La violagambista, compositora y cantante Pilar Almalé (Zaragoza, 1993) abrió este verano dando conciertos en París y, tras pasar por festivales, por localidades aragonesas, por Orense, La Rioja o Eslovenia, va a mostrar una de las facetas menos conocidas de su creación, la de su pintura. Esta miércoles (19.00) inaugura una exposición de su obra reciente en el café Renacimiento de Zaragoza (San Vicente de Paúl, 7), con el título de ‘Tanta belleza’.
Almalé es un espíritu libre, una creadora que, con el punto de apoyo de la música antigua, ha explorado todo tipo de universos y mestizajes. Ya le está dando vueltas al que será su próximo disco, tras el éxito cosechado este año con el último, ‘Zumo de manzana’. Y este mismo sábado pondrá música a un espectáculo singular, irrepetible, en Las Parras de Castellote, Teruel, y en el que bailará Miguel Ángel Berna. Pero hasta que llegue ese momento su punto de mira está puesto en la exposición zaragozana. ¿Qué es ‘Tanta belleza’?
«Desde hace un año vivo en el entorno del Moncayo –desvela–, y con esta exposición he querido rendir un homenaje al paisaje que le rodea. He incluido también algunas pinturas de mi anterior serie, ‘Melifluo’». En total, 21 obras, en su mayor parte óleos.
La variante de Pilar Almalé en la pintura no tiene nada de improvisado, ya que estudió Bellas Artes en la Universidad de Sevilla. «Empecé a estudiar violín a los siete años y viola da gamba a los 11 –relata–. A los 18 me fui a Sevilla. Por las mañanas cursaba Bellas Artes, por las tardes música. Cuando terminé Bellas Artes me fui a Galicia a terminar mi formación musical. Siempre he amado las formas plásticas, siempre me ha atraído el arte, lo que pasa es que pinto poco porque la música absorbe todo mi tiempo. Solo saco los pinceles en los periodos en los que tengo pocos conciertos o no estoy preparando alguno de mis proyectos. Y, aún en esos momentos, creo que siempre resuena música en mi cabeza».
Esa dedicación sonora explica el hecho de que Pilar Almalé haya celebrado hasta ahora muy pocas exposiciones. En el catálogo de la que presentó en 2020 en la sala El Pósito de Vélez-Málaga revelaba que había pintado «directamente sobre el lienzo, transmitiendo mi paisaje emocional a través de cada pincelada en un estado de meditación o casi de trance. Nunca he planificado lo que iba a surgir de cada lienzo porque yo misma lo desconocía. Ahora todavía lo desconozco».
Y sigue trabajando así. «Como pintora he tenido una formación muy clásica pero yo lo hago todo en un lenguaje abstracto, que es donde me siento más libre –añade–. Mientras la música responde siempre a una estructura, lo que en cierto modo la acerca al arte figurativo, la abstracción es libertad. No quiero decir que en lo figurativo no exista cierta libertad, porque incluso en los retratos la hay, pero siempre se parte de una estructura previa. Pintar es un encuentro íntimo conmigo misma. No hago nunca bocetos; es en el proceso de pintar donde encuentro el cuadro».
No vive de la pintura pero eso no implica un menor compromiso con ella. «Como no pinto de manera profesional, solo aspiro a que la gente vea mis cuadros y le gusten –subraya–. Pero esto no es un hobby, es mucho más. Mi hobby, en realidad, son los caballos, la hípica (es amazona federada y participa en raids ecuestres). Hago lo que me gusta y vivo para pasármelo bien. Y me hace tan feliz tocar música como pintar».‘Tanta belleza’ podrá visitarse en el Café Renacimiento hasta el próximo 16 de octubre.
La exposición es un proyecto cultural comisariado por Arte en Marcha, una iniciativa de la gestora cultural Lucía Ruiz de Temiño (Zaragoza, 1998). Pese a su juventud, Ruiz de Temiño cuenta con una amplia experiencia en el terreno, ya que ha trabajado en la Fundación Ingenio Azul, la agencia de comunicación La Mar de Gente y en Trarutan, Arte y Naturaleza, el singular proyecto de Nacho Arantegui.
Arte en Marcha nace también de ‘Convierte tu idea en un negocio’, la labor de formación del Ayuntamiento de Zaragoza y Zaragoza Activa. Es emprendimiento joven.
«La idea que llevo es dedicarme fundamentalmente a impulsar el trabajo de los artistas locales y emergentes. O, como en el caso de Pilar Almalé, de artistas ya maduros y muy conocidos pero que tienen alguna faceta todavía poco difundida», señala Lucía Ruiz de Temiño.
Arte en Marcha va a ser, según la define coloquialmente su impulsora, una «galería con patas». Y es que va a desarrollar las labores clásicas de una galería pero sin estar de momento limitada a un espacio físico concreto. «En abril pasado ya comisarié una exposición de seis artistas en el Showroom Yagüe (calle Costa de Zaragoza) –añade–. Y mi intención por ahora es organizar una exposición al mes en el Café Renacimiento».
Será exposición y venta. «Los artistas suelen estar en su mundo y se olvidan casi siempre de algo muy importante, y es que sus obras se tienen que vender. Quiero apoyarles para que lo consigan», concluye.