La imagen ha llamado la atención de muchos usuarios: un guardaespaldas del dictador norcoreano Kim Jong-un limpiando compulsivamente la butaca en la que su líder permaneció sentado durante la reunión con el presidente de Rusia, Vladímir Putin, en Pekín.
La acción está lejos de responder a un ataque de higiene por parte del trabajador, sino, más bien, está motivada por instrucciones claras de que no quede rastro alguno del ADN del dictador para que nadie pueda utilizarlo con ningún tipo de fin.
«Después de la reunión, el personal que acompaña a Kim destruyó todo rastro de su presencia allí. Le quitaron el vaso del que bebía, limpiaron la tapicería de la silla y aquellas partes del mobiliario que tocó el líder norcoreano. La parte oficial de la reunión terminó, Putin y Kim abandonaron la oficina muy satisfechos y fueron a tomar té en un ambiente más relajado», ha informado el periodista ruso Alexander Yunashev en su canal de Telegram Yunashev Live.
Kim Jong-un se ha comprometido con Putin a seguir ayudando a Rusia en todo lo que necesite, como ya hizo a la hora de proporcionar tropas para expulsar a los soldados ucranianos de la región de Kursk.
«Si existe algo en lo que podemos ayudar a Rusia, lo haremos con seguridad y lo consideraremos nuestro deber de hermano. Haremos todo lo que sea necesario para ayudar a Rusia», dijo Kim al comienzo de la reunión, según ha informado la agencia Interfax.
La reunión tuvo lugar después de que ambos asistieran, uno a cada lado del presidente chino, Xi Jinping, al desfile conmemorativo por el 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico.
Con todo, el Kremlin ha negado que las reuniones en Pekín entre los líderes ruso, chino y norcoreano sean, en realidad, una conspiración contra EEUU, como ha sugerido el jefe de la Casa Blanca, Donald Trump.