Francesca Giannone, autora del superventas «La cartera». ROBERTO PALOMO

Tras el éxito mundial de «La cartera», vuelve con una obra que entrelaza sueños rotos, memoria y la fuerza de las mujeres
05 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Sigue atrapando a miles de lectores con La cartera. Cuando su novela debut todavía triunfa en las librerías, Francesca Giannone regresa con una nueva historia ambientada en su Apulia natal. En La fragancia del mañana rescata la tradición jabonera del sur italiano en los años del bum económico, y vuelve a reivindicar a las mujeres que quedaron fuera de los libros de historia.

­—¿Se inspira en una historia real?

—Detrás hay un vínculo con la realidad. La inspiración me llegó de forma inesperada, como con La cartera. Descubrí algo que no sabía de mi tierra al toparme con una fábrica abandonada. En Apulia existió una gran tradición jabonera. Algunos productores de aceite de oliva tuvieron la genial idea de utilizar los residuos de la elaboración del aceite como materia grasa para fabricar jabones. Así, pequeñas empresas familiares intentaron dar el gran salto en una época en la que Italia vivía el llamado bum económico. Aunque el desarrollo industrial se centró en el norte, en el sur también se soñó a lo grande. Pero estos pequeños empresarios del sur no lograron competir con las grandes industrias del norte y muchos, lamentablemente, fracasaron. Por tanto, esta novela es el relato de un sueño interrumpido.

­—¿Qué papel juega el olfato?

—Hay un aroma fundamental: el del talco, es decir, el de la primera pastilla de jabón que elaboró el fundador de la fábrica, el abuelo de Agnese y Lorenzo. Ese perfume representa no solo el lazo afectivo con el patriarca, también el peso de las expectativas que recaen sobre sus descendientes: desde el hijo, que vive esa fábrica como una condena, hasta los dos nietos. Para ellos, sacar adelante la empresa es una cuestión de vida.

­—¿Dialoga alguno de los personajes con Anna, su famosa cartera?

—Sí, hay uno (un personaje femenino)que, por un instante, se cruzará con Anna Allavena en un encuentro simbólico tras el cual se producirá una toma de conciencia sobre su destino. No puedo revelar más.

­—Una vez más, encontramos a una mujer fuerte y decidida. ¿Hubo más mujeres a contracorriente de las que pensamos?

—Estoy convencida. No solo es necesario, sino que es nuestro deber hacia las mujeres que nos han precedido. Hay muchísimas que, sin aparecer en los libros de historia, contribuyeron a ella tanto como los hombres. Pongo un ejemplo: en Italia, el relato oficial cuenta que la Resistencia contra el fascismo fue una lucha protagonizada exclusivamente por hombres. No es cierto. Muchísimas partisanas lucharon y marcaron la diferencia. Y, sin embargo, ¿por qué en los libros solo aparecen ellos?

—La ambientación de la novela tiene un gran peso narrativo. ¿Por qué ese lugar?

—La novela transcurre en Salento, en un pueblo llamado Araglie, que, aunque imaginario, está inspirado en lugares reales. A diferencia de La cartera, que se desarrolla en un pueblito muy cerrado en sí mismo, Araglie es una ciudad costera, con un puerto comercial que se abre al exterior, al extranjero, a lo diferente. He elegido contar unos años cruciales para Italia, que van de 1958 a 1963. La generación de la que hablo, la de Agnese y Lorenzo, actúa como un puente entre la que combatió en la guerra y la que protagonizará las grandes revoluciones de los sesenta, pero es también una generación que empieza a impacientarse, que se agita porque intuye que el mundo está tomando un rumbo diferente al que han heredado.

—¿El éxito editorial la ha condicionado?

—No, mi corazón y mi mirada siguen siendo los mismos. Espero que los lectores puedan reconocerse en la atmósfera y los lugares que habitan en La fragancia y, sobre todo, en la mirada hacia los seres humanos. Sus contradicciones y fragilidades que, en el fondo, nos tocan a todos.

—¿Algún lector la ha parado alguna vez para hablarle de su bisabuela Anna? —Le cuento un episodio divertido que me ocurrió hace unos días. Estaba en una librería eligiendo los libros que quería llevarme de vacaciones, cuando una clienta se me acercó y me dijo: «Le recomiendo La cartera. Cómprelo, de verdad. ¡Fíese de mí!». Fue maravilloso que una lectora me recomendara mi propia novela.

—¿Cómo se siente al saber que logró cumplir el deseo de Anna: ser recordada?

—Ha sido una promesa cumplida.

—¿Y al saber que es tan querida?

—Me conmueve profundamente. Especialmente, cuando los lectores me cuentan que, gracias a Anna, han encontrado el valor para perseguir sus sueños. Para muchos, se ha convertido en una inspiración, y eso es algo realmente sorprendente.

—¿Qué voces de la narrativa italiana considera referentes literarios?

—Citaré una por encima de todas: Elena Ferrante. Para mí, la saga de La amiga estupenda es una obra maestra, uno de mis libros del alma. Lila y Lenù son personajes memorables, destinados a permanecer en la historia de la literatura.

—¿Utiliza el correo tradicional, el postal?

—Ay, por desgracia, solo el electrónico. ¡Pero no se lo digas a Anna, me reñiría!


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