Ahora que tenemos, hasta el 10 de septiembre, la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión en la plaza Gipuzkoa, habrá quien recuerde que antaño … también había casetas con libros a la venta en otro espacio que ahora no suele utilizarse para ello, la plaza de Okendo.
Allí, como espacio único o en ocasiones junto a otros lugares, se celebraba la Feria del Libro. Por ejemplo, en 1970, cuando encontramos en el DV del 28 de agosto la primera mención a la misma…
«Los ‘stands’ de la Feria del Libro han sido colocados frente a dos edificios muy distinguidos de la ciudad: el Hotel María Cristina y el Teatro Victoria Eugenia, cara a los jardines de Oquendo. Los ‘stands’, perfectamente alineados, esperan el momento de la apertura de la Feria del Libro, pero antes sería conveniente que al pasillo que se forma entre la parte trasera de los ‘stands’ y los edificios citados se acercara el Servicio de la Limpieza, para hacer desaparecer la porquería allí amontonada, que nada dice en favor del objetivo que se pretende alcanzar».
La Feria del Libro se celebró en los jardines de Okendo con poco público y menos ambiente
No sólo hubo problemas de limpieza sino, al parecer, también de asistencia y ambiente en aquella edición de la Feria del Libro donostiarra, que hasta su clausura el domingo 6-IX-1970 contó con la participación de 47 firmas con otros tantos ‘stands’. Diez eran de librerías donostiarras, un tercio de editoriales barcelonesas y otra parte de editoriales y librerías fundamentalmente madrileñas y bilbaínas.
El 5 de septiembre de 1970, la víspera del cierre de las casetas, DV entrevistó a Antonio Morales, «que representa en la Feria del Libro de San Sebastián a una importante editorial catalana», quien llevaba recorridas cinco ferias, y su sinceridad fue demoledora. Le pidieron su impresión por la feria donostiarra y contestó…
Algunos participantes se lamentaban: «No se ha hecho publicidad. El lugar en el que se ha situado la feria tampoco es muy bueno»
«– Fatal».
«– ¿Por qué?».
«– La Feria de San Sebastián debería haber tenido una afluencia de público al menos cuatro veces mayor. En escasez de público es probablemente la peor feria que he conocido, aunque hay que reconocer que el público que viene es bueno. Ha habido una falta de publicidad previa. Por otra parte, el lugar elegido para la feria hubiera sido mejor en un paseo que la gente tuviera que recorrer para ir de un sitio a otro, un paseo con mayor concurrencia».
«Mirar desde lejos»
La mala impresión no era sólo suya. En un ‘stand’ de venta de enciclopedias, alguien no identificado también se explayaba en DV: «El ambiente, muy malo. La gente no acude. No se ha hecho publicidad. El lugar en el que se ha situado la feria tampoco es muy bueno. Si se hace un pedido es de carambola… La gente se interesa relativamente. No pregunta nada. Se limita a pasear y a mirar desde lejos».
Ignacio Latierro, de Lagun, se unía al coro de quejas: «Es increíble el poco caso que se ha hecho a esta feria».