Un hallazgo científico está sacudiendo los cimientos de la cardiología moderna al cuestionar uno de los tratamientos más establecidos para supervivientes de ataques cardíacos. La investigación revela que ciertos medicamentos ampliamente recetados podrían no ser beneficiosos para todos los pacientes post-infarto, contradiciendo cuatro décadas de práctica médica estandarizada. Este descubrimiento podría transformar radicalmente los protocolos de tratamiento para millones de personas en todo el mundo que han sobrevivido a problemas coronarios.

Los resultados del estudio, publicados en una de las revistas científicas más prestigiosas del ámbito médico, sugieren que es necesario personalizar las terapias según el estado específico del corazón tras un episodio isquémico. La comunidad científica internacional ya está evaluando cómo implementar estos hallazgos en las guías clínicas, lo que podría significar un cambio radical en la forma de tratar a los pacientes cardíacos a partir de ahora.

El estudio REBOOT: cuestionando el uso universal de betabloqueantes

El cardiólogo malagueño Aurelio Rojas ha explicado recientemente cómo un medicamento considerado esencial durante décadas podría estar siendo sobreprescrito. «Durante cuarenta años hemos estado convencidos de que este medicamento te salvaba la vida si sufrías un infarto», señala el doctor Rojas. «Pero ahora sabemos que no todos los corazones responden igual y que, en algunos casos, incluso puede ser perjudicial«.

El cambio de paradigma se sustenta en el ensayo clínico REBOOT, coordinado en España por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y realizado en 109 hospitales de diferentes países. Este ambicioso proyecto, en el que participaron más de 8.500 pacientes, ha proporcionado evidencias que cuestionan el uso generalizado de betabloqueantes como bisoprolol, nebivolol o carvedilol en personas que, tras sufrir un infarto, mantienen una función cardíaca normal.

Resultados que cambian protocolos médicos establecidos

Los datos obtenidos en el estudio son contundentes y podrían modificar las pautas de tratamiento para millones de pacientes. Entre los hallazgos más relevantes destaca que el uso rutinario de betabloqueantes no redujo la mortalidad en pacientes con función cardíaca preservada tras un infarto. Tampoco se observaron beneficios significativos en cuanto a la disminución de reingresos hospitalarios o mejora de la función cardíaca general.

Un dato especialmente preocupante es que, en el caso de las mujeres, se detectó incluso un aumento del riesgo de sufrir complicaciones graves como muerte, insuficiencia cardíaca o nuevos episodios de infarto. Esta información resulta particularmente relevante si consideramos que las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de mortalidad femenina en España y otros países desarrollados.

El contexto histórico que explica el cambio

Para entender por qué un tratamiento que funcionaba antes podría no ser adecuado ahora, es necesario comprender la evolución de la atención al infarto en las últimas décadas. El Dr. Rojas lo explica con claridad: «Hace cuarenta años, tras un infarto, la mayoría de los pacientes quedaba con el corazón muy dañado. En ese escenario los betabloqueantes reducían la mortalidad, y eso sigue siendo cierto».

Sin embargo, la situación actual es completamente diferente. Gracias a los avances en medicina cardiovascular –principalmente la reperfusión precoz, angioplastia y colocación de stents–, aproximadamente el 70% de los pacientes conserva una función cardíaca normal tras superar un infarto. Y es precisamente en estos casos donde, según la nueva evidencia científica, los betabloqueantes podrían no estar aportando beneficios claros, e incluso podrían resultar contraproducentes en determinados perfiles de pacientes.

Recomendaciones para pacientes actuales

El mensaje para quienes están actualmente bajo tratamiento con betabloqueantes tras haber sufrido un infarto es claro: no deben interrumpir su medicación por cuenta propia. «Si sufres insuficiencia cardíaca, disfunción ventricular –es decir, un corazón debilitado– o arritmias, los betabloqueantes siguen siendo seguros y muy útiles«, aclara el especialista malagueño.

No obstante, aquellos pacientes cuyos informes médicos reflejen una fracción de eyección conservada o normal (indicador de buen funcionamiento cardíaco) deberían consultar con su cardiólogo para evaluar si la suspensión del tratamiento podría ser la opción más adecuada.

Esta valoración debe hacerse siempre de forma individualizada, teniendo en cuenta el historial médico completo de cada persona y sus factores de riesgo específicos.