En los últimos meses, un término arquitectónico-popular se ha viralizado gracias a las redes sociales: los “bloques cebra”. Así se conoce, de forma irónica, a esas construcciones residenciales idénticas que han colonizado ciudades de toda España.
Un fenómeno que busca la rentabilidad máxima mediante la estandarización y que, según los expertos, sacrifica valores esenciales de la arquitectura como la escala humana, la integración con el entorno o la diversidad de materiales.
La cuenta de Instagram @bloque_cebra se ha propuesto un reto ambicioso: localizar todos los bloques cebra del país. Sus publicaciones, cargadas de humor crítico, muestran ejemplos que podrían estar en cualquier barrio, de cualquier ciudad, bajo cualquier clima. Y es que esa es precisamente la clave de su éxito económico: construcciones industrializadas, repetidas en serie, donde el papel de arquitectos y urbanistas queda relegado a lo técnico, mientras las constructoras marcan el proyecto final.
“Las cebras nos invaden”, advierten desde el perfil, desmontando la idea de que este tipo de edificios representan una vanguardia arquitectónica. “Que no te vendan la moto… esto no es diseño, son cebras”, remarcan.
Zaragoza también tiene sus “cebras”
La capital aragonesa no se libra de este fenómeno. En @bloque_cebra ya han aparecido ejemplos de edificios clonados en Zaragoza, que muestran la cara más repetitiva del urbanismo actual. Bloques que podrían estar en Madrid, en Valencia o en cualquier otra ciudad, con el mismo patrón: fachadas lisas, colores neutros y ausencia de detalles que den identidad.
El arquitecto Coll-Barreu lo explica con claridad: “Alguien te dirá que es lo que quiere la gente, pero no es verdad. Es como cuando compras zapatos. Eliges entre los que te muestran”. Según él, la estandarización responde a la búsqueda de abaratar costes. “Estos elementos constructivos son los que más se repiten porque salen más baratos. Es por la vagancia del sistema. Te traen una única pieza y material y al final todos acaban haciendo lo mismo”.
¿Por qué blanco y negro?
La homogeneidad cromática es otra seña de identidad. Pero, ¿por qué tantos promotores se empeñan en que los edificios sean grises, negros o blancos? El arquitecto Inaki Aurrekoetxea lo resume sin rodeos: “El color es complejo. Salvo que busques una propuesta diferente, lo que un promotor quiere es vender viviendas. Generalmente va a buscar lo sencillo, no complicarse la vida y que guste a todo el mundo”.
El resultado es una arquitectura uniforme que, aunque pueda resultar funcional, borra matices históricos, culturales y estéticos de los barrios donde se levanta.
La “cebra”: un producto de consumo
Los críticos coinciden en que estos bloques no son otra cosa que un producto de consumo masivo. Como una zapatilla fabricada en cadena, están pensados para funcionar en cualquier sitio, sin atender al contexto. El beneficio económico manda sobre la innovación y el urbanismo de calidad.
Pese a todo, el fenómeno ha encontrado en @bloque_cebra un altavoz divertido y ácido. Con cada publicación, no solo se denuncia la uniformidad, sino que también se genera un debate social sobre el modelo de ciudad que queremos.