En un rincón donde tradición y pasión se entrelazan, la Peña Taurina celebra medio siglo de historia. Cincuenta años no son solo una cifra: son tardes de plaza, debates encendidos, viajes y amistades forjadas al calor de una afición que se ha mantenido firme frente al paso del tiempo. Fundada en 1975 por un grupo de entusiastas que soñaba con dar un cauce colectivo a su amor por la tauromaquia, la peña se ha convertido en un referente cultural y social, un lugar donde la memoria de la fiesta se conserva viva y se proyecta hacia nuevas generaciones.

Esa afición y entrega se han visto recompensadas este año por partida doble. Primero, en los carteles que ilustran la feria de San Antolín; y segundo, con el homenaje que ayer tributaron a la entidad la Diputación y la empresa adjudicataria en el ruedo de la plaza que tantas alegrías ha dado a sus socios. Este último se materializó en una placa y un cuadro de gran formato con el cartel taurino de este año, rodeado de los de los últimos 50.   

«Estamos muy agradecidos de que se hayan acordado de nosotros y nuestra labor a favor del toro», manifestó su presidente actual, Pitu Crespo, al frente de un colectivo que atraviesa uno de sus mejores momentos gracias a la implicación de sus integrantes. Una de ellas es María Luisa García, a quien se le entregó un ramo de flores en su condición de primera mujer socia desde los inicios de la peña, «muy emocionada» con el reconocimiento. «Ella fue una precursora en un mundo de hombres, una pionera», subrayó la diputada de Cultura, Carolina Valbuena, encargada de entregar los obsequios junto a la presidenta de la Diputación, Ángeles Armisén.

Por otro lado, la Peña Taurina puso ayer su particular broche a la feria con la última de las tertulias, por las que han pasado el ganadero Álvarez Martínez Conradi; el crítico taurino de Diario Palentino, Pepe Estévez; la fotógrafa Muriel Feiner y José Luis Díaz, de Anpte.