La inflación en la eurozona subió en agosto, superando las expectativas, pero manteniéndose lo bastante cerca del objetivo del 2% del Banco Central Europeo como para no causar demasiada preocupación, al menos por ahora.

Según la última estimación preliminar de Eurostat, la inflación anual de la zona euro subió al 2,1% en agosto, frente al 2,0% de julio. Los economistas no esperaban cambios. En términos mensuales, los precios subieron un 0,2%, tras el estancamiento del mes anterior.

La inflación subyacente -que excluye la energía, los alimentos, el alcohol y el tabaco- se mantuvo en el 2,3% por cuarto mes consecutivo. Esto sugiere que las presiones subyacentes sobre los precios están resistiendo, pero no se están acelerando de forma que se dispare la alarma.

En cuanto a los principales componentes, los precios de los alimentos, el alcohol y el tabaco subieron un 3,2% interanual, ligeramente por debajo del 3,3% de julio, mientras que la inflación de los servicios se enfrió ligeramente hasta el 3,1%.

Por su parte, los bienes industriales no energéticos se mantuvieron estables en el 0,8%, y los precios de la energía siguieron bajando, aunque a un ritmo más lento, con una caída del 1,9% frente al 2,4% de julio.

Entre los miembros de la eurozona sigue habiendo grandes variaciones. Estonia registró la inflación anual más alta, con un 6,2%, seguida de Croacia, con un 4,6%, mientras que Francia y Chipre registraron las tasas más bajas, con un 0,8% y un -0,1% respectivamente.

En términos intermensuales, Bélgica destacó con una subida de precios del 1,5%. Por el contrario, varios países experimentaron deflación: Grecia registró un descenso del 0,6%, Lituania y Finlandia bajaron un 0,3%, Letonia e Italia cayeron un 0,2% y Portugal un 0,1%.

El Banco Central Europeo se reunió por última vez en julio, cuando decidió pausar los recortes de tipos tras ocho reducciones consecutivas. Su presidenta, Christine Lagarde, afirmó que el BCE se encontraba «en un buen momento», pero también se mostró prudente, destacando las incertidumbres relacionadas con la política comercial y las cadenas de suministro mundiales.

Dado que la inflación muestra una tendencia prácticamente estable, cercana al objetivo del BCE, y que la tasa de desempleo de la eurozona se mantiene en un mínimo histórico del 6,2%, los mercados no esperan ningún cambio en los tipos de interés en la próxima reunión del Consejo de Gobierno del 10 de septiembre. Es probable que el tipo de la facilidad de depósito se mantenga en el 2%, ya que el BCE mantiene su postura de «esperar y ver».

Los mercados europeos se resintieron el martes, con la renta variable bajo presión y la incertidumbre política agravando el nerviosismo de los inversores. Tanto Francia como los Países Bajos luchan contra la inestabilidad interna.

El DAX alemán cayó un 1% y se situó por debajo de la marca de los 24.000 puntos, niveles que no alcanzaba desde principios de agosto. El FTSE MIB italiano y el IBEX 35 español siguieron su ejemplo, mientras que el CAC 40 francés se mantuvo plano. El Euro STOXX 50 bajó un 0,5% y el Euro STOXX 600 también retrocedió un 0,6%.

Entre los valores individuales, LVMH se desmarcó de la tendencia y ganó un 3,2% después de que HSBC elevara su precio objetivo a 625 euros desde 535 euros. Por el contrario, Siemens cayó un 2,9% y ASML un 2%.

En los mercados de divisas, el euro cedió un 0,7%, hasta 1,1630 dólares, reflejando la preferencia de los inversores por el dólar ante el menor apetito por el riesgo. Mientras tanto, los metales preciosos acapararon la atención. El oro superó los 3.500 dólares por onza por primera vez en la historia. La plata también extendió sus ganancias, superando los 40 dólares por onza, su nivel más alto desde septiembre de 2011.