El Palacio de Figueroa, sede de El Casino de Salamanca, ha sido el escenario este miércoles de un emotivo viaje a la historia de la tauromaquia salmantina. Con motivo del 40 aniversario de la fundación de la Escuela de Tauromaquia de la Diputación en 1985, se ha celebrado la mesa redonda y coloquio ‘Escuela de Tauromaquia, 40 aniversario’, un encuentro que ha reunido a varias generaciones de profesionales que deben su carrera y su formación a esta institución.
El acto, moderado por el periodista Javier Lorenzo, ha contado con las intervenciones de José Ignacio Sánchez, actual director de la Escuela; Chema Sánchez, comisario de la exposición conmemorativa ‘El toro, la Escuela, 40 aniversario’; el ganadero José Luis Rodríguez ‘Valrubio’; y los matadores de toros Javier Castaño, Ismael Martín y Marco Pérez. Todos ellos han desgranado recuerdos, reflexiones y anécdotas que ponen de manifiesto el valor de la Escuela no solo como cuna de toreros, sino también como forja de valores.
El moderador, Javier Lorenzo, fue el encargado de abrir el coloquio poniendo en valor la dimensión de la institución. «La escuela de tauromaquia de Salamanca es un centro de referencia a nivel mundial, no lo digo yo, lo dice su historia de 40 años», afirmó Lorenzo, respaldando sus palabras con cifras contundentes: «48 matadores, más de 100 novilleros» han salido de sus aulas y tentaderos.
Para José Ignacio Sánchez, director de la Escuela, la institución es mucho más que un centro de formación. Es un pilar fundamental en su vida. «La escuela para mí significa mi vida entera, con 14 años me matriculé», confesó con emoción. «Me formé como torero y como persona, se aprenden unos valores que hoy en día están en desuso».
Sánchez recordó sus inicios, desde los primeros pasos para «coger el capote, la muleta, la verónica» hasta ponerse delante de las becerras. También habló con sinceridad sobre la dureza de la profesión tras una lesión que truncó su carrera como matador y le recondujo a la docencia: «Es un mundo muy duro ya que muy pocos son los llamados y muchos los que practican. Muy pocos sirven para esto».
Uno de los testimonios más personales fue el del matador Javier Castaño, cuya entrega fue recordada por el propio Lorenzo: «Juan José decía que no había alumno más entregado, casi obsesionado con su preparación que Javier Castaño«.
El diestro rememoró las dificultades de sus comienzos. «Era muy difícil que alguien que no fuera de Salamanca se matriculara en la escuela, pero por la recomendación de Tomás Borrego conseguí entrar en el año 94», explicó. Su primer día lo tiene grabado a fuego: «Yo sabía que esto no era un juego, tenía que sacrificarme. Yo me iba el último y cuando llegaban esos meses de verano yo tenía una llave y era el que abría y cerraba».
Con la vista puesta en el final de su carrera, Castaño reflexionó sobre su trayectoria: «Son 31 años dedicados en cuerpo y alma al toreo, y ahora que ves el final a la vuelta de la esquina lo llevo con pena. Los toreros somos inconformistas, pero he conseguido muchísimas cosas que ni imaginaba».
La perspectiva del campo bravo la aportó el ganadero José Luis Rodríguez ‘Valrubio’, quien destacó el compromiso histórico de su familia con los nuevos talentos. «El amor a la cantera ha existido siempre, porque eso se hereda. La cantera es la base, sin la cantera no habría figuras del toreo», sentenció.
‘Valrubio’ también ofreció una visión técnica, explicando por qué los aspirantes son valiosos en las tientas: «Con los chicos se ven mejor las vacas que con los toreros porque les tapan menos los defectos». Su admiración por el modelo de la escuela salmantina fue rotunda: «Me ha encantado ayudar a los chavales y mis descendientes así lo han visto y así lo seguirán haciendo. Lo de la escuela de Salamanca es la leche, desde las clases prácticas, hasta subvencionar los novillos… esto es ayudar a mucha gente».
La mesa redonda también sirvió para constatar el brillante futuro de la fiesta, representado por Marco Pérez e Ismael Martín. El joven Marco Pérez reflexionó sobre la velocidad de su carrera: «Me enorgullece mucho con mi corta edad haber vivido todas esas etapas tan bonitas e intensas. Ha pasado todo de una forma muy frenética, muy rápida, pero creo que he podido disfrutar de todas las vivencias».
Recordó con nostalgia sus inicios, marcados por la espera y las nuevas tecnologías: «Recuerdo la espera el día que yo cumplí 11 años que yo empecé a matar becerros a puerta cerrada. La manera que tenía de contactar con el público era a través de vídeos en las redes. Ahora volvería atrás para poder vivirlo y disfrutar más esa época». También compartió una anécdota que revela la profunda conexión entre los toreros salmantinos: «La primera persona que me embistió fue Ismael».
Este respeto es recíproco y se extiende a sus maestros. Sobre Javier Castaño, Marco Pérez aseguró que «para mí es un gran maestro, una gran persona. Veo su carrera muy lejana a la mía, ha conseguido cosas muy grandes y ha puesto el nombre de Salamanca muy alto en el nombre del toreo». Un sentimiento compartido por Ismael Martín, quien añadió: «Desde muy pequeño he tenido la gran suerte de poder entrenar con él en la plaza de toros de La Glorieta, y poder ver todo el esfuerzo que ha hecho para estar a ese nivel».
El propio Javier Castaño cerró este círculo de admiración con palabras de apoyo para la nueva generación: «Siempre los voy a estar apoyando, admirando y ver cómo su carrera va a coger el vuelo que estoy seguro que va a coger».
La exposición
La sala de exposiciones de El Casino de Salamanca, ubicada en el histórico Palacio de Figueroa, acoge este miércoles, 3 de septiembre, la presentación oficial de la exposición ‘El toro, la Escuela, 40 aniversario’. El acto conmemora una efeméride la fundación de la Escuela de Tauromaquia de la Diputación de Salamanca en 1985, celebrando así sus cuatro décadas de trayectoria en la formación de toreros.
En la mesa redonda también ha participado Chema Sánchez, comisario de la exposición conmemorativa, quien ha ofrecido una visión cargada de compromiso y orgullo. Definiéndose a sí mismo como un «todoterreno» dentro de la institución, relató su implicación total: «He sido un todoterreno, he hecho de todo a cualquier hora y cuando me lo hayan dicho. He sido hasta, administrativamente hablando, el responsable de la escuela».
Sánchez reivindicó el lugar de la tauromaquia en el contexto cultural de la ciudad. «Era de recibo que en una ciudad como Salamanca, en la que hay tanta docencia y tanta universidad, la tauromaquia tenga su orla», afirmó, subrayando la necesidad de la Escuela como un pilar fundamental: «La escuela si no existiera habría que inventarla. Estáis construyendo el futuro todos los que pertenecéis a la escuela».
Finalmente, puso en valor el apoyo institucional de la Diputación y el prestigio unánime del centro. «Alguien tenía que tirar adelante de esta escuela y lo ha hecho la Diputación maravillosamente», reconoció, para concluir con una reflexión significativa: «No he oído hablar a nadie mal de la escuela y eso es muy significativo. Y eso es gracias a ese trabajo que se hace con la escuela».
La inauguración de la muestra ha estado presidida por las máximas autoridades de las dos entidades impulsoras del evento. Francisco Javier Iglesias García, en su calidad de presidente de la Diputación de Salamanca, y Pedro Méndez González, como presidente de El Casino de Salamanca.