse la coleta. Nunca, salvo tal vez en Eyes wide shut, ha estado Cruise tan atractivo como en esta catástrofe cinematográfica llamada Misión Imposible II. Seguiría la frase apócrifa de James Dean: Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver.

Entre la tercera y la sexta, Misión Imposible ofrece pocas variedades. Tampoco lo hace el peluquero de su protagonista. No muy largo, no muy corto. Un peinado que está bien, como bien están las películas en las que aparece. El derroche de estilo capilar de Misión Imposible I y II, paralelo a las personalistas direcciones de ambas entregas, es anulado en las siguientes. Los hombres que dirigen a Cruise lo hacen sin dejar su firma y las manos que cuidan su inamovible línea capilar tampoco pretenden hacerse notar. Una filigrana de más y la franquicia se vendría abajo. Así que mejor no arriesgar.

Las dos últimas entregas retoman lejanamente el espíritu de la segunda, aunque solo en lo capilar. Tom Cruise coquetea con un pelo largo, quizá para enmascarar que el tiempo ha pasado y, como agente, se aproxima a la jubilación. Sin embargo, a diferencia de la crisis de los 60 habitual, la suya está a dos golpes de peine de quedar disimulada. La escena en la que Cruise y Esai Morales combaten en la parte superior de un tren a toda velocidad pone a prueba la densidad capilar de ambos (Morales tiene la misma edad que su archienemigo en la película) y salen excepcionalmente bien parados.

Si nos dejamos llevar por la excéntrica teoría de que hay un por qué en el pelo de Cruise, el de Misión Imposible: Sentencia final es evidente: Cruise se rejuvenece para que su despedida del cine de acción no quede emborronada con un aspecto rayano con la jubilación. Su época de correr por tejados, saltar al vacío y escalar edificios estaba acabándose. El sol se ponía sobre la juventud de Tom Cruise y él solo quería estar bien peinado antes de que a su silueta la engullese el crepúsculo. 

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