En balonmano, tener buena portería es sinónimo de victoria, y más en una categoría tan exigente como la Liga Asobal. Si no se para, no se gana. Y si el rendimiento de los porteros es clave, también lo es el trabajo que realizan en el día a día, durante la semana, perfeccionando su estado físico, su técnica y, cuando se acerca el partido, estudiando con lupa las mayores amenazas de los lanzadores rivales. Después del adiós del emblemático Javi García ‘Quillo’, de esa importante responsabilidad se encarga ahora en el BM Caserío Gonzalo Gómez (30 de noviembre de 1998, Sevilla). Preparador de porteros en el BM Montequinto, y amigo de José Andrés Torres o Pablo Campanario, no se lo pensó cuando le surgió la oportunidad de embarcarse en el proyecto del Caserío: «Fue de las mejores decisiones que he tomado en mi vida».

En la actualidad, Gonzalo es el que mejor conoce a los inquilinos de la portería ciudadrealeña: los dos ‘Asobal’, Santi Giovagnola y Kostas Kotanidis, y los jóvenes Fernando Romero y Álvaro Morales. Todos forman una portería «con diferentes alternativas, en la que cada uno aporta algo diferente». El primer entrenador, Santi Urdiales, le delega toda la responsabilidad en esta posición tan específica, aunque, como deja claro el técnico sevillano, «la última palabra la tiene él».

Cuando se le pregunta por cómo definiría, de manera resumida, a cada uno de los cuatro guardametas, Gonzalo no duda: «Santi destaca por su sobriedad, su tranquilidad y, donde va la bola, va él; ‘Koko’ (Kotanidis) es explosivo, con carácter y experiencia; Fernando es joven y con muchas ganas: y Álvaro tiene unas condiciones bestiales y una carrera ilusionante». Los dos primeros «pueden parecer similares, pero ofrecen distintas alternativas», insiste.

El nuevo integrante del cuerpo técnico del Caserío jugó a balonmano desde pequeño, de portero, pero lo dejó cuando empezó a estudiar la carrera de Ciencias Políticas y Sociología. Con 21 años empezó a trabajar con guardametas, y hasta la fecha. Su futuro laboral encajaba perfectamente con la oferta del Caserío, donde se ha encontrado «un grupo muy sencillo, en el que todo el mundo va al mismo rollo, todos te miran como un igual», y todo ello en una ciudad «muy cómoda, con un gran ambiente de balonmano». Recuerda las «sorprendentes» paradas de Arpad Sterbik en el Quijote Arena, pero se confiesa un enamorado de la técnica del danés Niklas Landin. Este año le toca competir con los mejores porteros de España. Los del BMCaserío, entre ellos.