Ilia Topuria ha conseguido hacer historia. Su victoria ante Charles Oliveira en el UFC 317 convertía al hispano-georgiano en el primer doble campeón invicto de la UFC. Un logro que no se había conseguido hasta el momento y que él consiguió en apenas tres minutos de combate.

Apodado El Matador por su evidente destreza dentro del ring, fue elogiado por otro grande como Conor McGregor. «Felicidades por ganar mis antiguos títulos, Ilia!», comenzaba el irlandés en X. «Él también ha dicho que iba a poner sus pelotas sobre la frente de Paddy. Ese otro también es un buen resto de la división del peso ligero, en mi opinión». Pero no fue el único que le mostró su apoyo dentro del cuadrilátero. Le acompañaban amigos y familiares, además de uno de sus fans incondicionales: Pablo Motos.

El presentador de El Hormiguero viajó hasta Las Vegas para ver cómo luchaba en el T-Mobile Arena su gran amigo. Es más, nada más bajarse del cuadrilátero, fue directo hacia el presentador para saludarle, abrazarle y compartir con él el título. Ese gesto resumió la complicidad entre ambos, una amistad que ha ido creciendo con los años y que hoy trasciende el ámbito profesional.

La relación entre el campeón hispano-georgiano y el popular presentador de El Hormiguero nació en televisión, como tantas otras, pero evolucionó en una dirección muy distinta a la habitual. Desde las primeras visitas de Topuria al programa, se notó una conexión especial. Motos mostró un respeto sincero por la mentalidad del luchador, su historia personal y su forma de entender el sacrificio. Por su parte, Ilia encontró en Pablo a alguien que no solo le brindaba una plataforma mediática, sino que realmente valoraba lo que hay detrás del éxito deportivo.

Con el tiempo, lo que empezó siendo una relación de invitado y entrevistador se transformó en algo más cercano. Pablo Motos no solo invitó a Topuria a su plató en varias ocasiones, sino que también se sumó a sus entrenamientos, se interesó por su vida fuera del octágono y forjó con él una amistad basada en la admiración mutua. En sus propias palabras, entrenar con Ilia fue «un privilegio», y escucharle hablar de su disciplina y enfoque fue «como aprender de un maestro».

El momento más simbólico de esta relación llegó en Las Vegas. Motos viajó con la familia y el equipo del luchador, lo acompañó antes del combate y estuvo entre los primeros en abrazarlo cuando se consumó la victoria por KO. Su presencia no fue una anécdota, fue la prueba de un vínculo auténtico. En redes sociales, Pablo compartió una imagen con Topuria junto al mensaje: «No se puede ser mejor en nada. Te quiero, amigo mío». La frase, breve pero poderosa, expresó con claridad la emoción de ese instante.

Topuria, por su parte, no ha dudado en declarar en público su aprecio por Motos. En una de sus últimas apariciones en televisión, dijo que «haría falta juntar varios estadios para formar una mente como la suya», en un gesto de respeto que no suele verse con tanta naturalidad entre figuras públicas. La admiración no está basada en apariencias, sino en lo que ambos representan: esfuerzo, disciplina, trabajo silencioso y fidelidad a los propios valores.