Hace dos años, con motivo de su primera gran exposición individual, Kenjiro (Menorca, 1998) ya dejaba caer que, como amante de la música que es, tenía entre manos un proyecto pictórico inspirado en el flamenco. Apuesta en la que ha trabajado con paciencia y que ahora ve la luz en la galería Atica de Maó como «Todo es de Color».
Ese es también el título de un tema original de Triana que Kenjiro ha rescatado de la versión que realizaron Lole y Manuel, más poética, en la que aparece un verso que termina siendo clave en el planteamiento de la exposición, ese que canta «señor de los espacios infinitos» y que invita, reconoce, a reflexionar sobre cómo la mente es capaz de configurar espacios en nuestra memoria que no existen.
El proyecto ha ido evolucionando con el tiempo «porque en estos tres últimos años han cambiado mucho las cosas, a nivel artístico ha habido un montón de propuestas nuevas y se han creado sinergias», relata Kenjiro, que reconoce que la inspiración musical es tan solo el punto de partida que ha utilizado, a nivel conceptual, para llevar el discurso «al terreno personal y hablar de la memoria fragmentada» y también de «cómo tu cerebro se encarga de poner las piezas del puzzle que faltan en el momento que cada uno intenta recordar un aspecto o un momento de su vida». Es ahí, «en ese umbral difuso entre lo vivido y lo imaginado», donde se sitúa la obra más reciente del artista.
Kenjiro considera que ha dado un paso importante. Reconoce que antes sus exposiciones eran «un tanto más academicistas sobre lo que sabía hacer y aquello en que me manejaba bien, hasta que en un punto decidí acabar con ello, sentí que tenía una inquietud más grande que representar, transformarla en mi propia realidad y crear con mi propio vocabulario a través de la pintura». El menorquín ha buscado su voz propia y parece haberla encontrado: «Considero que es uno de los mayores logros de mi vida haber llegado a este punto, porque es donde siento que tengo ya un pilar sobre el que construir».
Por otra parte, relata que el lugar en el que ha producido las obras ha jugado un papel decisivo. La colección se ha desarrollado en Fabrica 40, el espacio de creación que durante este verano está compartiendo con el diseñador y escultor Alfonso Merry del Val, de quien dice haber aprendido y recibido buenos consejos.
Otro de los aspectos a destacar en su nueva colección es el color, siempre clave pero ahora con un papel más relevante, algo que según el creador tiene que ver con el espacio en que habita: «Podemos ver tonos muy mediterráneos, muy de la tierra donde nací». Su propuesta se completa con una serie de esculturas inspiradas en sus cuadros generadas con impresión 3D en colaboración con la empresa Maisoncella.
«Todo es de color». En la galería Atica de Maó hasta el 21 de septiembre.